Desencuentro,
voz bastarda
clamando en los desiertos
más poblados,
juegas
a desmentir las rayas
de la mano que anunciaban
la cita de los amantes.
Viajas
en
ascensores
que se cruzan
y
se cruzan
sin verse.
Tuyas
las avenidas paralelas
que próximas se ignoran
y una torre
las mira.
Eres el soplo húmedo
que deslava las huellas.
El arenal inmenso
donde se agota un timbre
contra puertas de alcoba
que dieran a la nada…
Oh arbitrador de azares.
El fruto
tierno
de la ocasión,
con qué uña lo alejas,
trabajando
para la manga estrecha de los confesores.