Te lo juro, hermanico, por mucho que me pagues
yo no puedo estar quince días sin verla, las sencillas
palabras quedan flotando. Tú sigues. Son feriantes.
Las vidas dejan rastro.
Eso tu madre debió decírnoslo antes de la boda,
la que habló tiene la voz delgada y ella es delgada y viva,
él va agachado de la cabeza, torpe,
se alejan, cruzan otros, Qué va saber el pobre
si le ocultaron los análisis, y este fleco es más grave,
ves a un hombre asomado a su ventana
que da a un jardín y acaso el hombre
hace sus planes sobre las rosas.
Son palabras al viento.
Pero acaso habrá una que prenda en la conciencia
del relator y quién sabe qué historia.