Parece que decimos compañía
si decimos caminos vecinales:
lentos carros llevando hacia la noche
su procesión de espigas candeales.
Pensamos unos mozos a caballo,
elemental belleza en los alcores,
y novias regresando de las viñas
por los senderos entre flores…
Pero no los busquéis por esta guía
de los sueños. Mejor sus piedras duras
sabed, el desamparo de sus lindes,
la soledad mortal de sus alturas.
Los hombres van dejando en los carriles
un reguero de vida que se pierde
como grano menudo entre las peñas
y ya nunca será trigo ni verde.
¡Qué extensa patria! harían los caminos
si juntasen sus lechos alargados
cerrando una heredad ¡y qué sufrida!
la población de sus desheredados.
No acertaréis a hallarlos sobre el mapa
dibujados en rayas diagonales.
Llevan los hombres con sudor escritas
en la memoria sus señales.