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Pienso, en la vastedad de las alzadas,

el vínculo secreto pero cierto

que reúne el destino de sus gentes:

única sangre bajo el mismo cielo.


A veces se tropieza en las veredas

el hombre con el hombre, y el sombrero

hace el adiós, y salen las palabras

—pocas— desde la hondura de los pechos.


Porque es otro su modo de elocuencia,

que les viene de haber junto a los hielos

la endurecida piel disimulando

corazones que aman sin saberlo.


Lo saben cualquier día, cualquier noche,

cuando la voz profunda de los cuernos

avisa contra el lobo, hacia las trampas,

bajo las lunas trágicas del miedo.


Entonces es la patria solidaria,

oh patria extraña que no suma pueblos

sino esperas y largas soledades

del hombre en los estribos de lo eterno.