ANTÍGONA

LEYENDA GRIEGA

Cuando Edipo supo que Yocasta era su madre, decretó su propio destierro de Tebas, se arrancó los ojos y se lanzó a mendigar su pan por los caminos. Su hija Antígona fue su lazarillo y compañía y lo cuidó con ternura filial hasta su muerte.

Antígona regresó entonces a Tebas, donde la esperaba una nueva prueba, más terrible todavía. Un ejército extranjero atacó Tebas y con ellos, guiándolos contra su patria, iba su propio hermano, Polinices. Su otro hermano, Eteocles, luchaba en defensa de la ciudad. Los hermanos se enfrentaron a las puertas de Tebas y murieron peleando uno contra el otro.

El rey de Tebas, Creonte, decidió enterrar con solemnes honras públicas al hermano que había luchado por la ciudad y dejar al otro insepulto. Antígona se negó a cumplir esa orden. Ella consideraba que su deber ante los dioses y los hombres era dar sepultura a su hermano, sin importar lo que hubiera hecho en vida. Ahora estaba muerto, y un muerto es sagrado. Desafiando la orden de Creonte con enorme valor, atravesó la ciudad y llegó hasta el cadáver de Polinices. Tomó del suelo un puñado de polvo y lo vertió sobre el cuerpo tendido: con ese gesto ritual estaba cumpliendo su obligación ante los dioses y mostrando a toda Tebas cuál era el deber moral de los vencedores frente a los vencidos.

Por este acto de fe fue condenada a muerte y encerrada viva en la tumba de sus antecesores, donde se suicidó ahorcándose.

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Imposible simplificar los múltiples significados de la historia de Antígona, que ha dado lugar a tantas obras a lo largo de la historia. En primer lugar, la tragedia clásica de Sófocles, que se basa en un mito popular mucho más antiguo. En el siglo XX, la Antígona de Anouilh; en nuestro país, Antígona Vélez, de Leopoldo Marechal, y más recientemente Antígona furiosa, de Griselda Gambaro. Hoy ha quedado relegada la interpretación de Hegel, que veía en Antígona a una mujer en su rol tradicional, aduciendo las sinrazones del amor familiar, frente a un Creonte dispuesto a hacer cumplir la ley en defensa de la toda la comunidad. La trascendencia y supervivencia del mito, renovado una y otra vez por la literatura universal, demuestra que el papel de Antígona es mucho más complejo. Entre otras interpretaciones, su coraje de mujer transgresora enfrentando una ley que considera injusta la convierte en representante de los derechos del individuo frente a un Estado represor.