Extractos del escrito de Rosenberg dirigido a Koch «Betrifft: Verhalten der deutschen Behörden und die Stimmung der ukrainischen Bevölkerung» («Asunto: comportamiento de las autoridades alemanas y la moral de la población ucraniana»), del 10 de marzo de 1942 (siete páginas, copias mecanografiadas sin firma, USHMMA RG-71, box 380.1
La publicación del Ordenamiento Agrícola del Ministro del Reich para los territorios ocupados del Este ha tenido un gran resonancia en todo el mundo y ofrece a la administración alemana en Ucrania una buena oportunidad para elevar la moral y para estimular la decaída disposición al trabajo.2 En general y pese al debilitamiento de la moral, la disposición a apoyar a las autoridades alemanas sigue dándose en alto grado. No por ello vamos a negar el hecho de que se registra un fuerte retroceso de la antigua disposición a cooperar. Esto tiene diversas causas vinculadas a la guerra: la guerra misma, la necesidad de hacer requisas, la observación del estado, a menudo inevitable, de los campos de prisioneros de guerra y otras medidas duras. Con todo, la insatisfacción se debe también en gran medida a la conducta de diversas autoridades, y sus consecuencias psicológicas pueden ser mucho más profundas y duraderas que las de las graves intervenciones materiales ...
Lo que sobre esto hay que decir es fundamentalmente lo que sigue: cualquiera que sean las medidas que la política alemana estime necesario tomar ahora o después de la guerra, y por negativo que sea el juicio que nos hagamos de uno o varios pueblos del Este, resulta irresponsable para con los intereses alemanes expresar libremente esos pensamientos, pues se corre el peligro de que trasciendan a la opinión pública.
De entrada, el dicho de que Ucrania [sic] es un pueblo colonial al que debe tratarse con el látigo, como a los negros, se ha difundido por todas partes, hasta en los más bajos cargos de la administración, y ahora es conocido por amplios círculos de ucranianos, como de hecho yo mismo pude comprobar ... He tenido noticia de que diversos representantes de la administración se han dejado ver con un látigo y que solo tras una enérgica advertencia de sus superiores se habían apartado de este comportamiento. En una ciudad veinte ucranianos recibieron latigazos públicamente por delitos menores. En algunas oficinas se han producido múltiples palizas sin que mediara juicio, a veces por obra de alemanes desplazados. Los azotes públicos incluso fueron estrictamente prohibidos en la Constitución por los bolcheviques.
Toda esta clase de manifestaciones e incidentes perjudican la reputación de los alemanes, acaban dificultando la seguridad de los trabajos necesarios para la guerra y debilitan progresivamente la disposición al trabajo de la población ...
La política del acaudillamiento de los pueblos no consiste en espetarles a la cara a los acaudillados eventuales medidas duras o los juicios despectivos [sic] de los caudillos; muy al contrario: incluso cuando esos juicios se den nunca deben serles comunicados a los pueblos gobernados, sino que hay que esforzarse por infundir en ellos el sentimiento de un trabajo conjunto y por mostrarles las ventajas de ese trabajo, y todo ello mediante una dirección severa pero justa y, cuando sea necesario, también mediante la manifestación de humana comprensión por algunas costumbres extranjeras. Es importante hacer todo lo posible por que no se pierda la moral, sobre todo durante la guerra.
Con sus victorias en el Este, al pueblo alemán se le ofrece una oportunidad de trascendencia histórico-mundial, una oportunidad como nunca antes la había tenido, y no puede ser puesta en riesgo con manifestaciones irreflexivas que de tanto repetirse entre los puestos directivos inferiores acaben por filtrarse al exterior.
La actitud señorial no consiste en ir con un látigo por el país o en hablar de la inferioridad del pueblo gobernado, sino que se expresa en una actitud natural y en un gobierno firme, también severo cuando sea necesario, pero justo.
Solicito que este decreto de carácter confidencial se dé a conocer inmediatamente y con el énfasis oportuno a todas las instancias subordinadas. Hago personalmente responsables a todos los miembros del cuerpo directivo del Este de la observancia de los principios recogidos en este decreto.