The end

Había que adelantarse a la piqueta desalmada.

Cada cual quería su recuerdo

del viejo cine, los carteles

de un transatlántico iluminado

o de apariciones de la Virgen

o de los besos de tornillo de una espía rusa.

Decidieron la voladura controlada.

La última película que nos diesen.

Y al estampido de la dinamita

los équidos de la Remonta se espantaron,

rompieron vallas, la ciudad fue un western,

y caímos

en que no hubiera existido el arte del cine

si no se hubieran inventado los caballos.