Por fin, un poco de silencio en el tren especial para recoger por escrito a posteriori algunos sucesos.
El 17 de abril se celebró el entierro del jefe de región administrativa Wagner-Múnich.1 También apareció el Führer, y luego habló con nosotros. Abordó casi exclusivamente el problema del acorazamiento de nuestras divisiones. Era del año 1940. Pero no era suficiente contra el T34.2 Estas recientes armas de asalto estaban resultando ser las mejores. Y ahora las fabricaban a gran escala. Luego dijo que observaba sereno los acontecimientos. Íbamos a reconquistar el Este. No se habló de la fuerza aérea.
En la cena el Führer me hizo llamar. Me interrogó en relación a las noticias finlandesas sobre Tartu. Yo le dije lo que se recoge en el informe que aparece en el anexo [falta]. El Führer me dijo que era bueno que él lo supiera todo, que así podría responder adecuadamente.
La conversación recayó después sobre adquisiciones artísticas. El Führer relató que había comprado varias cosas muy hermosas de Fragonard y Boucher. Yo dije que, con arreglo a lo ordenado, las colecciones de F.[rancia] estaban parcialmente alojadas en la mina correspondiente, pero que estaban en riesgo por la humedad. El F.[ührer] estaba preocupado (un par de días atrás había preguntado a Bormann sobre qué pasaba con eso). Estaba visiblemente abatido en relación a Mussolini. La fortificación de los Alpes construida con nuestro material tenía que haber sido perfectamente conocida por M[ussolini]. «Él mismo la ordenó.» Se han hecho tomas exhaustivas. Inmensas masas de hormigón, grandes centrales eléctricas en el macizo, como cuevas encantadas. Pero no en Libia o Sicilia. Los jefes de regiones administrativas Hofer y Rainer hablan a la vez de la total eliminación del fascismo y de la traición consciente de Mussolini al Führer.3 Aducen la visita a M. en Berghof con el anuncio de sus medidas. Cabe pensar que M. venga con toda clase de quejas. Le informo de un memorial fascista que me habían enviado en el que se describía a Mussolini rodeado todavía hoy de masones. Sobre todo Buffarini, el ministro del Interior.4 El Führer opina que eso es ampliamente cierto y manifiesta que el único que le causa una buena impresión es Preciosi.5 Edda Ciano había intentado salvar a su Galeazzo con cartas que contenían un descarado chantaje.6 Me quedé sorprendido al enterarme de que la repulsiva Edda no era la hija de Donna Rachele,7 sino la hija ilegítima de una judía. (¿De verdad?) Edda ya está en su convento suizo y tal vez escriba sus «memorias», que venderá a buen precio. El Führer concluyó: «Yo no he cometido traición».
Le puse al corriente de los preparativos del congreso antijudío.8
La conversación fue a dar después a cuestiones urbanísticas. Yo defendí enérgicamente la futura eliminación de las grandes ciudades. Era un error llevar a Berlín a todas las grandes centrales administrativas de la industria. Y al contrario, tampoco debía permitirse que las ciudades se convirtieran por desintegración e «imperceptiblemente» en campo. Cada una, pueblo y ciudad, tenía su estilo. La mezcla era perjudicial. El Führer me dio la razón, indicando además que en Sajonia las ciudades se fusionaban directamente unas con otras. Nunca se podía renunciar completamente a los edificios altos, por ejemplo cuando se trata de hospitales, etc. Por lo demás, Berlín tiene un mal suelo. En su momento él había querido construir una nueva capital para el Reich a orillas del Müritz. El suelo, sin embargo, era allí igualmente malo para la construcción.
La batalla por Sebastopol pone fin a la tragedia en Crimea. En estos días no dejo de pensar en mi viaje del verano [1943]. Tras las últimas vistas del mar Negro desde la cima del paso en la puerta Baydar, el viaje continúa hacia el norte, hacia el paisaje de colinas de la meseta.9 Aquí había espacio para varios pueblos alemanes. La mala carretera discurría por delante de innumerables cráteres de granadas, la mayoría llenos de amapolas silvestres. Luego se llegaba a la ciudad de Balaklava, completamente agujereada por los disparos.10 En un estrecho golfo casas de pescadores y viviendas, completamente agujereadas, destrozadas por las granadas. Una pequeña e insignificante población. Luego a pie a lo largo del muro genovés hasta la entrada del golfo. Frente a nosotros el mar infinito, verde, azul oscuro. Pensaba en Karl Ernst von Baer, quien a la vista de esta ensenada se había dicho: Pero ¡si es la bahía de los lustigones! [?]11 Y de hecho se entregó a la investigación de los referentes reales de la Odisea. Este agudo tratado es hoy tan merecedor de ser leído como su ensayo sobre el país de Ofir.12 Aquí en Balaklava estuvieron en su momento navegantes griegos, conquistadores y comerciantes. Los nativos habían arrojado desde las rocas sobre sus barcos pesados bloques de piedra, y a menudo los habían destruido. Escila y Caribdis; los Dardanelos, la triangular isla de Helio delante (y no como la isla de Sicilia, por ejemplo, inabarcable con la vista).13
En unos pocos metros cuadrados estaban sentados unos cuantos granaderos berlineses en su M. G. Un año ya. Ahora serán retirados.
Continúa. Por campos de batalla históricos. Bajo un molino un oficial narra la conquista de Sebastopol. La determinación de algunos valientes había decidido su destino. Merece mención especial la unidad tártara. Sebastopol: una única montaña de escombros.
Solo quedaban en pie los testigos de la Grecia antigua: los pilares del templo y el museo seguían en pie, nuestra artillería y aviones los habían dejado intactos. El culp piloto culpable de la intencionada destrucción de una iglesia rusa en las proximidades había sido castigado. Un anciano erudito ruso explica los hallazgos. Una plaza por la que se había luchado encarnizadamente durante siglos, esta bahía de Sebastopol —parece que tenía ciento veinte mil [¿habitantes?], sesenta mil habían huido, cincuenta mil debían de yacer muertos bajo los escombros.
¡Inkerman! Un concepto vinculado a la guerra de Crimea, al igual que la colina Malakov.14 Un estrecho valle flanqueado por altas paredes verticales de montañas de piedra caliza. La montaña de la derecha está unos ochos metros hundida: testigo de una tragedia humana. Aquí se usaron grandes cavernas en las rocas como depósitos de munición, hospital militar, para acoger a los refugiados de la ciudad. Cuando llegamos nosotros un oficial ruso apretó una palanca (¿tal vez desde fuera?) y en un par de minutos quedaron enterrados bajo las rocas de la montaña unas seis mil personas. Y ahí yacen todavía y tal vez para siempre, sepultados bajo rocas del tamaño, en algunos casos, de casas enteras. Desde el otro lado, también dotado de cavernas, podemos ver esta «razón de estado» soviética y el alma entera de este oeste, extraña, falta de personalidad.
El viaje continúa por Batchtschi-Sarai15 hacia Simferópol. Yo estuve aquí hace veintiséis años, a través el pueblo Albat [palabras tachadas, ilegibles]. Todo parecía abandonado. Allí donde antes los herreros y zapateros fabricaban objetos de plata y zapatillas, donde las tártaras, con sus coloridas vestimentas, fumaban sentadas en sus humildes balcones, donde en cierto modo el estado de ánimo general recordaba a las Mil y una noches, no quedaba ya nada semejante. Las tiendas sucias, las calles inmundas. El «palacio mismo» quizá también en ruinas. Quizá el ojo se vuelva algo más crítico a la vista de este espectáculo. Luego viajamos de vuelta a Melitópol en avión.16
Y hoy las tropas soviéticas se mueven de nuevo libremente por el país y probablemente diezmarán a los tártaros incluso más de lo que lo habían hecho ya. Ellos nos telegrafiaban dándonos las gracias por autorizarles a reabrir las mezquitas. Lo que posiblemente ahora no les perdonarán.
Tras muchos viajes queda siempre un grupo de constataciones merecedoras de permanecer en nuestra memoria. Si mi pereza a la hora de escribir no estuviera ahí enriquecería nuestra historia con algunas imágenes, pero solo rara vez me decido a apuntar algunas cosas. El recurso al dictado nos ha hecho a todos vagos para las cartas. Y para las memorias personales. Pero estas últimas no se dictan.
A partir del 10 de mayo encuentro de mis representantes en la región administrativa y de los delegados de formación de las organizaciones en el Mariemburgo cerca de Wurzburgo. Anuncio de asuntos del Reich. Texto de una alocución mía sobre radio y prensa. Luego hablé por primera vez ante representantes del partido sobre mis esfuerzos por conseguir un entendimiento entre ingleses y alemanes. Es bueno que en esta ocasión se abordara el tema, porque las breves anotaciones que había hecho se han quemado. El congreso salió muy bien gracias a las sustanciosas conferencias.
Luego a Linz. Conferencia interna de formación sobre el tema «¿Hemos visto correctamente al bolchevismo?». Mitin público sobre «justicia social». Luego pequeño viaje por la región administrativa. A Eferding, allí donde Krimilda, en su viaje hacia Ezel, pasó la noche.18 Donde Stefan Fadinger con tres mil soldados fue derrotado y asesinado por Pappenheim.19 El escritor Itzinger nos relató todavía conmocionado el desarrollo de la guerra de los campesinos en el lugar en el que hay lápidas conmemorativas de los campesinos.20 Después al famoso Vierkanthof desde donde supuestamente escribió Pappenheim su célebre carta. Charla con viejos nazis que hablan de su época de guerra. En Wöllersdorf: llaman a un cura: este vino henchido de esperanza, confiaba encontrarse con pecadores carcomidos por la culpa.21 Y ahí le explica un hombre de ochenta años que le han llamado para comunicarle que dejan la iglesia. Y que tenía que tomar nota de ello por escrito. El alcalde de Eferding: una mujer de ochenta y dos años va a verlo y le dice que ahora ya está informada y que no quería volver a estar en la iglesia con esa compañía. El alcalde: pero si usted ya tiene más de ochenta años. Respuesta: así es, por eso precisamente tengo que darme prisa. Nos agasajan con antigua hospitalidad. Son personas buenas y capaces las que trabajan allí. El ambiente se relaja y destensa progresivamente, entonces Itzinger me dice: es la mejor visita que ha tenido Eferding desde Krimilda. Y yo tenía la sensación de que lo decía en serio. Luego otras dos visitas más, los hijos en la Wehrmach, y a los trabajadores también, el servicio también, hay quince trabajadores extranjeros por cada trabajador alemán.
Por la tarde en el lago Mondsee. Al día siguiente en el castillo Kogl cerca de mi oficina alternativa para el Arte Formativo.22 Revisión de los ambiciosos trabajos ordenados a elaborar un fichero de los patrimonios artísticos judíos confiscados en Francia. Al día siguiente, Berlín. Pernocto en el tren especial. Alarma principal. Buscar el refugio en la oscuridad, con lluvia, entre los disparos de la defensa antiaérea y el rugido de los motores. Cuando llegamos casi ha acabado el ataque. Esto es cuestión de suerte.
Un par de días trabajo en el Ministerio, luego a Westfalia-Norte. Resulta siempre muy refrescante y reparador ver a los firmes e inconmovibles westfalianos. Viajando por la región uno recobra los ánimos: acogedoras casas de paredes entramadas, delante de ellas castaños, robles o hayas. Campos de cultivo bien cuidados, niños rubios. La escuela de la JH, en un antiguo castillo. Limpia, nueva construcción de madera, chicos elegantes. En una ocasión habían bautizado solemnemente al viejo borrico de la escuela en el lago, con el nombre Clemens August, por lo que el obispo de Münster, del mismo nombre, había elevado solemnemente protesta en una carta oficial. El viejo burro, que también nos enseñaron, era tan terco como debió de serlo en su juventud.
Conferencia en el castillo de Lübbecke, dedicado a la formación y hermosamente ubicado (sobre campesinado y gran industria, preparación de un futuro debate. Nacionalsocialismo al lado de los campesinos[)]. En la visita a un taller de sillas de montar se descubren las hermosas tradiciones campesinas westfalianas y sus destrezas. Sus costumbres traslucen su hermoso y antiguo amor a los caballos: cuando muere un campesino su caballo ensillado sigue al ataúd y durante el sermón puede mirar hacia la iglesia junto a la tumba de Viduquindo.
Mitin multitudinario en el pabellón Oetker en Bielefeld. Viejo espíritu, como cuando los viejos combatientes. Bielefeld solo bombardeada en algunos puntos. Tarde de camaradería que duró hasta la madrugada. A la mañana siguiente discurso de inauguración de la exposición de arte en Bad Oeynhausen. La exposición sorprendentemente buena, de ochenta artistas de Westfalia que se barajaban, solo faltaban veinte. Visita al castillo Vahrenholz a la BdM.23 Cantos, gimnasia y baile al aire libre. La lideresa de la BdM es extremadamente competente, la única que está casada. El marido en el frente. Comida con la baronesa Oeynhausen, vieja conocida del Führer: dos hijos desaparecidos en Rusia.24 Ella conserva su vieja actitud. Por la tarde visita al jefe local de los campesinos, finalmente visita a una fábrica de Steinhäger con el obligado trago de aguardiente. Luego parto hacia Holanda.
Por la mañana en Haya.25 El comisario del Reich Seyss-I.[nquart] vive bien, en un gran parque, Clingendaal. Viaje a Delft. Un ayuntamiento precioso, con salas impresionantes con pinturas en las paredes, como si no rugieran cada noche los motores ingleses sobre Holanda. El alcalde, un miembro del Nationaal-Socialistische Beweging, profundamente odiado por lo holandeses que no quieren comprender el signo de los tiempos y siguen soñando con que los británicos van a reconquistar para ellos precisamente sus reinos de islas [?]. En Róterdam descripción de los planes de construcción, instructivo circuito por el puerto. El alcalde del NSB causó muy buena impresión. Al mediodía en Clingendaal, por la tarde discurso para nacionalsocialistas sobre la esencia del humanismo. Este nos sale a menudo al paso en su versión holandesa, obstaculizando, limitando, de modo que nos parece aquí necesaria una revisión y valoración general de este movimiento que en su día fue revolucionario. Por la noche, con el director de la Sección de Trabajo Países Bajos del NSDAP. La conversación que surge ahora tan a menudo sobre el futuro biológico del pueblo a[alemán]. Comunicado de Eigruber: veinticinco mil caídos en Oberdonau dejan ocho mil niños huérfanos.26
En Ámsterdam visito primero a mi delegación. Allí hemos confiscado el Instituto Internacional Marxista, que estaba pensado como central de la lucha espiritual contra nosotros. Muchos países les habían proporcionado literatura «científica», pero también les habían enviados muchos otros documentos de valor histórico. Su estado era desastroso y caótico, y desde hace tres años se está poniendo orden en las cosas. Ya se utiliza como biblioteca y ofrece fuentes documentales únicas como centro de investigación para el movimiento social conjunto europeo. Junto con mi biblioteca soviético-rusa en Racibórz,27 el marxismo algún día podrá ser estudiado en las Escuelas Superiores, mejor que en ningún otro lugar. Para mi gente fue una inmensa alegría, cómo no, poder enseñar el resultado de su trabajo. Luego visita a la Acción Muebles. Mi delegación ha proporcionado casas en Holanda a treinta mil víctimas alemanas de los bombardeos. Me pudieron enseñar algunas cosas más, sobre todo almacenes de libros que habían sido confiscados. Quedan todavía por ahí unos ochocientos mil volúmenes sin examinar. Se ha llevado a cabo una selección y han ido a la biblioteca del N. S., luego se destinarán a las librerías de la Wehrmacht o a los holandeses.
Por la tarde conferencia en el auditorio sobre «Soluciones ensayadas al problema de Europa». Las Juventudes Holandesas con camisas azules junto a nuestras JH. Al menos la mitad de los reunidos eran del país. Inaudito eco. Esto muestra cómo algunos enérgicos círculos de los Países Bajos han recuperado el rumbo y avanzan ahora hacia una nueva época. Como ministro del Este he fomentado especialmente la participación de los holandeses en el Este e instado a la fundación de la Compañía pa Holandesa del Este. Había recibido a su presidente, Rost van Tonningen, poco antes de la reunión. Viaja próximamente a Lituania por mercancías holandesas, y luego me presentará un informe en Berlín. Por la noche amigable tertulia con todos los integrantes de mi delegación, y después regreso a Clingendaal.
Esa misma noche, con Seyss-I.[nquart], larga entrevista sobre el congreso de Cracovia,28 sobre la Academia A.[lemana], los holandeses en el Este. De acuerdo en que la A.[cademia] A.[lemana] se centre exclusivamente en la investigación de la lengua, que aborde aspectos de la cultura alemana en el extranjero, pero que no se entrometa en los temas de investigación nacionalsocialistas. S. I. me pidió que enviara un representante al consejo para ponerle enseguida al corriente de la planificación del trabajo. Al día siguiente dimos un largo paseo y charlando sobre temas generales nos fuimos conociendo mejor. Él viene de los campamentos para jóvenes cristianos, antes tenía muchas dudas, pero ahora parece haberse desecho de ellas. En cualquier caso, a él le parece importante subrayarlo en observaciones puntuales. Visita a la Sala de los Caballeros, a los Estados Generales, etc., luego visita a Mussert. Lo conozco desde 1941, cuando fue mi invitado a la inauguración del Instituto para la Investigación de la Cuestión Judía en Frankfurt. Comenzó de inmediato una conversación sobre las penurias holandesas, explicó su opinión sobre la dietsche Frage,29 lamentó que se equiparara a los flamencos con los valones, se sentía furioso por la entrada de Degrelle en Bruselas, la «ciudad neerlandesa como Dánzig alemana», en un carro de combate (contraviniendo por lo demás las órdenes).30 Para terminar, relación con la iglesia. La iglesia había negado sepultura a un miembro del NSB. Yo: por qué alterarse por eso, en Alemania comenzó exactamente igual, con el resultado de que al principio muchos de nosotros queríamos llevar nuestra bandera a las iglesias y ahora son ellas las que pedirían en vano que lo hiciéramos. Si el cristianismo no sabe aprovechar las oportunidades que aún se le ofrecen que se quede en el camino. A poder ser sin destrucción de imágenes. Lo que teníamos que hacer es algo mucho peor para ella: hacerla innecesaria. Mussert aseguró enfáticamente su total adhesión a mis palabras. (Hace algún tiempo leí un discurso suyo en el que decía que no había lugar para los no cristianos en el NSB). Mussert, un ingeniero que se desarrolla lentamente, ha recorrido extraños caminos, es un excéntrico y por lo que parece sigue con convencimiento interior y decididamente nuestro rumbo. Durante la comida me recibió oficialmente con un largo discurso y me dio la bienvenida como nacionalsocialista, como pensador ideológicamente vanguardista y como hombre europeo. Subrayó entre otras cosas que ese día le gustaría hacer llegar a toda Holanda unas palabras mías de mi discurso del día anterior: «Ni los más cristianos de entre los hotentotes serán capaces de construir catedrales góticas». Dijo que era una imagen que lo aclara todo. Yo: pero entraña en sí espiritualmente el rechazo de los dogmas cristianos fundamentales.31 M.[ussert] visitó en una ocasión a Pacelli, cuando este era aún cardenal secretario de Estado. Parece que le dijo fríamente: para nosotros el nacionalsocialismo y el bolchevismo son lo mismo.
Mi vecino de la derecha, el suplente de M., me habló de una conversación con un jesuita holandés en Roma. Sobre El mito y Dunkelmänner («Hombres oscuros»). Mi vecino: Sí, si ahora lucháis es verdad lo que dice R.[osenberg], ¿o no? El jesuita: eso es lo peor, que R. tenga tanta razón. Obviamente, un toque nacionalsocialista polarizaba a este jesuita holandés.
Mussert me entregó como recuero dieciséis volúmenes, algunos de arte neerlandés, y la traducción al alemán de sus últimos ensayos en los que había citado sobre todo pasajes de mi discurso de Praga sobre la «libertad de pensamiento en Europa». Me gustaría mucho poder seguir algún día su invitación a conocer la belleza de Holanda de civil y a pie y no viendo las cosas pasar desde el coche.
Me he retirado a Michendorf32 durante el fin de semana para inspirarme y conseguir así tomar algunas notas sobre los acontecimientos de los últimos días.
Nos ha afectado mucho a todos la muerte del c.[oronel] g.[eneral] Dietl.33 Lo vi dos días antes de su accidente en Sondhofen [Sonthofen en Baviera], donde pronuncié una conferencia ante doscientos generales sobre la relación germano-británica. El coronel vino a darme las gracias en su nombre con su clásica cordialidad. Luego le pedí que se sentara a mi lado durante la comida.
En S.[onthofen] es habitual colocar a los comensales siguiendo un criterio de alternancia, es decir, en este caso un alumno A[dolf] H[itler] junto a un jefe pol[ítico] o general. El procedimiento proporcionaba siempre a los oficiales un inmenso placer, los jóvenes frescos y directos preguntaban y contaban y se soltaban a hablar libremente y demostraban los buenos resultados de los métodos educativos aún en estado inicial. Dietl miraba sonriente a su alrededor y decía: por ellos, luchamos por ellos. Yo le contaba lo que posiblemente no podía saber: la prehistoria política de la empresa noruega: que el antiguo gobierno n.[oruego] prácticamente ya había alcanzado un acuerdo de desembarco con el inglés y el francés y que sus delegados también habían estado, entre otros, en Narwik [Narvik] para determinar las medidas de la sección transversal del túnel (artillería pesada, etc.) y también la profundidad. Y eso me lo habían contado a mí los que de verdad sentían un miedo patriótico ante una ocupación bolchevique. Así que se concertó con el comandante de Narwik (mayor Sundlo) que él por su parte, en defensa de la idea de la Gran Alemania que Q.[uisling] defendía, no dispararía sobre soldados alemanes.34 D.[ietl] se quedó asombrado de oír todo aquello y dijo que él tampoco disparó.
D. dio las gracias por las dieciocho conferencias que había impartido mi colaborador el Dr. Strobel para sus equipos y volvió a invitarme a visitarlo a él y a su ejército.35 Nos estrechamos la mano y se fue a ver al Führer. Su entierro en las inmediaciones de Salzburgo fue muy solemne, el Führer habló profundamente extraordinariamente36 conmovido. Por primera vez lo vi marcharse afligido.
En el Este retirada, incesantemente. No me corresponde a mí emitir juicios sobre asuntos militares, lo que sin embargo está claro es que muchos altos oficiales no han entendido el sentido revolucionario de esta guerra, y que enredados en los aspectos técnico-militares le prestan mucha más atención a lo formal que al ímpetu, a la actitud y a la pasión. Muchos reaccionarios reincorporados están lejos de sentirse agradecidos por poder volver a ser oficiales en lugar de seguir vendiendo telas, vino o maquinaria. ¡Muchos de ellos generales y mariscales de campo! La nueva dirección no va con ellos. Los oficiales supervisores nacionalsocialistas han llegado bastante tarde. A finales de 1940 (9 de noviembre) llegué a un acuerdo con Keitel sobre la formación ideológica de la Wehrmacht que al principio no pudo ser realmente llevado a cabo. Cuando la guerra se prolongó y cada vez eran más y mayores las preguntas relativas al sentido y a la voluntad de nuestros enemigos, comenzó a hacerse perceptible un mayor interés por la formación. En 1943 empezó bastante bien: orgánicamente, círculo por círculo. Pero ¡la Cancillería del Partido rechazó su apoyo porque doce oficiales no se habían mostrado dispuestos! Cuando las cosas comenzaron a moverse de verdad, especialmente con ayuda de mi comunidad educativa del Reich, comenzó también el interés por arrancarme de las manos esa tarea. Con el pretexto de que había otras tareas por encima de la formación ideológica se buscó un título que iba en esa dirección. En principio, nadie habría tenido nada que objetar, pues existen innumerables cuestiones relativas a la dirección de las personas, a la información política diaria, al cuidado general de las tropas que no me conciernen oficialmente, pero ahora se pone de manifiesto que las razones objetivas se utilizaron como un pretexto para dirigir la formación, y ello no solo desde el punto de vista práctico, sino aspirando a ejercer una dirección espiritual. Esto se debe a la tendencia que amenaza a la Cancillería del Partido en su conjunto y sobre la que ahora todo el mundo se lamenta: la burocratización de la vida del movimiento. Jóvenes ponentes que ni han aprendido ni han demostrado nada recorren las instancias directivas del Reich, piden que les «informen» y solo así aprenden cosas sobre las que tienen que decidir. Ellos «gestionan» problemas que les corresponden a los líderes del Reich, y para justificar su existencia, hacen infructuosas observaciones. Hoy pasamos por encima de ello, pero se cierne aquí sobre nosotros un gran problema de cara al futuro, pues no es posible dirigir un movimiento por medio de circulares y teletextos críticos. He escrito recientemente a Bormann una carta muy directa, porque se manifestó críticamente sobre aspectos (la Escuela Superior) sobre los que obviamente le había informado uno de estos ponentes incapaces. Y él, claro, lo hizo con mucho gusto[.]
¡Los tanques rusos ya estaban en Mitau! Una muestra de la brecha que han abierto las tropas rusas en Vítebsk.37 El futuro nos dirá si en el aprovisionamiento del ejército del Este la traición de la jefatura del ejército de casa ha desempeñado algún papel. El atentado contra el Führer constituye un crimen único en la historia. Nunca antes un oficial había intentado asesinar cobardemente a los más altos mandos del ejército. Olbricht se había presentado en una ocasión para ayudante de Noske, quizá sea el «alma» de la conspiración.38 Que hubiera un mariscal de campo, Witzleben, entre ellos, digno de lástima.39 Este había recibido del Führer, además de la pensión que también40 percibía por enfermedad grave, cuarenta mil m.[arcos] anuales de las arcas privadas. Y además una mansión en el campo, coche y conductor. Un reaccionario consecuente habría tenido la decencia de rechazar todo eso para vivir «con sencillez prusiana». Este y algunos otros fenómenos evidencian la quiebra integral de una época: durante la revolución de Noviembre los generales de la Reichswehr actuaron pacíficamente, constitucionalmente, y hoy hay un grupo de ellos que quieren convertirse en criminales. Es doloroso para todos los héroes, especialmente para los que proceden de la nobleza y combaten hoy con tanto valor como lo hacían con los reyes prusianos.
Estoy leyendo Anekdoten de W.[ilhelm] Schäfer.41 Con la historia de «Elisa Ahlefeldt», la mujer del mayor Von Lützow, se me saltaban las lágrimas.42 Cómo buscaban los honorabilísimos oficiales prusianos después de 1806 la actitud majestuosa. Y qué impresión causaba esto en las mujeres con orgullo. Ayer di un largo paseo con M.[alletke?] alrededor de Michendorf. Me encontré con un nutrido grupo de trabajadoras del Este. Se paseaban por allí con total naturalidad, pesadamente y con fastidio algunas, otras con una amplia sonrisa. ¡Y pensar que esta gente podría caer sobre nosotros si se viniera abajo el Frente Oriental! Y en Moscú hay un «Comité en favor de una Alemania Libre» bajo las órdenes del general Von Seydlitz que exhorta a diario a nuestros oficiales a la traición a la patria y a la insubordinación.43 Parece que un general (Bamler) fue capturado un día y que ese mismo día por la tarde ya estaba hablando por la radio rusa contra el Reich.44 Bueno, los soviéticos seguro que tienen inyecciones para que la gente pierda la voluntad propia y hacer que estén dispuestos a afirmar cualquier cosa, por eso nosotros siempre somos reticentes a dar crédito a las voces «alemanas», hasta ahora la familia de Von Seydlitz y las otras familias ¡recibían el pago de la pensión habitual! La honorable mujer del general Von Daniel se dirigió desesperada al jefe de la región administrativa Meyer: ¡su marido no podía ser un traidor!45 Pero todo habla en su contra porque está a la cabeza del llamamiento a la traición a la patria.
Desde el 20 de julio los pensamientos de todos no dejan de dar vueltas en torno al mismo suceso. Pese a entender que en toda revolución son inevitables las cataratas y saber que los viejos poderes nunca ceden sin más el paso. A la nobleza y al oficial les había ido especialmente bien ya solo por el hecho del realzamiento de la Wehrmacht. Durante la revolución de Noviembre muchos de los reincorporados al servicio comerciaban con telas, maquinaria y vinos. Y han ascendido a generales y mariscales de campo. Al hepático Witzleben el Führer le había agraciado con un palacete, conductor, rentas extra además de la pensión. Él lo había aceptado todo —y luego se involucra en el atentado de criminales—. Al estilo nihilista de los atentados a los zares rusos. La primera vez en la historia de Alemania que los oficiales, esto es, los caballeros, alzan la mano contra el supremo mando del ejército. Y no en la forma de que uno agarre la pistola y se pegue un tiro. No, con una perfidia cuyo carácter confesional cristiano-católico y confesante-evangélico se percibe en el proceso cada vez con más claridad. El teniente barón Von Leonrod había confesado el asesinato que planeaban en diciembre de 1943(!) a su confesor.46 Ha asegurado ante el tribunal que había considerado la cosa desde un punto de vista meramente «teórico». Y se lo anunció a su obispo, no al Reich. ¡El Vaticano por lo tanto lo sabe desde hace medio año!
Y espera a que actúen los asesinos católicos, como Stauffenberg, que siempre llevaba una cruz dorada en el pecho.47 Lamentablemente fue asesinado antes de la toma de declaración, con lo que ya no nos ha llegado nada de su confesor. Y para terminar el tal Stieff escribe que se declara católico ¡para estar unido en el cielo a su amada —y católica— mujer!48
En lo que respecta al sabotaje militar todos los días salen a la luz nuevos detalles que desvelan acciones criminales. Al principio, para el Frente Oriental Mitte estos señores no mandaron ni cinco divisiones donde ahora incluso tras el descalabro ¡han podido enviarse dieciocho en pocas semanas!
Ayer pasé la noche por primera vez en mi cabaña de madera en M.[ichendorf]. Una imagen de profunda paz mientras el mundo se derrumba a mi alrededor, un breve espacio de relajación. En torno a nosotros el bosque húmedo, y después nuestro campo de barracones, hasta cierto punto terminado. Adentrándose más en el bosque el tren especial como última alternativa, que nos viene muy bien, porque el barracón de economía, que acababan de terminar, ha sido destruido por bombas incendiarias.
Últimamente solo he podido visitar en un par de ocasiones las regiones administrativas. Primero la de Neustadt [en la Weinstraße], a la que fui porque el Führer me había encargado pronunciar el discurso fúnebre por el fallecido jefe de región administrativa Bürckel.49 Con la muerte de B.[ürckel] el movimiento sufre una dura pérdida: era un hombre robusto, interiormente bondadoso y leal. Había abogado a favor de Doriot y contra Pétain en pro de una verdadera revolución nacional y en la última sesión de Reichsleiter y jefes de regiones administrativas había expuesto de nuevo estas ideas.50 Las cosas han adoptado otro rumbo: no puedo juzgar si ha habido aquí negligencias por nuestra parte. Los defensores de una movilización francesa contra Inglaterra tendrían que garantizar en cualquier caso que el antiguo cuerpo de oficiales no iba a participar. Conseguirlo habría sido difícil, y estos oficiales habrían dirigido al final sus armas contra nosotros. Tres guerras contra A.[lemania] en la memoria inmediata no se pueden negar sin más. Y aun así puede que hubiera sido posible un ejército de menores dimensiones para emplearlo en el Este. No quedaban más que pequeñas unidades.
A mediodía aullaron las sirenas en Neustadt. Desde la elevación del puesto de mando vimos el bombardeo del aeropuerto de N. a tres kilómetros de distancia: bombas incendiarias con avance del fuego y grandes nubes de humo. Por la tarde hablé y espero haber honrado al camarada B. Desde allí viajé a Múnich por Heidelberg. Parada en Augsburgo: fuertes ataques a lo largo del día, sin conexión ferroviaria. Llegamos a medianoche en el coche de la jefatura de la región administrativa. La Nymphenburgerstraße era un amasijo de escombros y cables. Las calles vecinas estaban igualmente destruidas, mutiladas. Otra imagen de la actual locura europea. Entrevista con Schwarz, que desde su certero instinto juzga la evolución de la dirección del partido igual que yo.
En Berlín larga discusión con nuestra burocracia en la hinchada Cancillería del Partido. Estos cambiantes delegados que han aprendido poco y no tienen el deseo de aprender nada reclaman por ello mismo sus «plenos poderes». Tendencia: para mí «por supuesto» todas las posibilidades, pero negativa del aparato, esto es, negativa a organizar las cosas de modo que se saquen las herramientas que me facilitarían el trabajo. Mis claras palabras hicieron sin embargo que estos señores no tensaran demasiado la cuerda, pero el afán es claro. El trabajo creativo se ha convertido ahora en algo reprochable. En la preparación de mi discursos sobre Nietzsche les digo a mis trabajadores: los apolillados burgueses que en su día arrojaban a N.[ietzsche] en brazos de la desesperación siguen ahí sin ocultarse: también como jefes de los negociados y oficinas del NSDAP. Y al final del discurso añadí algunos comentarios al hilo de esto.
El 14 [de octubre] en Hildesheim. Todavía intacto, una visión inusualmente bella. El día 15 en el Teatro Nacional de Weimar, acto conmemorativo de N. Cuando a la edad de dieciséis años cayó en mis manos el Zaratustra de N. lo rechacé por teatral y extraño. Esto me quitó las ganas de N. por bastante tiempo, por lo que N. no ejerció influencia alguna en mi desarrollo posterior. Solo más adelante comencé a apreciarlo y a entender su inevitable soledad. Cuando veo hoy a los Koch y a los Bormann marcando el ritmo político me invade el sentimiento de que para Nietzsche tenía que ser parecido igual. El Führer está rodeado de falta de seriedad, de jactancia carente de todo sentido para el inmenso espacio del Este, y de falta de ganas de representarse de verdad los problemas. La falta de una dirección política y consecuente de la guerra en el Este está hoy completamente a la vista también para aquellos que no habían visto realmente el funcionamiento. Como sigo sin tener posibilidades de exponerle esto al Führer verbalmente le he enviado un texto que concreta mi punto de vista y recoge algunas propuestas.
Se ha perdido casi la totalidad de las regiones del Este. Los departamentos administrativos del Ministerio del Este se desmontarán y cancelarán en breve. La guía política de millones de integrantes de pueblos orientales. Reval, la antigua patria, se ha quemado, al igual que antes Narva.51 Litzmann relataba: al marcharse escuchaba nuestras voladuras de obras estratégicamente importantes, por lo demás todo era un mar de llamas. Todos los símbolos, que también lo son nuestros recuerdos personales de juventud, se derrumban. Y así caen Colonia, Aquisgrán, etc. El ensayo ha adoptado unas dimensiones nunca vistas antes. La posición, sin embargo, sigue siendo digna de admiración. El 16 de octubre hablé para ochocientos oficiales en Ohrdruf.52 Sobre el sentido europeo de la guerra. Profundo agradecimiento de los oficiales que volvían al frente.
Hace un par de días pedí que me facilitaran el primer informe, de principios de abril de 1941, que le hice llegar al Führer sobre el problema del Este. La eventualidad se acercaba, se hacía cada vez más evidente el designio de la Unión Soviética de anexionar a los países bálticos y avanzar hacia el oeste. No podíamos arriesgarnos a golpear nuevamente a Inglaterra a la vista de esta situación: el enfrentamiento con el bolchevismo caía ya por su propio peso. El Führer estaba lleno de confianza: el mayor ejército de carros de combate avanzará hacia el Este, eso me dijo. A la vista de todos los éxitos conseguidos hasta entonces era comprensible que se acometiera con confianza la nueva empresa. A pesar de ello, el sentimiento que me inspiraba el gran espacio me disuadía de elaborar planes generales. Yo exponía primero que nos unía a los países bálticos setecientos años de comunidad de destino y describía el derecho que asistía a Alemania en su reivindicación de esta tierra, luego escribía sobre la fuerza central del pueblo ruso y abogaba por la creación de un estado Ucraniano, con todas las consecuencias: fomentando la cultura y ciencia ucranianas, compromiso contra el bolchevismo de Moscú. ¡Y el Führer estaba de acuerdo en esto! La historia del Este habría adoptado un rumbo distinto de haberse perseverado en este plan. Sin una Ucrania firme los caucasianos, los turquestanos, etc., no pueden sumar una fuerza que equilibre el poder de los rusos. Un ejército formado por un millón de ucranianos con la expectativa de conseguir nuevas tierras en el Este bien habría podido ahorrarnos la catástrofe de Stalingrado. Pero en lugar de esto triunfó la fanfarronería de los Koch y sus camaradas junto con un memorando en el que se llevaba al paredón ese futuro «peligro» representado por la Gran Ucrania y del que se seguía que había que mantener a los ucranianos política y culturalmente subdesarrollados. A esto se sumó la falaz noticia de que el mariscal de campo V. Eichhorn había sido asesinado en 1918 por nacionalistas ucranianos, en agradecimiento por su buen trato.53 En relación a mí se dio a entender que actuaba quizá bajo la influencia de emigrantes ucranianos y que defendía el poder del Reich de un modo menos consecuente que el de los señores que trabajaban en torno al cuartel general. Bormann tuvo aquí un papel nada desdeñable, al principio quizá también Himmler, al que sin embargo después los jefes de las SS en el Este aconsejaron en otra dirección. En cualquier caso, el Führer retiró su apoyo a mi plan; y creo que yo di cuenta de ello por escrito diciendo con algo de melancolía que era él y no yo el que había conquistado Ucrania.
La consecuencia fue que en lo tocante a la política oriental no seguíamos ninguna línea. En el terreno de la política agraria conseguí la aprobación del Führer, pero en el político y cultural se daba rienda suelta a la patología pequeñoburguesa estilo Koch. Y luego el propio Koch —por decirlo con una imagen— tuvo que excavar trincheras en torno a Prusia Oriental para defenderse de las consecuencias de su «política».
Ahora las grandes batallas se libran en suelo alemán. En las inmediaciones del cuartel general del Führer. Los generales había aupado al general Vlásov, y yo también lo apoyaba hasta cierto punto. Rechazo frontal del Führer. De Bormann, de Himmler. Durante un tiempo amenaza de arresto para V.[lásov]. Hoy se recurre por necesidad al ruso al que se había desplazado desde hacía un año y medio. De repente la línea de la Gran Rusia ya no es peligrosa. Instancias subordinadas gestionan los asuntos sin conocimiento de la complejidad global, con un diletantismo como jamás antes se había visto en ninguna operación. Cualquier idea campa a sus anchas en la política del Este, llega al Führer. Yo carezco desde hace ocho meses de ninguna posibilidades de entrevistarme personalmente con él. Mi memoria está ahí, pero es incierto si le ha sido entregada íntegramente al Führer. Siendo así las cosas, nada tiene de extraño que este gran Reich esté en peligro y que a falta de estabilidad política bien meditada un febril e improvisado ajetreo ocupe el lugar de la dirección firme. El alemán de Alemania no ha desarrollado un sentido para el espacio grande. ¡Si al menos quisiera aprender! Los hombres de las instancias más bajas sí lo han aprendido porque han tenido que trabajar sobre el terreno sin ayuda de nadie. Ellos y muchos campesinos aprendieron a guiar a los hombres y a acaudillar a los pueblos. Menos han aprendido los comisarios generales. Y los comisarios del Reich, absolutamente nada. En concreto Koch, que es un típico ejemplo de cómo puede obrar el carácter pequeñoburgués desatado en la política mundial, que tal vez sea bueno para criar cerdos en Prusia Oriental o para construir colonias en Ciechanów, pero que se ha convertido en una desgracia para el Reich en la política del Este. Y ello no porque tenga un gran carácter como oponente, sino porque —esto es lo terrible— gracias a su mezquina fanfarronería encontró buenos apoyos en el cuartel general, lo que en el futuro será clave a la hora de comprender y valorar algunos sucesos.54
El problema del verdadero y del falso señorío vuelve a aparecer aquí. B.[ormann] ha sido distinguido con muchos honores, y todos habríamos celebrado la llegada de un hombre trabajador y dotado de sano sentido común. Ahora bien, cuando alguien que durante veinte años no ha articulado ningún pensamiento propio ni ha creado ni defendido ninguna organización pretende actuar como un juez en la antesala del Führer no pueden sino generarse conflictos, lo que por mi parte deseo evitar a toda costa. No obstante, como salvo B. los Reichsleiter acceden ahora ya solo en raras ocasiones al Führer, él se ha convertido en la puerta de entrada y salida de los deseos de todos. Él sabe lo que eso significa y hace cuanto puede para que siga siendo así.
He podido admirar el falso señorío durante estos años y a plena «luz» en mis dos comisarios del Reich. En Koch, primero, muy de cerca, y luego también en Lohse. El primero quiso ir enseguida en contra de «Berlín», y aunque no tenía ni idea del Este, estaba convencido de que su opción de gobernar recurriendo al látigo y a la brutalidad era la orden que le había dado el Führer. K.[och] tiene una vena práctica para llevar a cabo tareas económicas concretas, pero ninguna para la política. Antiguamente probolchevique, hablaba maravillas de la juventud rusa y escribió disparates sobre la unidad del espacio de Prusia Oriental con el ruso («Aufbau der Ostens» en 1934), luego tachaba a los pueblos del Este de ser inferiores, también en grandes actos. Como primer representante público del Reich en Ucrania publicó el 1 de enero de 1944, contraviniendo todas las instrucciones, un llamamiento en el «periódico de Ucrania, en el que se hablaba, remarcado en negrita, del pueblo ucraniano ¡como «pobre en historia»! No habría podido decir mayor estupidez. Algunos de los atentados contra sus colaboradores hallaron en este u otros muchos discursos y actos su fuente de inspiración. Y de Lohse yo esperaba que con su corpulencia impidiera giros súbitos y que, como hombre del mar Báltico, se familiarizara rápidamente con su tarea allí. Pero tampoco él estaba a la altura de su misión. Se volvió vago, y ante las críticas tenía las reacciones airadas que caracterizan a los pequeñoburgueses. Se arracimaron en torno a él algunos funcionarios que lo incitaban a ser el gran comisario del Reich, y tenía una estrecha relación con K.; la separación estaba en marcha. Como antes los pequeños barones contra los duques, los príncipes contra los emperadores. Tan rechazable como el jefe de región administrativa de Oslo, arrogante por naturaleza, que resultaba insoportable allí. Se trata de gente útil en los límites de sus jardines o en los altos hornos, pero que no soportan los nuevos horizontes y pierden la cabeza. Algo que puede recogerse con una pequeña cinta de goma. La banda que rodeaba Rowno o Riga era demasiado larga, la conciencia de «viejo jefe de región administrativa» muy acusada, la seguridad a las espaldas muy reforzante. El resultado es que allí, en principio, solo hay gente que pueda ser destituida por el ministro. De lo contrario no se puede asumir la responsabilidad. Aparecen ahora informes sobre este problema.
Por nuestras manos pasan muchas cosas, pese a la reducción del espacio. Muchos miles de jóvenes del Este, que ahora son ayudantes en la defensa antiaérea en el Reich, niños aprendices de Junkers, memorandos letones sobre su independización como estado, traicioneras conspiraciones en Estonia y Lituania, catorce mil cosacos con cuatro mil caballos llegaron a Weißruthenien tras una marcha a pie de un año y medio de duración. Ahora han vuelto a irse: los condujimos al valle del Tagliamento, hacia Istria.55 También los caucasianos al sur de Carintia. Yo recibí a las legiones caucasianas y presté oídos a sus deseos de que se liberara su patria, que era la esperanza de todos. Registro de alcaldes ucranianos refugiados, jefes de departamento, médicos, agrónomos, etc. Recientemente, el consejo central de Weißruthenien a Westfalia. Preparativos para refugiados de Estonia y Letonia que han colaborado con nosotros. Problemas de evacuación en Ostland. Liquidación de los bienes acarreados. Medidas de reducción de personal.
En el partido: discursos en las regiones administrativas, ante la Wehrmacht, ahora para la 1.ª División nueva que parte al Este. Revisión de las galeradas de Idee und Tat, Weltkampf, Dramaturgie, informes de los comandos de operaciones especiales. Quinta colección de libros: ¡Siete millones de volúmenes! Cuarenta y tres millones en total. Una hazaña única.
El martes, pues, comienza el general Vlásov en Budapest en calidad de «jefe del Ejército de Liberación del Pueblo Ruso». El hecho tiene un lado personal y otro político-objetivo.
Vlásov ha sido alzado sobre todo por el ejército. Indignación entre los «empoderados» del cuartel general del Führer. Ataques contra los generales «que hacen política». Vlásov despertaba en mí el lógico escepticismo, porque su posición en favor de la Gran Rusia estaba clara, en sí, desde luego, por eso había que examinarla con precaución. Conversación del Dr. Leibbrandt con Vlásov e informe dirigido a mí. Hablaba de muchos pueblos con los que no se puede ser injusto. V. está de acuerdo. El día 13 de mayo de 1943 presenta en el OKW en la Oficina de Propaganda de la Wehrmacht su renuncia a Ucrania y al Cáucaso, refiriéndose con gratitud a mi Ministerio. Antes ya me había instruido el Dr. Lammers (22 de abril de 1943) sobre informes que le habían facilitado sobre el comportamiento de Vlásov en Maguilov.56 Yo le respondí (el 24 de abril de 1943) que yo también había recibido las buenas noticias. El frente estaba unánimemente a favor de la intervención de Vlásov, una opinión «que en lo esencial coincidía con la mía». Yo insisto en conferenciar con el Führer, pues esta cuestión es «tan relevante para la guerra como muchas que han llegado al Führer». La recepción no es posible. El 26 de mayo de 1943 envío a Bormann la declaración de V. y una propuesta para fundar comités nacionales. Recibo una respuesta de Keitel: Rechazada. Entretanto Koch despotrica en el cuartel general del Führer contra Vlásov, duro tratamiento a los pueblos del Este, etc. Sabotea la declaración de propiedades mediante afirmaciones falsas sobre mis reglamentos. Himmler y Bormann fomentan en gran medida esta posición. Este asegura en un discurso ante los Reichsleiter y los jefes de regiones administrativas en Posen que V. ha declarado que Rusia podía ser liberada y depurada por agentes rusos, pero que él como germano rechazaba esta posición. Un claro ataque, por tanto, contra la persona y la postura de V.
No es posible una acción en esa dirección. Confecciono una lista de las centrales para los pueblos del Este, hay paulatinamente representantes de las legiones entre ellos. Luego la acción de los ayudantes de la defensa aérea, la intervención de los obreros de Weißruthenien, la repatriación de los cosacos del Don y de Kuban a través de Weißruthenien al norte de Italia, cursos en Varsovia e intervención de los administradores de los campos, cuidado de los heridos de guerra de las legiones, etc. Un trabajo bien planteado para el caso de que el Führer cambie de opinión. En el otoño de 1944 envío un informe sobre esto al Führer puesto que se rechaza continuamente la recepción. Me entero de las acciones de las SS a través de V. Recepción de V. por el jefe de las SS. No es posible conseguir el acta. Solo una breve noticia a través de Berger, que participó en la entrevista al final. Kröger dijo mucho más y se puso a trabajar en el manifiesto de V.57 ¡El Führer estaba en principio de acuerdo! Himmler redacta el manifiesto. Y entonces lo recibo. Envío al Führer el 12 de octubre de 1944 una memoria sobre todo el proceso, sobre el posicionamiento ante el manifiesto de V. y con propuestas. Lammers no está en el cuartel general del Führer y se lo envía a Bormann para que lo entregue. Los dos me comunican que no sabían que el Führer ya estaba en posesión del manifiesto de V. Mediante una llamada de teléfono el día 2 de noviembre de 1944 constato que Bormann no ha presentado mi memoria. «El Führer está descansando.» Y no lo leyó hasta el 8 de noviembre.
Entretanto la memoria sobre V. hacía tiempo que había sido examinada y, por lo que escuché oficialmente el 7 de noviembre, también aprobada. En esto el día...58 recibí del Dr. Lammers un télex: el Führer no tiene inconveniente alguno en que los integrantes de pueblos del Este sean guiados con arreglo a mis directrices en el ámbito de los mandos superiores, pero no me promete nada sobre su futuro político.
En este momento protestas de los representantes de todos los no rusos, también de los cosacos. Ya había luchado muchos años en favor de A.[lemania]. Quería seguir haciéndolo, pero no a las órdenes de V. Por eso la autorizada SS entró en el orden del día. Mis razones fueron reconocidas, pero en la práctica comenzó inmediatamente su trabajo en esa forma, sin previo acuerdo con los demás, para eliminar las oficinas centrales nacionales que el Ministerio del Este había creado. Creciente decepción. Todavía no sé quién firmó el manifiesto V. La central de las SS debió de hablar claramente a todos —sin mi conocimiento— para que se sumaran. Pero impotente como hoy lo es el Reich, lo sentirán en su interior como una traición a A.[lemania].
Así que: primero, aceptación de mi proyecto de abril de 1941: poner a trabajar a todos los pueblos, especialmente a los ucranianos. Tormenta en el F. H .G. en contra (Koch). Bormann con él. Luego, rechazo y con ello explosión de las más poderosas fuerzas no rusas. Esto es, ninguna línea clara en la política del Este.
Viene la propuesta de incorporar a V. De nuevo rechazo. Desde el 17 de noviembre de 1943 hasta hoy se rechazan todas mis peticiones de reunión. Tras la activación por RFSS a toda velocidad a Vlásov. ¡Tras dos años de espera! Entonces era posible que libremente, ahora por necesidad. Y la preparación: diletante, precipitada. Las víctimas de los otros quedan anotadas en el libro de deudas ruso. Es un milagro que los caucasianos y otros continúen luchando. Y si fracasan, la culpa será de la precipitación y después incompetencia con la que se ha tratado esta cuestión. Falta de seriedad al tratar la cuestión del Este.
Sobre el dolor y la indignación que siento en lo referente al lado personal del asunto escribiré más adelante. Ahora los sentimientos son demasiado recientes e intensos. Pero a la vista del destino del Reich tienen menos importancia. El modo de proceder de ciertos señores que están con el Führer muestra cómo se hace hoy la política del Reich. Ya no hay objetividad, ya no hay perseverancia, ni tampoco conocimientos, porque conseguirlos exige esfuerzo. Solo me cabe confiar en que, pese a todo esto, el Reich no sufra más daños de los que ha sufrido ya a manos de idiotas políticos como Koch y otros muchos hombres limitados pero jactanciosos. En todo caso, comprendo que alguien como Nietzsche se volviera loco en su mundo: lo veía venir todo, pero no podía hacer nada.
El colmo: van a intentar hacerme a mí responsable del actual fracaso. Como ya se dice entre sonrisas, yo no podía manejar el asunto Vlásov porque entonces el Ministerio del Este se habría ganado la reputación de desarrollar una política colonial de cara a Rusia. Seguro que han dicho esto en presencia del Führer, y hasta puede que se anoten un tanto con ello...
Ayer me mudé de nuevo a la Rheinbabenallee.59 Llevan un año construyéndome una residencia de emergencia. Algo insuficiente, pero recupero una atmósfera hogareña. En el hotel muy mal, a largo plazo es espantoso, al menos trabajar allí es muy difícil, sobre todo cuando uno no está acostumbrado a escribir por las noches o a concentrarse de algún otro modo. Han podido pescar algunos restos de mi biblioteca de entre los últimos escombros de mi casa. Rotos, estropeados, llenos de fragmentos de mortero y cristales. Esta mañana he escogido la Carta desde Muzot de Rilke.60 Qué mundo tan lejano y a la par estimulante en algunos aspectos. El estilo epistolar de Rilke es muy cuidado, para lectores del futuro. Él desea unir todos los hilos de antes de 1918, renunciar a cualquier hostilidad. Escribe a Anne Kolb, envía saludos a René Schickelé precisamente, alaba a Beer-Hoffmann, no cabe en su pellejo de alegría por el encanto de Proust...61 pero luego vienen páginas hermosas, humanamente hermosas, un debate espiritual con el ser humano. Qué duros, a veces unilateralmente duros, tuvimos que ser nosotros para crear un tiempo nuevo en el que los poetas tal vez pudieran volver a escribirse cartas sobre arte, composiciones sobre el alma, incluso removiendo todas las fronteras. En 1940, en París experimenté muy dentro de mí cuán lejos queda nuestra juventud. En mayo de 1914 viví algunas semanas en las inmediaciones del bulevar Raspail.62 En mi recuerdo aquella calle era ancha, luminosa y soleada. En 1940 subo en coche desde un barrio de la ciudad. Era un oscuro bulevar. Se me ocurrió entonces que en esos veintiséis años habían crecido los plátanos y que yo conducía a su sombra. Tomé de repente conciencia de lo que significaba un cuarto de siglo. El pequeño café de artistas La Rotardi agrandado, desfigurado, irreconocible. Como muchas otras cosas.
Hace poco teníamos en Dresde una «charla europea». Con Marcel Déat, el Consejo de Flandes, valones y holandeses.63 Todos me preguntaron por qué El mito no había sido traducido. Yo les respondí que había sido escrito para Alemania, y que hasta ahora había prohibido las traducciones al italiano, al español y al francés. Cuáles habrían sido quizá las consecuencias: la iglesia y otros adversarios escandalizados, «refutaciones científicas», y por el otro lado nadie que osara defender El mito, no los fascistas, no digamos ya la Falange. No merecía la pena esa clase de agitación literaria. Por lo demás puede que, llegado el caso, no hubiera sido muy beneficioso desde el punto de vista de la política exterior. Por el contrario, no tenía nada que objetar a una edición japonesa. Ya existía una. La traducción francesa había sido acometida después de 1940, pero había que revisar si era correcta. Porque, por ejemplo, se traducía la palabra de Fausto «Alleine ich will» por «moi seul...».
Tomé repentinamente conciencia en ese círculo de la repercusión que había tenido El mito. Por lo demás: un extraño hecho que, hasta donde yo sé, sea la primera vez que un gobierno francés legal busca la protección del Reich. Los otros: el profesor De Vries (dos hijos en las SS), influido por la idea de la Gran Alemania, dijo: después Holanda tendrá que regresar al Reich, la única posibilidad de su destino.64 Que los valones también remarquen lo germánico es lo que sorprende de la evolución de los últimos años. La guerra y la lucha codo con codo en las SS ha creado una nueva comunidad que parece comenzar a dejar atrás el particularismo. Y también al cristianismo, cada vez más —por el que fui interrogado durante toda la tarde.
En Krössinsee hablé para trescientos oficiales sobre los cinco intentos de configurar a Europa. Describí también mi viaje a Londres, mi propuesta de las cuatro potencias en Roma en el año 1932, luego la política del Este, respecto de la cual la razón de estado me impidió hacer justicia a las acciones del comisario del Reich Koch, pues de lo contrario habría tenido que responder a la pregunta de por qué no le había retirado de su cargo... Espero que mis explicaciones hayan resultado iluminadoras e instructivas. El día 7 de diciembre hablo para el Grupo de Ejércitos A en el Este sobre el mismo tema, y tendré que corregir algunas de las ideas excesivamente simples que albergan los oficiales.