3

Cuando descanso los ojos

y voy flotando en el sueño,

lo que escucho todavía

es el sonido del hierro.


Todo sonaba en la tienda

enemiga del silencio:

los clavos sobre el platillo

de la balanza cayendo

y el choque de las caderas

redondas de los pucheros.


La chapa galvanizada

en hornos altos de fuego

vibraba, curvada y dulce

materia de los calderos.


Las guadañas se escogían

arrancándoles el eco.

¡Todo un bosque de metales

y yo perdido en su centro!


Podré olvidar el color

de las cosas que me vieron

crecer desde los estantes,

pero su canción no puedo.


Lo que sonaba en la tienda

vuelve en la niebla del sueño,

tan claro que me pregunto

si estoy soñando despierto.