ATENEA
MITO GRIEGO
Se suele repetir que Atenea nació de la cabeza de Zeus. No es tan sencillo. Ni siquiera Zeus detenta el poder femenino de crear vida.
Metis estaba encinta y a punto de dar a luz a una hija de Zeus cuando, a través de un oráculo, el Dios de los Dioses supo que, en el futuro, ella podía llegar a parir un hijo varón que lo echaría de su trono.
Entonces se la tragó. Con Metis encinta todavía adentro de su cuerpo, llegado el momento del parto, Zeus le ordenó a Hefesto que le partiese la cabeza de un hachazo. De la herida brotó una joven completamente armada que profirió un enorme grito de guerra: era Atenea.
Atenea fue siempre una diosa guerrera, armada de lanza y égida (una coraza de piel de cabra).
Protectora de Hércules y de Ulises, en el mundo griego Atenea es considerada la Diosa de la Razón. (La Minerva romana hereda sus rasgos.) Preside las artes y la literatura, función en la que tiende a suplantar a las Musas. Su relación con la Filosofía es más importante que la que mantiene con la Poesía y la Música. Como diosa de la actividad inteligente, protege también a las hilanderas, tejedoras y bordadoras.
Igual que Artemisa, la diosa de la caza, Atenea permaneció virgen. Cierta vez decidió visitar a Hefesto, el dios herrero, para obtener armas. El dios se enamoró perdidamente de ella. Atenea trató de escapar. A pesar de su cojera, Hefesto logró alcanzarla y la abrazó. Atenea se resistió y el dios no logró sus propósitos. Pero no pudo contener su loco deseo y mojó con semen la pierna de la diosa. Atenea, asqueada, se limpió con un poco de lana y la tiró al suelo. De la tierra así fecundada nació Erictonio, a quien Atenea consideró su hijo, crió y educó.
***
La situación de la mujer en el mundo de la Antigua Grecia era poco envidiable. Las leyes reconocían el derecho del hombre al divorcio y el repudio sin necesidad de alegar motivo alguno. (La mujer, para divorciarse, debía probar legalmente malos tratos). Pasaba toda su vida confinada en el hogar, en la parte de la casa que le estaba específicamente destinada, el gineceo, y no se le permitía participar de ningún modo en negocios públicos. Alrededor de los quince años la familia concertaba su casamiento sin consultarla. Las mujeres de baja posición social tenían más libertad para salir de sus casas. Las hetairas, prostitutas de lujo, eran en cierto modo una excepción, ya que recibían una esmerada educación, eran versadas en las artes y podían participar en los banquetes masculinos. Aspasia, la más famosa de las hetairas atenienses, fue la amante primero y después la esposa de Pericles.
Y sin embargo, el Olimpo está poblado de diosas poderosas y temibles. Hera, la celosa esposa de Zeus; Afrodita, bella y peligrosa; Démeter, la diosa maternal de la tierra y su hija Perséfone, la primavera. Ningún hombre es tan hábil cazador como Artemisa, ninguno es tan veloz como Atalanta. No hay pasión más feroz que la de Medea, dispuesta a sacrificar a sus propios hijos. Por debajo de ese lugar aparentemente relegado que le corresponde desde el punto de vista legal, la fuerza vital de la mujer griega reaparece reconocida en los mitos, al punto que las máximas dotes del intelecto se encarnan en una deidad femenina, como lo es Atenea.