De entre estas peñas nace un hilo de agua
tan débil que parece destinado
a extinguirse sin valer remedio
a sed ninguna. Y nadie soñaría,
viéndolo infante a punto de perderse,
su próxima grandeza derramada:
Recogerá tributos que obligados
le vienen desde el fondo de los tiempos
hasta hacerse deseado y temido,
cantado por el coro de poetas,
seguido hasta su muerte en otras aguas
por la amistad callada de los astros.
Brota de entre estas peñas un suspiro
de agua, menos que un arroyo
como tantos perdidos en el monte.
Pero ha salido apenas a la luz
y ya es un nombre que repite el viento.
Dios lo sabrá: Por qué entre mil regajos
uno tan sólo hay que nace río.