Avión de línea

¡Extraño mundo! ¡Tiempo inesperado!

Cuesta abrirse camino en la materia

terrestre que se opone a la esperanza

del hombre, y sin embargo,


media legua hacia el cielo, y ya unos ojos

nos miran muy vecinos desde un pájaro

de metal. Todas las tardes cruza.

Resplandece. Se acerca. Dios diario.


El hombre está labrando la alta tierra.

Despega el rostro de la tierra. Con su mano

alzada dice adiós: ¡Hasta otra tarde!


Y vuelve a la mancera del arado.

Del arado

romano.