Me dicen que a dos pasos de la reja
Sor Jesusa descansa para siempre.
Dentro de la clausura ningún sitio
hay más cerca del pueblo.
Vino de España un día.
No acabó de llegar y ya se puso
a hacer el mismo caldo de los pobres,
a medias el milagro y la alegría,
quizá un poco más suelto, el caldo verde.
Más de cincuenta años Sor Jesusa
allí y aquí, más de cincuenta años,
y sin quitarse los pobres de encima.