ESE CONDE DON MANUEL

ROMANCE CASTELLANO

Ese conde Don Manuel,

que de León es nombrado,

hizo un hecho en la corte

que jamás será olvidado,

con doña Ana de Mendoza,

dama de valor y estado:

y es que después de comer,

andándose paseando

por el palacio del rey,

y otras damas a su lado,

y caballeros con ellas

que las iban requebrando,

a unos altos miradores

por descanso se han parado,

y encima la leonera

la doña Ana ha asomado,

y con ella casi todos,

cuatro leones mirando,

cuyos rostros y figuras

ponían temor y espanto.

Y la dama, por probar

cuál era más esforzado,

dejóse caer el guante,

al parecer, descuidado:

dice que se le ha caído,

muy a pesar de su grado.

Con una voz melindrosa,

de esta suerte ha proposado:

—¿Cuál será aquel caballero

de esfuerzo tan señalado

que saque de entre leones

el mi guante tan preciado?

Que yo le doy mi palabra

que será mi requebrado;

será entre todos querido,

entre todos más amado.

Oído lo ha Don Manuel,

caballero muy honrado,

que de la afrenta de todos

también su parte ha alcanzado.

Sacó la espada de cinta,

revolvió su manto al brazo;

entró dentro la leonera

al parecer demudado.

Los leones se lo miran,

ninguno se ha meneado:

saliose libre y exento

por la puerta do había entrado.

Volvió la escalera arriba,

el guante en la izquierda mano,

y antes que el guante a la dama

un bofetón le hubo dado,

diciendo y mostrando bien

su esfuerzo y valor sobrado:

—Tomad, tomad, y otro día

por un guante desastrado

no pondréis en riesgo de honra

a tanto buen fijodalgo;

y a quien no le pareciere

bien hecho lo ejecutado,

a ley de buen caballero

salga en campo a demandallo.

La dama le respondiera

sin mostrar rostro turbado:

—No quiero que nadie salga;

basta que tengo probado

que sedes vos, Don Manuel,

entre todos más osado;

y si de ello sois servido

a vos quiero por velado:

marido quiero valiente,

que ose castigar lo malo.

En mí el refrán que se canta

se ha cumplido, ejecutadlo,

que dice: «El que bien te quiere,

éste te habrá castigado».

De ver que a virtud y a honra

el bofetón ha aplicado,

y con cuánta mansedumbre

respondió, y cuán delicado,

muy contento y satisfecho

Don Manuel se lo ha otorgado:

y allí en presencia de todos,

las dos manos se han dado.

***

Según nos informa el compilador Juan Alcina Franch, el episodio aparece atribuido al mismo don Manuel de Léon en el «Infierno de amor» de Garcí Sánchez Badajoz. La anécdota pudo estar sugerida por un hecho real: el bofetón que Alonso Enríquez (1354-1429) dio a una dama que lo desdeñaba y que se resolvió a aceptarlo como marido para asegurarse de que ningún hombre se le hubiese atrevido, a excepción de su legítimo esposo. Es decir, queda establecido una vez más el estatuto legal de los golpes de marido a mujer.