¡LLEGÓ SKOTSL!

CUENTO JUDÍO

Las mujeres se quejaban de que todo perteneciera a los hombres: los preceptos religiosos y el poder terrenal, la posibilidad de leer la Torah en el templo, y la de ser los amos en su propio hogar.

Decidieron enviar una embajadora ante Dios para pedir justicia. Treparon una arriba de la otra, formando una enorme torre de mujeres que llegaba hasta el cielo. Arriba de todo estaba Skotsl, la más inteligente, la que mejor sabía hablar.

Pero de pronto la mujer que estaba abajo de todo escuchó llorar a su bebé, se dio vuelta para ver qué le pasaba… y toda la torre se vino abajo: ruido, confusion, huesos rotos, llantos. Y nunca más se pudo encontrar a Skotsl, la única que hubiera podido hablar con Dios. Las mujeres siguieron relegadas igual que antes, igual que siempre.

Desde entonces, cada vez que una mujer entra en una casa, las otras la reciben diciendo: «Llegó Skotsl». Porque saben que algún día, Skotsl volverá.

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Este antiguo cuento popular judío demuestra que la mujer siempre tuvo conciencia de su situación relegada dentro de la sociedad. Se puede comparar a otro cuento europeo en que las mujeres van a peticionar al rey para que cambie su condición. El rey, entregándoles una caja cerrada, les pone como condición que sean capaces de refrenar su curiosidad durante cierto tiempo. Pero las mujeres no pueden contenerse. Cuando abren la caja, el pájaro encerrado en ella sale volando y su ausencia delata ante el rey que no han sido capaces de superar su «natural» curiosidad femenina. La diferencia es que en esa historia queda claro que las mujeres merecen su situación inferior. En el caso de Skotsl también se justifica el lugar de la mujer, pero de una manera menos culpabilizante: las mujeres no pueden cumplir funciones públicas porque la crianza de sus hijos se los impide.

Un cuento jasídico expone el mismo conflicto en forma drástica. En el Día del Perdón, el santo rabino Jaím Urbak iba a la sinagoga a recitar la plegaria del Kol Nidre cuando escuchó el llanto de un bebé. Entró a la casa, vio a un bebé solo, llorando y se sentó a mecer la cuna. Entretanto, su congregación lo esperaba preocupada en la signagoga. Salieron a buscarlo y lo encontraron junto a la cuna. Desde entonces, el rabino Jaím Urbak prohibió a las mujeres ir a la sinagoga a escuchar el Kol Nidre.

Hoy, gracias a los cambios en la condición femenina en los enclaves desarrollados de la cultura occidental, todas las mujeres podemos ser esa mujer inteligente y culta, capaz de obtener el lugar que merecemos en la sociedad. Por fin llegó Skotsl, y vino para quedarse.