CORAJE DE MUJER

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Quizá porque no se exige de la mujer demostraciones de coraje físico como las que son obligatorias para el hombre, los hechos de mujeres valientes resultan doblemente ensalzados. Se acepta que la más melindrosa de las mujeres, la misma que puede subirse a una silla cuando ve un ratón, se convierta en una leona salvaje cuando se trata de defender a sus hijos. Que las madres sean heroicas es lo mínimo esperable. En cambio, las muestras de valor guerrero, las mujeres que participan físicamente en el combate, se consideran excepciones dignas del mayor elogio. Una forma de demostrar coraje sin participar directamente en la lucha es avanzar con las tropas animándolas con cantos y gritos, como en el caso de las mujeres árabes, o de las mujeres guaraníes.

Un caso aparte son los cuentos, canciones y poemas sobre el tema de la doncella guerrera, muy popular en la Europa del Renacimiento.

También hay cuentos de distintos pueblos y culturas que presentan protagonistas mujeres dando muestras de un heroísmo que no necesariamente se expresa en la lucha, sino en el esfuerzo, la resistencia, y la disposición al sacrificio. Abnegadas, sacrificadas: así somos… o así se nos considera.

La leyenda de las Amazonas, esa tribu de mujeres guerreras que vivían apartadas de todo contacto con los hombres (excepto el mínimo necesario para continuar su especie) no es sólo una fantasía de la Antigua Grecia. También algunos pueblos africanos (los nupé, por ejemplo) las incluyeron en sus mitos. Los aruá, del Brasil, tienen también una leyenda equivalente (ver «Las novias del tapir»).