Extractos del artículo de Rosenberg «Juden auf Madagaskar» («Judíos en Madagascar»), sin fecha (octubre de 1940),1 USHMMA, 1998.A.0104 (CDJC CXLVI Dup. R141), reel 10.
Después de que se haya solucionado la cuestión judía en el Reich alemán y tras las disposiciones provisionales del Gobierno General, el discurrir de los acontecimientos en el ámbito de la política internacional y la decisión de Italia, los estados ha ido extrayendo uno tras otro enseñanzas del problema judío2 ... No cabe duda de que todos los estados de la Europa central, occidental y del sur irán extrayendo poco a poco conclusiones en relación con un peligro mundial que ha hecho que la decisión de la eliminación total del judaísmo en Europa sea hoy un tema candente, y no solo en el plano teórico, sino también, y de forma directa, en el práctico.
Ya hemos abordado en varias ocasiones la cuestión no tanto de un estado judío —porque no puede existir algo así—, sino de una reserva judía. Palestina es demasiado pequeña y está demasiado cerca de Europa como para reunir en ella a millones de judíos, así que se han estudiado con mayor detenimiento otros dos lugares del globo terráqueo: Guayana, en Suramérica, y la isla de Madagascar ... Si se tiene en cuenta que Madagascar presenta un tamaño similar al área que se extiende desde Sicilia hasta el mar del Norte, no se puede sino concluir que estamos ante la posibilidad práctica de trasladar en los próximos decenios a muchos millones de judíos —aunando para ello los esfuerzos de toda la raza blanca—, así como de crear una reserva judía de cierto tamaño bajo un control estatal europeo3 ...
Piénsese en ese avance: pasar de un dominio judío prácticamente ilimitado en todos los estados de Europa a la situación radicalmente contraria, esto es, al traslado de esta misma raza judía que lleva dos mil años como un parásito en el continente europeo. Este ejemplo ilustra cuán enorme es la revolución que se está extendiendo por Europa en el ámbito de la política y de la concepción del mundo. Precisamente esto nos da una idea de toda la grandeza de la revolución nacionalsocialista —y de su significado para el conjunto de la raza blanca—, que se dispone, en colaboración con el movimiento fascista, de orientación similar, a cerrar una época antigua y comenzar una nueva. Una época que se ocupará de todas las cuestiones de la vida y establecerá las condiciones para una nueva existencia. En el centro de este complejo conjunto se encuentra la solución a la cuestión judía como un requisito determinante para el renacer de los pueblos de Europa.
Por eso, el problema de la reserva judía es un problema mundial, de todos los estados, y todos los pueblos habrán de ponerse de acuerdo sobre el lugar y el modo en que debe comenzar el traslado. Y los primeros que deben acudir a socorrer a sus hermano [sic.] y ayudarles a superar las naturales dificultades humanas son los representantes judíos de las altas finanzas de aquellos estados en los que aún no se ha quebrado su dominio. En caso de que Madagascar se convierta definitivamente en la futura reserva judía, el mundo de las altas finanzas de Estados Unidos e Inglaterra tiene especial interés en ayudar a la creación de los asentamientos y en contribuir con sus millones a levantar las fincas y las ciudades de dicha reserva, antes de que los judíos de Alemania, Italia, Francia, Polonia, Rumanía, etc., comiencen a surcar el océano Índico.