COSAS DE MUJERES

CUENTO-LECCIÓN DE LOS CHAGGAS, PUEBLO DE ÁFRICA

¡Presta atención, nieto mío! Mientras te enseño y ustedes, los niños mayores, enseñan a los más chicos, piensas así: «Nosotros, los hombres, somos inteligentes».

Si te fijas en las mujeres y ves cómo se reúnen de a cuatro o cinco para contarse cosas, puedes pensar: «En lugar de estar allí sentadas, deberían levantarse, irse a su casa y cortar el pasto».

Mientras conversas con otro hombre sobre este tema, puedes pensar: «Las mujeres son ignorantes y estúpidas».

Presta atención, nieto mío: de estúpidas no tienen nada. Nada en el mundo es tan inteligente como el sexo femenino. Debes saber esto: si eres como los demás hombres, no eres tan inteligente como una mujer. Es sólo que ella está a tu cargo. Si tú estuvieras a cargo de ella, te demostraría cómo te sobrepasa en inteligencia. Te advierto por lo tanto: una mujer puede retener cualquier cosa en su cabeza mejor que tú.

Presta atención, nieto mío: ustedes viven juntos, ella es tu esposa. Traes una vaca para que ella la ordeñe. Si a la noche te despiertas con un poco de hambre porque no comiste hasta hartarte, entonces le dices a tu mujer: «Si sólo hubieras cocinado un plato de comida con la leche, hubiéramos comido hasta hartarnos». Y ella te contesta: «Oh no, no alcanzaba para preparar una comida. ¡Trae más!»

Presta atención, nieto mío. Debes darte cuenta de lo inteligente que es la mujer. Porque la leche era suficiente, pero ella quiere dejar que se ponga agria, para que tome un gusto más fuerte y la comida tenga buen sabor. Pero tú la escuchas sin decir nada.

Al día siguiente, al amanecer, ella te dice: «Ayúdame y dale a la vaca una hoja de bananero, para que se entretenga masticando mientras yo voy a buscar bastante pasto». Y mientras estás cortando la hoja de bananero, piensas: «Muy bien, yo voy a mirar en la calabaza para ver si me estaba engañando cuando me dijo que no había bastante leche». Entonces, después de hacer tu trabajo, vas y levantas la calabaza, ves que hay leche, pero no tomas ni una gota y la vuelves a poner donde estaba. Cuando ella viene, no le dices nada, te levantas y te vas con los hombres.

Presta atención, nieto mío. Tu mujer va a buscar la calabaza y se pregunta: «¿Por qué mi marido habrá levantado la calabaza para mirar adentro?» Ella se da cuenta de que la tocaste porque la calabaza no está en la misma posición en que la dejó.

Si haces esto cuatro veces, la mujer hablará a tus espaldas: dirá de ti que eres un hombre que se mete en cosas de mujeres. Y después, si eres un poco rudo con ella, irá a quejarse a su familia. Y cuando discutan el problema, si ella no es una mujer muy bien educada, te puede decir: «Levántate y vete de aquí, monstruo capaz de andar levantando y mirando en las calabazas de las mujeres». Con lo cual dañará severamente tu reputación y los hombres te odiarán. Maldiciéndote, dirán: «¿Para qué un hombre va a andar tocando las calabazas de las mujeres?» Y cuando tu mujer hable de ti, dirá: «No quiero estar casada con un hombre que levanta calabazas de mujeres».

Presta atención, nieto mío: como hombre, no eres capaz de colocar nada en ningún lado de modo tal de darte cuenta si alguien lo tocó, como sí pueden hacerlo las mujeres.

Por lo tanto, te advierto: la mujer es inteligente. Si respetas lo que es asunto de mujeres, tu reputación no sufrirá. Y tu mujer te honrará porque sabrá que aprendiste a quedarte tranquilo y no molestar, como los demás hombres.

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El cuento-lección es una forma de relato típica de los chaggas de Tanzania, una forma de transmitir de padres a hijos las leyes, los modales, la forma de comportamiento correcta y aceptada por la tribu. Esta curiosísima historia, además de elogiar la inteligencia femenina, previene a los varones de un error, vicio o pecado que, a pesar de lo extraño que nos parezca, tiene su correlato en la cultura occidental. Hay muchas «cosas de mujer» que un hombre no debe hacer si quiere seguir siendo considerado auténticamente masculino, y esta regla es válida en todas las culturas. Se es mujer por naturaleza y no es necesario esforzarse en exhibir características femeninas. En cambio, la virilidad se construye, está siempre a prueba, siempre sujeta a dudas, y es necesario prestar atención a cada paso para demostrar que se es lo bastante masculino como para ser aceptado por los demás hombres.