No es tu mejor amigo quien regresa en la noche

y te trae pensamientos oscuros,

el perseguido por papeles de oficio,

el maniático insomne que comprueba las contras

y ve desde tu cama el crespón de la duda.

Apártalo aunque lleve el grosor de tus gafas

y por mucho que tosa aire de tus pulmones.

Lleva tus mismos trajes. Usa tu propio nombre.

Ése no te conviene.