Me acuso de que creo
en lo que veo,
y de que a veces veo
lo que no creo.
Que hay noches en que sueño
que rompo el velo,
y llega la mañana
y sigo ciego.
Que me digo a mí mismo:
creo que creo;
y otra voz me denuncia
que estoy mintiendo.
Solamente me acuso,
no me arrepiento.
Él bien lo sabe,
cómo peleo.