EN LO BUENO Y EN LO MALO

CUENTO ALEMÁN

Había una vez un sastre que maltrataba a su mujer. Ella era buena, trabajadora, piadosa, y sin embargo él nunca estaba conforme. No importaba lo que hiciera ella, el marido empezaba insultando y siempre terminaba dándole una paliza.

Tan grave era la situación que las autoridades del pueblo, alertadas por los vecinos, lo metieron en la cárcel para que se corrigiera. Tiempo después fue puesto en libertad bajo promesa de no volver a pegarle a su mujer, vivir con ella pacíficamente y compartir con ella lo bueno y lo malo.

Al principio el arreglo funcionó. Pero al poco tiempo el sastre volvió a empezar con sus ataques de mal humor. Como tenía miedo de ir preso si le pegaba, la agarró de los cabellos y la arrastró. Ella logró soltarse y se escapó al patio. Pero él salió con una vara, unas tijeras y otros objetos contundentes y empezó a tirárselos por la cabeza, agregando todo lo que tenía a mano. Cuando le acertaba, se reía. Cuando fallaba, gritaba y la insultaba furioso.

Los vecinos acudieron en ayuda de la mujer y lo llevaron otra vez ante las autoridades, que le recordaron su promesa: compartir pacíficamente con su mujer lo bueno y lo malo.

—Pero, queridos señores —dijo el sastre—. Yo no le pegué: justamente, lo que hice fue compartir con ella lo bueno y lo malo.

—¿Y por qué, entonces, ella se queja tanto? —dijo el juez.

—Nunca le pegué —insistió el hombre—. Primero la vi muy despeinada y quise peinarla con la mano. Ella se me escapó y trató de abandonarme. Salí tras ella y, como advertencia para que volviera a su deber, le tiré con lo que tenía a mano. Compartí con ella lo bueno y lo malo. Cada vez que le acertaba con algo por la cabeza, era para mí lo bueno y para ella lo malo. Y cuando fallaba el tiro, era lo bueno para ella y lo malo para mí.

A los jueces no les gustó esta contestación y le hicieron pagar su merecido.

***

Aunque éste parece ser explícitamente un cuento en defensa de una mujer golpeada, su estructura narrativa juega en favor del hombre que la golpea. El núcleo narrativo, la justificación del título, todo el sentido y toda la gracia del cuento está en las explicaciones que da el marido para lastimar a su mujer. Para atenuar el mal ejemplo, los hermanos Grimm (o tal vez el narrador original), que evidentemente desaprueban al sastre golpeador, agregan esa frase final acerca de su castigo.