5.ª Dinastía

(Senetyotes con su esposo, 2560 antes de J.C.)

He cansado la tierra indagando los vestigios ilustres del amor,

el rastro de las naves de remos céleres y el canto de hilandera que las llamaba desde la playa,

la osamenta gloriosa de todos los caballos que fueron reventados

para llegar en punto,

monolitos que cierran largos desfiladeros

donde se conmemora un suicidio de trenzas,

el balcón y la escala,

la confusión del último ruiseñor que cede a la primera alondra

mientras el disimulo reina desde los astros.

He buscado los lechos

de los bien pareados,

memoria de sus ojos

a la altura condigna,

la huella de los cuerpos

hechos para los cuerpos,

los ejemplos yacentes

deducidos del mármol

en que esposos o amantes

duermen su simetría,

y como el peregrino que en vez del santuario adora la doctrina,

me he quedado en el gesto de esta princesa esbelta

que muestra con orgullo a la ciudad y al orbe

un hombre, su marido

prepotente y enano.