La Plaza Mayor

Traspasada de silencio

la Plaza Mayor está.


Por siete calles delgadas

derrama su soledad

mientras dos ángeles velan

con celo municipal.


Arropados en la noche

los hombres aman en paz

y hacen corazones nuevos.

La historia haciéndose va.


Se está haciendo un nuevo día,

aroma de fruta y pan

que alerta por los tejados

a los gallos de metal.


Montañas que el viento afila

abren sus pechos de sal

y se hacen dulces regueros

de blanca leche lunar.


Flores sangrando rocío,

acabadas de cortar,

ya vienen por los caminos

con soles sin estrenar.

Vírgenes apresuradas

las traen en el delantal.


De los páramos antiguos

polvo de luz cereal

blanquea por las arrugas

de labriegos sin edad.


Cuando el día se confirma

sobre torres de cristal,

ya son una sola sangre

la del campo y la ciudad:


Equilibrio de la Plaza

Mayor, recinto cabal,

con norma de simetría

perfecta de vecindad.