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A LAS CINCO Y MEDIA del sábado, Carrie ponía los toques finales a su maquillaje y ya estaba lista. Se puso un suéter de algodón de manga larga color crema, de corte bajo con unos tejanos ajustados. Alrededor de su cuello tenía un colgante con una amatista que colgaba hasta sus pechos. Ella agregó colgantes que hacían juego y acomodó su cabello.
El Beouf Bourguinon estaba en el horno, calentándose. El aroma se expandía por el apartamento y se colaba por debajo de la puerta, bajando hacia las escaleras llenando los estrechos pasillos y el pequeño vestíbulo. La mesa estaba puesta con los mejores platos, blancos con pequeñas mariposas y flores en sombras de color lavanda y verde claro. La mesa pequeña y redonda estaba cubierta con un mantel lavanda hasta el suelo, con otro mantel color violeta más pequeño superpuesto. Las copas de vino de cristal y los vasos para el agua brillaban y había un candelabro de plata con una vela verde claro encendida en el medio de la mesa. Bastante romántico, puede que le de ideas. Ya las tiene las ideas, tengo que decidirme acerca de qué quiero que suceda.
Carrie dejó caer unas gotas de su perfume Liliac sobre sus muñecas y entre sus pechos. Justo cuando estaba poniendo la tapa a su perfume, el timbre de la puerta sonó. Ella miró a su reloj, dos minutos para las seis. Se rió a sí misma mientras caminaba a la puerta y apretaba el botón de entrada, sorprendida por la emoción que crecía en su interior.
* * * *
TAN PRONTO COMO ABRIÓ la puerta de hierro del edificio de piedra marrón, Grey olió el estofado francés cocinándose. Espero que eso venga del apartamento de Carrie. Mientras subía las escaleras, el aroma se volvía más fuerte y sintió su estómago rugir en consecuencia. Llevaba una botella cara de vino tinto en una mano y una docena de rosas en la otra. Una sonrisa creció en su cara ya que confiaba que podría hacerle el amor. Estuvo pensando acerca de Carrie durante toda la semana, el sabor de sus labios, la sensación de sus pechos, la firmeza de su trasero. Haber podido disfrutar un partido de béisbol juntos era la guinda del pastel. A diferencia de otras mujeres, ella se había colado bajo su piel rápidamente, acercándose a su bien protegido corazón.
Cuando ella abrió la puerta, estaba preciosa y él tenía razón, el estupendo aroma de cocina venía de su apartamento. La besó levemente, le dio las flores y entró. Esperando encontrar, como en cualquier otra mujer de su edad, un apartamento amueblado con muebles baratos, su boca se abrió con lo que vio. Caminó a la sala de estar y le impactaron los hermosos asientos rojos y naranjas a rayas a ambos lados de la chimenea. Un banco de zapatero viejo servía como mesa de café entre los sillones. Un mueble esquinero de pino, con su particular brillo, abrazaba la esquina mientras unas cortinas en tono bronceado de arpillera se movían con la leve brisa que entraba, incluso con las ventanas cerradas.
“Tu apartamento es precioso. ¿Has hecho tu todo esto?” Su vista viajaba de la sala de estar, a la cocina y por el pasillo hasta su habitación.
“¿Te refieres a si contraté un decorador? Claro que no, ¿por qué tendría que hacerlo?” preguntó ella.
“Algunas personas prefieren dejar la decoración en manos de otro.”
“Este es mi hogar. Quiero que sea de la forma que yo quiero. A mi gusto. No puedo dejar que otro decida por mí,” dijo Carrie mientras le pasaba un sacacorchos.
“Estoy de acuerdo.” Y abrió la botella de Cabernet Sauvignon que había traído.
“¿Tú decoras tu propia casa?”
Él negó con la cabeza. “Contraté ayuda. No sabía por dónde comenzar,” dijo él, avergonzado.
Un avisador sonó en la cocina, llamando a Carrie antes de que pudiera responder. Él vio la mesa redonda románticamente puesta para dos y las puertas francesas con cortinas blancas transparentes. Había una alfombra de paja, lámparas americanas viejas, un par de almohadones y algunas piezas de arte pequeñas en una repisa de mármol. Una credenza estrecha estaba detrás de uno de los sillones y portaba una hermosa cesta llena de frutas. Había un pequeño bol con nueces en la mesa zapatero. No había esperado encontrar un apartamento tan acogedor cuando le abrió la puerta. Miró al pasillo, en dirección a su habitación.
“Fuera límites por ahora...” dijo ella, siguiendo su mirada.
“¿No puedo hacer un tour? Me encantaría ver lo que has hecho, ¿puedo ver el resto?”
“Claro, ven,” ella lo llevó hasta la terraza la cual tenía una pequeña mesa de hierro gris oscuro y dos almohadones con estampados de pavo real sobre sillas también de hierro. Luego lo llevó hacia el pasillo y giró a la mini galería de arte que tenía colgada allí. Había un bote pintado a lápiz y tinta impresionista, dos platos decorativos en rojo con toques en dorado y turquesa, una montaña pintada al oleo y otros que él no tuvo tiempo de examinar detenidamente en su rápida caminata hacia la habitación.
Las paredes de la habitación de Carrie estaban pintadas en un azul cielo y retocadas con amarillo suave. El cubrecama era un estampado country con sombras en azul, amarillo y blanco. Tenía un pequeño y antiguo arcón francés de pino y lámparas blancas a cada lado de la cama. Vio la cama tamaño queen y sonrió.
“¿Para qué es eso?”
“¿Qué?” Grey intentó cambiar su sonrisa a un tono inocente pero falló.
“Esa sonrisa maliciosa en tu rostro.”
“Nada, nada, admirando tu habitación. Es una gran habitación, muy bien hecha. ¿No puedo hacer eso sin un motivo ulterior?”
“¿Qué es lo que te gusta de ella?” Carrie entrecerró sus ojos y giró su cara para mirarlo de frente.
“La decoración... los colores... para ser honesto, el tamaño de tu cama me dice mucho sobre ti.”
“¿Cómo es eso?”
“Si fuera una cama normal, entonces estaría seguro de que no la podríamos compartir pronto... Una cama doble me da el 50% de posibilidades, pero una cama tamaño queen significa...” se sonrojó y se dio cuenta de que estaba hablando demasiado.
“¿Qué significa?” preguntó ella.
“No importa,” dijo él, moviéndose hacia la puerta.
Ella tiró de su brazo y él se giró.
“¿Qué significa?” insistió ella. Bloqueó su paso en la puerta y puso las manos en su cintura.
“Significa que estás interesada en... pasar tiempo con alguien más en una cama grande para dos, especialmente un hombre de mi tamaño.”
“Ya veo. Sacaste grandes conclusiones, ¿no?” Puso su mano en su boca para cubrir una sonrisa.
“La esperanza habló de nuevo,” dijo él, atrayéndola para besarla.
“Debo ir por la cena,” dijo ella, separándose de sus brazos y andando por el pasillo.
Grey la siguió, mirando su balanceo mientras caminaba y su deseo crecía. Su corazón comenzó a latir más rápidamente mientras se daba cuenta de que Carrie podría ser la mujer que diera con los tres criterios de su lista.
Ella arregló las flores que él trajo en un jarrón y lo colocó sobre la mesa de café, y se paró para darle un beso de “gracias” y volvió a la cocina. Se quedó de pie en la sala de estar, mirando las piezas de arte originales en sus paredes, cada una perfectamente enmarcada y arregladas de forma artística, hasta que escuchó un grito, y luego un estrépito. Corrió hacia la cocina y encontró a Carrie agarrándose las manos, con lágrimas en sus ojos.
“¿Qué ha pasado?”
“A veces olvido... Agarré la bandeja sin el guante,” dijo ella.
Grey rápida y calmadamente fue al congelador y tomó unos trozos de hielo. Tomó su mano, y delicadamente se lo puso sobre la piel quemada manteniéndolo con una mano. Con la otra, agarró un pequeño bol del armario y lo llenó con agua fría. Luego metió el hielo en el agua y la acompañó hasta la mesa donde iban a cenar. Ella se sentó e introdujo la mano en el agua helada.
“Manténla ahí. Iré a por la comida,” dijo él, besando el área lastimada antes de que la introdujera en el bol, secando una lágrima de su mejilla con su pulgar.
Carrie se sentó mientras seguía manteniendo su mano en el agua. Miró a Grey empuñar la cacerola adecuadamente y llevar los tallarines y la ensalada a la mesa.
“Tienes experiencia, veo,” dijo ella, tratando de encender la vela con una mano.
“En una familia grande, todos ayudan a la hora de la comida,” contestó él, quitando las cerillas de su mano y encendiendo la vela con un solo movimiento.
“¿Dónde creciste?”
“Al norte de Nueva York, en un pueblo pequeño... probablemente nunca hayas oído hablar de él. Pine Groove.”
Ella negó con la cabeza.
“Chico de campo, ¿eh?” Carrie puso su mano quemada en el agua con hielo.
“Fácilmente trasplantado a la gran ciudad,” contestó volviendo a la cocina.
“¿Vas a tu casa a veces?”
“En vacaciones,” dijo levantando la voz para que así pudiera oirle mientras apagaba el horno y se sacaba los guantes de cocina.
“Tienes suerte.”
“¿No visitas a tus padres?” preguntó él, sentándose en la mesa.
“Tienen vidas ocupadas. A veces voy por Navidad, pero viajar es un temazo.”
“¿Y tu hermano?”
“Él pasa tiempo con ellos, no vive tan lejos y es maestro así que tiene tiempo.”
Él notó un deje de tristeza en su voz. Una mujer con todos esos talentos y no estaba casada ni comprometida... ¿o si?
“No estás con nadie, ¿verdad?” el se sirvió más vino.
“¿Estaría saliendo contigo si lo estuviera?” ella lo miró a él.
“Espero que no.”
“Estoy disponible, si esa es tu pregunta. No estoy viendo a nadie... a nadie regularmente.” Ella tomó un sorbo del vino que había traído y sonrió con aprobación.
“¡Por la cocinera, larga vida y mucha felicidad!” brindó para después llevar la copa a sus labios.
Ella sonrió y bebió también.
“¿Entonces hay alguien más?” su cabeza se levantó levemente y sus ojos hicieron contacto con los de ella.
“No realmente. Estaba... umm... estaba. Tú no te pensarás que yo estaba en casa cada noche esperando tu llamada, ¿no? Tuve uno o dos hombres en mi vida cuando te conocí.”
“¿Y ahora?”
“¿Ahora?” ella se sonrojó.
“¿Los sigues viendo?” preguntó agitando la servilleta de tela y colocandola sobre su falda.
“En realidad... bueno...”
“¿Y?” preguntó él mirándola a los ojos.
“No,” admitió ella, bajando su mirada hacia el plato.
“Bien. No me gusta compartir,” dijo él tomando su primer bocado.
“¿Y tú?” preguntó ella mirándolo fijamente.
“Eres mi única mujer en este momento.” El día anterior él había decidido no llamar a Mónica de nuevo. Y a Louisa tampoco. No estaba interesado en ninguna de las dos, de hecho, en ninguna mujer desde que había conocido a Carrie.
“¿Ahora? Yo tampoco comparto,” expresó ella, arqueando una ceja.
¡Vaya! ¡Esto ha ido por los pelos! Nunca pensé que ella podría tener otro hombre.
“Está genial,” dijo él, cerrando sus ojos, masticando la comida en su boca por algunos segundos.
“Si, ¿no?” Ella cortó la tierna carne con el lado de su tenedor, evitando no usar su mano lastimada.
“Dios, está más que bueno, está increíble. ¿Lo preparaste tu esto?”
“La receta secreta de mi madre,” su sonrisa creció ampliamente.
¡Tiro al blanco! Tiene las dos primeras de la lista, caliente.
Él se sintió nervioso y mareado, a medida que comprobaba cómo ella se aproximaba más a sus sueños. Nadie había llegado tan cerca desde hacía mucho tiempo. Parecía que encontrar una mujer que pudiera cocinar y crear un hogar con buen gusto era como encontrar un trébol de cuatro hojas. Se deleitaba con la comida, saboreando cada bocado.
Comieron en silencio por un rato, hasta que Carrie pasó su lengua por su labio inferior para chupar un poco de salsa. Grey miró su lengua y sintió cómo su pulso crecía. Ella miró a sus ojos, y luego descendió la mirada hasta sus labios. Ella se sonrojó cuando él le sonrió confirmando que se había dado cuenta y luego se concentró en la comida nuevamente.
Cuando terminaron, Grey se levantó para recoger la mesa.
“¿Cómo está tu mano?”
“Mucho mejor, gracias.” dijo ella, mirando las quemaduras en la parte interior de su dedo.
“Quédate aquí. Yo limpiaré. ¿Quieres que los apile?”