Del juego

Nunca sabrás las veces que un suicida

se ha cruzado contigo

y en el bolso dudaba de la cuerda de esparto


ni las desconocidas que a tu lado viajaron

y aún faltaba una hora para que fuesen adúlteras


ni en la barra del bar los anarquistas

que se daban valor para su primera bomba.


Y tú estabas, pasabas. Y acaso un gesto tuyo

hubiera desviado el brazo de El que tira los dados.