DE CÓMO LOS MALOS CONSEJOS DE MUJER SON MÁS PELIGROSOS QUE CUCHILLOS AFILADOS
CUENTO CHINO
Dos hermanos vivían en la misma casa. El mayor escuchó los malos consejos de su mujer y se distanció de su hermano.
Había llegado el verano y era tiempo de sembrar mijo. El hermano pequeño no tenía semillas y le pidió al mayor, que a su vez le dijo a su mujer que se las entregara.
La mujer coció el mijo bien cocido y en esas condiciones se lo entregó a su cuñado.
El hermano pequeño no se dio cuenta de nada. Era un hombre callado y trabajador. Roturó la tierra y sembró el grano cocido, que naturalmente, no germinó. Una sola semilla había quedado cruda, y así un tímido tallito verde brotó de la tierra.
Tan esforzado era el muchacho, tanto se afanó y luchó por su tallito, regándolo, cavando alrededor, protegiéndolo de las pestes y malezas, que el tallo creció desmesuradamente, hasta convertirse en una espiga gigante, con el tronco grueso como un árbol, que daba sombra a medio Oriente.
En otoño, la espiga gigante estaba madura. El hermano menor la derribó con un hacha. Un ave gigantesca llegó entonces, tomó la espiga en su pico y se la llevó. Desesperado, el hermano pequeño corrió detrás del ave hasta el borde del mar, arrojándole piedras.
—No me hagas daño —dijo entonces el pájaro, hablando en lenguaje de hombre—. ¿Qué es para ti una espiga? Yo puedo llevarte hasta la Isla de Oro y Plata: allí te harás rico.
Y en su lomo cargó el ave al muchacho, que se encontró de pronto en un lugar encantado, colmado de infinidad de riquezas. Pero él eligió solamente un puñado de piedritas de oro y se las guardó en el pecho.
—¿Te basta con eso? —se sorprendió el ave—. Me alegro mucho. Porque la desmesura es madre de todos los males.
De regreso, el hermano menor se compró un campo muy bueno y vivió tranquilo de su trabajo.
El hermano mayor le tenía mucha envidia. Y cuando se enteró de dónde había sacado el dinero, fue a pedirle consejo a su mujer.
—Muy simple —dijo ella—. Coceré el mijo dejando una sola semilla cruda. Cuando lo siembres, veremos qué ocurre.
Todo sucedió exactamente como antes. Pero cuando el ave gigantesca se llevó al hermano mayor a la Isla de Oro y Plata, el hombre enloqueció con el brillo de las montañas de oro. Se demoró durante horas tratando de elegir lo más valioso: dejaba unas piedras y tomaba otras, se llenaba los bolsillos de grava y los vaciaba para cargarlos de arena.
—¡Apresúrate! —le rogaba el pájaro—. Pronto saldrá el sol y tiene aquí tanta fuerza que hace arder a los hombres.
—Espera un poquito —dijo el hermano mayor.
Entonces salió el sol. El ave se marchó volando al mar y se zambulló en el agua para defenderse del calor. El hermano mayor se consumió bajo los rayos ardientes.
***
En todas las culturas euroasiáticas hay versiones del antiguo cuento del hermano rico y el hermano pobre. La intervención de la cuñada maligna que atiza la rivalidad entre los hermanos también es un tópico frecuente. Es curioso que este cuento, en que los malos consejos de la mujer no son el tema central, los lleve sin embargo en el título, que es también un proverbio chino.