EL ENGAÑO Y LA MENTIRA, LAS ARTES DEL ESCLAVO
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La tradición y los autores están de acuerdo en confirmar el prejuicio. Aunque tal vez no sea un prejuicio. Por algo la novelista estadounidensen Edith Warthon dice que las mujeres son expertas en la mentira y el engaño, las artes del esclavo. Las mujeres mienten, engañan, traicionan, falsean la realidad, hacen caer a los hombres en sus temibles trampas. Los hombres son crédulos, ingenuos, siempre dispuestos a creer en sus lágrimas o enojos. Estos cuentos, versos o refranes han sido específicamente diseñados para advertirlos: es necesario desconfiar.
No se encontrará en la tradición folklórica historias de hombres que engañen o mientan a sus mujeres. En el mundo árabe, de donde vienen muchas de estas historias, los hombres tienen derecho a poseer cuantas mujeres puedan mantener. En el resto del mundo, la mayor parte de las culturas aceptan la infidelidad masculina como un derecho natural. Y si bien a veces hay esposas celosas y molestas (hasta las esposas chinas suelen fastidiarse incómodamente con las nuevas concubinas) no tienen suficiente poder como para que valga la pena tomarse el trabajo de engañarlas. La mentira y el engaño no son artes que el amo necesite dominar para manejar mejor a su esclavo.
Como el mundo ha cambiado mucho, en los últimos años los hombres han tenido que dejar esa simpática franqueza que les atribuye la tradición para comenzar a elaborar sus propias astucias, engaños y mentiras a la hora de ser infieles.
De todos modos, la capacidad de las mujeres para el engaño no se limita a cuestiones de infidelidad. Hay mil circunstancias en que un hombre desprevenido puede caer en sus hábiles redes.