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¡Cerrad las puertas! Cese el acarreo

de las ramas sin fruto destinadas

al chasquido paciente de los llares.

¡Clavad con duros clavos las ventanas!


No más el hormigueo hacia las cuevas.

Pobre, pero cumplida está la patria

de montones oscuros repartidos

sobre el lecho extendido de las pajas.


Todo conviene al sueño: Está la sangre

como una tibia corza aletargada.

Nadie la mueva. Que se tenga el viento

frente al espino de la empalizada.


Tregua de Dios: invierno. Por las tejas

pasan los días y las noches. Pasan

los sueños en el humo…

No pasa nada.