LOS INFINITOS ENGAÑOS DE LAS MUJERES

CUENTO DE ORIGEN PERSA, HEBREO, HINDÚ O GRIEGO

Un hombre muy sabio había decidido escribir un libro sobre los engaños de las mujeres. Viajó para consultar distintos textos, estudió, se informó y creyó que su trabajo estaba completo: no quedaba ya ningún engaño que no estuviera allí escrito.

Volvía a su país, convencido de llevar consigo toda la información, cuando llegó, agotado, a una ciudad donde el gobernador había preparado un banquete para todos los habitantes. El gobernador supo de este viajero que venía de un país lejano, tuvo la impresión de que estaba enfermo y decidió llevarlo a su casa.

—Apresúrate a atenderlo —le dijo a su mujer—, quizá puedas darle algo de comer.

Y se fue para acudir con sus hombres al banquete.

—¿De qué camino vienes? —preguntó la mujer al viajero.

—Salí de viaje para reunir y escribir todos los engaños posibles de las mujeres y ya lo he escrito todo.

—Olvida por un momento tu trabajo —dijo la mujer—. Estamos solos en la casa. Ven y acuéstate conmigo, mi marido me abandona por otra.

Ella empezó a besarlo y abrazarlo y él se dispuso a ir a la cama para yacer con ella.

Inesperadamente, ella lanzó un grito terrible. Su marido, acompañado por sus hombres, vino corriendo a ver qué pasaba. El viajero cayó semidesmayado de miedo.

—Le di de comer a este hombre —dijo la mujer— y de pronto se atragantó. He gritado así porque temí que muriera.

—Dale de beber miel —le respondió el marido—. Pero dásela muy lentamente.

Y se volvió con sus hombres al banquete.

—¿Ya tenías escrito este engaño en tu libro? —le preguntó la mujer al sabio.

—No —dijo el hombre.

Entonces se levantó y quemó todos sus libros diciendo:

—En vano he trabajado.

***

De acuerdo al análisis de Chomsky sobre los lenguajes naturales, una característica que define el lenguaje humano es la prevaricación, es decir, la mentira. No hay ningún estudio estadístico que demuestre que las mujeres mienten más o menos que los hombres. Pero sin necesidad de estadísticas puedo asegurar que todavía hoy las mujeres estamos más preparadas para reconocer y eventualmente aceptar el engaño. Para los hombres, sigue siendo siempre, sobre todo, una enorme sorpresa.