SALOMÓN - LA VERDADERA HISTORIA

RELATO BÍBLICO

Dos prostitutas se presentaron ante el rey Salomón. Y una de las mujeres dijo así:

«Óyeme, mi señor. Yo y esta mujer vivíamos juntas en la misma casa. Yo di a luz un bebé y tres días después, también ella dio a luz. Estábamos las dos solas, no había nadie más en la casa, ningún extraño estaba con nosotras. El hijo de esa mujer murió una noche porque se acostó sobre él. En medio de la noche, ella se levantó, tomó a mi hijo de mi lado, mientras yo dormía y lo acostó en su regazo. Y a su hijo muerto lo acostó en mi regazo. Cuando me levanté a la mañana para dar de mamar a mi hijo, lo hallé muerto, pero mirándolo bien a la luz vi que no era mi bebé, el que yo había dado a luz.»

«Eso es mentira», dijo la otra mujer. «Tu hijo es el muerto y mi hijo está vivo».

Y las dos prostitutas comenzaron a discutir delante del rey.

Y dijo el rey Salomón: «Tráiganme una espada y partid en dos al niño vivo y dad una mitad a cada una».

Entonces la verdadera madre sintió que sus entrañas se conmovían por su hijo y dijo: «Por favor, que le den a la otra el niño vivo, con tal de que no lo maten».

Y la otra dijo: «No será para mí, ni para ti. Que lo partan en dos».

Respondió el rey: «Entregad el niño a quien lo quiere vivo: ésa es su madre».

***

Durante años me intrigó la famosa historia del juicio del rey Salomón, que me parecía poco verosímil y sólo aceptable como parábola, no como un relato realista. ¿Por qué una de las mujeres estaba dispuesta a aceptar que mataran al niño? ¿No era obvio que se estaba delatando? Pero además, ¿no era un ser humano como todos, y por ser mujer, una madre potencial? Sin embargo, la Biblia es muy cuidadosa en cuanto a la verosimilitud de sus historias y no suelen dejarse detalles al azar. Cuando llegué a la verdadera historia (Reyes 3:16-27), encontré los elementos que faltan en el relato que suele contarse a los niños. Imaginen la situación de estas dos mujeres, dos prostitutas que compartían vivienda. Dormían con sus bebés en la misma cama. Una de ellas se dio vuelta dormida y lo ahogó con su cuerpo. Ahora imagínense el estado mental de esa mujer, enloquecida por el dolor de haber perdido a su hijo y por la culpa. No le importa que maten al bebé de su amiga porque está loca. En cierto modo, en las dos mujeres se encarna el ideal de maternidad.