La belleza plural de mis ciudades
en una se resume triunfadora.
Penúltima ciudad, acento esdrújulo
que alza la voz y luego la desploma.
Estás como te había presentido,
sobre el énfasis leve de una loma,
no tan alta que el sol te destituya,
no demasiado al ras donde las otras.
Ciudad mía, que sólo yo conozco
en fuentes de la gracia surtidoras,
¡oh, jardines secretos donde entro
y levanto un revuelo de palomas!
Eres ciudad de estar. Si se pudiera…
En ti se cumplen todos mis caminos
y sólo queda hacer parada y fonda.
Vengo a esperar a tu sala de espera,
en tu hueco dulcísimo de sombra,
la luz que irrumpirá por cualquier vía,
acaso a contratiempo y en deshora.