Estado de ánimo

Descúbrase. Te quitas la camisa.

Échese ahí. Estás crucificado.

Respire lentamente, y tú respiras

lentamente,

acompasas los tramos de la espera

hasta que un sobresalto te convence

de que ya están en ti.

Los ojos cierras.

Pero en la sombra tensa reconoces

cada instrumento por su propiedad,

la i de lo incisivo,

lo plano, lo cortante, lo rasposo.

Muerdes tu voz.

¡Y todavía callas

que ahora aceptarías la ruina, la vergüenza,

el desleal olvido de quien amas!

toda esa pequeñez que muchos dicen

sufrimiento moral, si te apagaran

este dolor, el único dolor,

el dolor físico.