Un hombre como ellos

Cuando Dios quiere hacerse muy del monte,

más cegador que el sol en los neveros,

más corporal que un árbol extendido

con los brazos abiertos,

más vivo que el cachorro más reciente,

más gustoso a la boca que el centeno,

más alto que la cumbre donde acaba

la imagen del invierno…


un hombre sube con su cruz pequeña,

sube un hombre pequeño,

por la cuesta del monte sube un hombre

como ellos.


Es como los demás. No extrañaría

nadie sus ojos que oscurece el viento,

el avezado son de sus pisadas

de campesino, el frío en sus cabellos.


Guardado entre la ropa lleva un vaso

que a los rayos del día echara fuego.

Sangre de Dios habrá cuando se alce

después de las palabras del misterio.


… Pero no se oirán las delicadas

flautas del órgano moviendo

el aire.

Ni la luz tendrá vitrales

con santos y prelados y guerreros.


En vano buscaríamos un ángel

que deje ver la gracia de su vuelo.

Para llevar a Dios junto a los hombres

va solo y cuesta arriba

un hombre como ellos.


Un hombre. Sólo un hombre

como ellos.