EL GUSANO CHUK Y LA NIÑA PEREZOSA

MITO SHUAR

Cierta niña, desobedeciendo a su madre, se pasaba todo el día sin hacer nada, sentada sobre las cenizas tibias del fogón, jugando con el fuego y asando frutas y semillas para comérselas.

Había mucho trabajo por hacer. Pero la niña no quería ir a buscar agua, ni trabajar en la huerta, ni preparar la comida para los perros o llevarlos a hacer sus necesidades, ni echarle maíz a las gallinas.

La madre le había advertido muchas veces que una niña sentada así, con las piernas abiertas, corría grave peligro.

Y el peligro se cumplió. Un día, el gusano chuk penetró en la abertura de la vagina y la niña quedó preñada. Su pereza se hizo todavía mayor. Tenía un aspecto enfermizo que empezó a despertar sospechas.

Después de unos meses, la madre descubrió el embarazo y quiso saber de quién era el bebé. Pero ella no se atrevió a confesar la verdad.

La barriga crecía y crecía de tal manera que llegó un momento en que la niña ya casi no era más que barriga.

Muy enferma, le pidió a su hermano que la llevara al monte a comer palmito. Él subió con su hacha a una palmera. Ella se quedó abajo, esperando que le cayera un gajo de palmito.

De pronto, su hermano le gritó que se apartara, pero ya era tarde: un enorme racimo le cayó encima abriéndole el vientre. Y de la barriga de la niña se escaparon unos animales como armadillos. El hermano bajó y de un hachazo cortó en dos a uno de esos animales, que estaba repleto de sangre.

De vuelta en casa, le contó a la madre lo que había pasado. La madre no se sorprendió, porque la niña era muy desobediente. Desde entonces se evita que las niñas se sienten en el suelo con las piernas abiertas. El gusano también persigue a las solteras.

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Los shuar son indígenas de la selva amazónica. Según Milagros Palma, la investigadora que recoge este mito, los shuar fantasean sobre el instinto sexual de la niña asociándolo a un deseo voraz representado con frecuencia en los mitos por medio de una cópula con animales. Para inhibir el deseo de autosatisfacción y canalizar la energía sexual hacia la reproducción, se amenaza a la niña con todos los males posibles. El ocio es un vivero de malos pensamientos y puede arriesgar la reproducción.