Jerusalén y el Muro de las Lamentaciones.

PREHISTORIA

Chauvet.
UN SANTUARIO PREHISTÓRICO de 32.000 años de antigüedad es la gruta de CHAUVET, descubierta en diciembre del año 1994. Está situada cerca del límite norte del Cañón de Ardeche, en frente del espectacular Pont d'Arc, un puente natural sobre el río que discurre por su fondo. Las paredes están cubiertas de dibujos de animales pertenecientes a diferentes períodos del paleolítico inferior. Los realizados en el solutrense son los más homogéneos y originales de Europa, aunque también hay representaciones del magdaleniense y del auriñaciense. Los arqueólogos afirman que, precisamente, a partir de este último periodo se consagró como santuario. Los hombres que dejaron allí su huella cazaron animales desaparecidos del continente hace mucho tiempo como el rinoceronte, el oso de las cavernas o el león.
Los decoradores de las cuevas emplearon dos tipos de pinturas que definen sendos estilos y épocas: el rojo y el negro. Además dejaron como firma los negativos de las huellas de sus manos profusamente impresas sobre sus rugosas paredes.
La intención del sacerdote-artista paleolítico fue tratar de conseguir captar el espíritu de los animales, tanto de los que cazaba, como los que le cazaban a él. Con esta maniobra se aseguraba el éxito, tanto para defenderse, como en satisfacer sus necesidades alimenticias. Este tipo de lugar donde se practica la magia simpática se repite constantemente en muy distintos lugares hasta los albores de la civilización.
En el VALE DO CÔA, en la región nordeste de Portugal, entre montañas de altura impresionante cubiertas por bosques prácticamente impenetrables, salpicados de terrazas que en primavera se adornan con la nieve de los almendros en flor, se encuentra el río Côa. Este afluente del Duero da nombre a un recinto prehistórico que se remonta a 25.000 años a.C. En este caso no son grutas sino paredes verticales en las que durante miles de años el hombre dejó sus grabados como testigos de un tiempo en que el hombre veía en los animales la representación de sus dioses. Su perfección revela que quienes los realizaron, eran verdaderos maestros de la estilización. Es una auténtica biblioteca rupestre en la que podemos contemplar un panorama del neolítico y de la edad de hierro. Su carácter mágico la ha convertido hasta hoy, en un lugar preferido para realizar todo tipo de inscripciones. Hace pocos años aparecieron en sus paredes algunas figuras hechas por los hijos de un molinero.
Tiene gran importancia debido a su singularidad: es uno de los pocos lugares con inscripciones o pinturas al aire libre de Europa Occidental que están fuera de la cornisa franco-cantábrica. Hasta el siglo XX habían aparecido sólo en grutas. Sin embargo, y a pesar de que sus grabados han sufrido desde entonces la agresión de los elementos atmosféricos, se han conservado perfectamente. Aparte de esto, su concordancia estilística con los petroglifos de la Cova del Parpalló, permite detectar los vestigios de las migraciones que los hombres realizaron hacia el norte desde África, en una época de regresión glaciar ­Würm II­.
Petroglifos al aire en Foz do Côa, Portugal.
Además de su enorme valor para conocer la prehistoria, el caminante puede dejar correr su imaginación contemplando los maravillosos juegos de claroscuros que señalan el transcurso del día ­sobre todo en otoño­, cuando sus viñas visten sus hojas con los colores del fuego, y sus choperas agonizan majestuosamente en una sinfonía de colores ocres.
Merecidamente, la cueva de LASCAUX ha sido considerada como «la gruta decorada más bella del Paleolítico», con sus más de 1.500 pinturas de unos 17.000 años de antigüedad. Fue descubierta por unos muchachos en 1940. Todas sus imágenes nos indican que nos encontramos ante un santuario destinado a ritos y ceremonias sagrados relacionados con la caza. En sus paredes hay representados todo tipo de animales, desde el más pequeño al más grande, y desde el más manso al más feroz (caballos, ciervos, aurochs, perros salvajes). Posiblemente aquellos hombres cazaron también elefantes y rinocerontes, fauna actualmente desaparecida. Los arqueólogos han sido capaces, gracias a los dibujos de la cueva, de contarnos las técnicas de caza y pesca de que se valían los antecesores de los primeros agricultores. Solían ir solos a conseguir las piezas que necesitaban pero en ocasiones se aliaban con otras tribus cuando la incursión era de mayor importancia. También el estilo artístico nos permite conocer las rutas de migración de la más remota antigüedad.
Uno de los maravillosos caballos polícromos de Lascaux.
Entre 10.000 y 8.000 años atrás, lo que hoy es una gran extensión de arena, era una región llena de fértiles valles bañados por ríos caudalosos. En las cavernas de sus montañas habitaban diversas tribus de misterioso origen, dedicadas a la pesca y el pastoreo.
2.000 kilómetros al sur de Argel, ya en el Sahara, se encuentra el Parque Nacional de Ahaggar (300.000 km2). Actualmente viven allí unos 100.000 habitantes. El viajero cuando llega, se encuentra con un paisaje prácticamente irreal, sin paralelo en ningún otro punto del planeta. Sus formas, calcinadas por un sol abrasador, oscurecen la arena con sombras de dimensiones gigantescas en el ocaso. En el centro del parque, está la cordillera de Atakor (2.150
km2), formada por los restos de antiguos volcanes. Sus cimas más altas son el Tahat, 22.918 m, el Ilamane, casi una aguja que se clava en la arena de 2.730 m. y el Assekrem, 2.726 m (con su cima completamente plana).
Si descendemos hacia el sudeste, encontramos TASSILI-N-AJJER (meseta de los ríos en lengua tuareg), desde donde se pierde en el horizonte la desolada lejanía del desierto del Ténéré (Níger). Donde había fértiles valles, hoy no hay más que una planicie llena de rocas erosionadas, dunas y arenas de extraña textura. Aquí viven los Tuareg, los «Hombres azules del desierto». Sus antecesores fueron los Isabaten, tribus paleolíticas, que se valían de útiles de piedra para dibujar sobre las rocas.
El clima cambió 6.000 años a.C. La humedad que había mantenido fértiles los valles, desapareció. El clima se volvió seco, y poco a poco, fue convirtiéndolos en desierto. Los animales, como consecuencia, se desplazaron, desapareciendo algunos, como los caballos que fueron sustituidos por los camellos, más resistentes a la sed.
El difícil acceso a esta región la ha mantenido ignorada por arqueólogos y científicos. Por eso, las cuevas del Tassili han permanecido ocultas hasta mediados del siglo XX. Fueron unos militares franceses ­en los años 30­ quienes por primera vez pusieron sus ojos asombrados sobre este hallazgo arqueológico. El explorador Henri Lhote las dio a conocer al mundo en 1957, aunque aún quedan muchas por encontrar y estudiar.
Se trata de una verdadera pinacoteca prehistórica llena de misterios irresolutos, cuyo estilo se repite sorprendentemente en lugares muy alejados, incluso en otros continentes. Sin embargo aquí podemos encontrar cosas que no hay en ninguna otra parte: botas, monos semejantes a los que hoy día nos enseñan las películas de ciencia ficción, extraños artilugios tecnológicos y lo que parecen ser «escafandras».
Junto a las pinturas, además, se han encontrado símbolos abstractos que podrían corresponder a una especie de alfabeto arcaico, lo que significa que Mesopotamia no habría sido cuna de la escritura y de la civilización, puesto que su antigüedad es bastante mayor, 5.000 años.
Una escena de caza en Tassili, pertenediente a tiempos muy antiguos, cuando el Sahara era un vergel.
Tassili es un misterio que la arqueología tardará muchos años en resolver, si es que lo hace. Algunas de sus imágenes sugieren hipótesis inquietantes. Por ejemplo, el extraño y sospechoso de un solo ojo conocido como «El gran dios marciano» nos mira desde lo que parece ser un casco de «astronauta». Otro, un «monstruo» con dos cuernos, se recorta contra un extraño paisaje en el que se ve a un ciervo. En otra pintura podemos contemplar un extraño ritual, en el que los personajes tocan sus cabezas con gorros blancos en los que puede apreciarse una badana de colores.
Las misteriosas figuras de estas cavernas, aún inexploradas, nos hablan de una hipótesis inquietante: ¿nos encontramos ante recintos mágicos realizados por unos seres muy distintos a nosotros que quizá vinieron del espacio? ¿o por el contrario se trata de una civilización ya desaparecida, de características muy distintas a la nuestra, como podría haber sido la de los habitantes de la Atlántida? Tassili tiene casi 5.000 dibujos y pinturas catalogados, aunque se sospecha que puede haber, al menos otros tantos, que se encuentran en zonas escondidas a las que es difícil llegar. Aún queda mucho por explorar.

LAS PRIMERAS CIUDADES

COETÁNEA CON LA CULTURA de Tassili, y coincidiendo con el fin de la última glaciación, aparece en la orilla del fértil río Jordán (Canaán) una de las primeras ciudades construidas por el hombre, JERICÓ, en plena Edad del Bronce. Su fecha de construcción se sitúa alrededor de los 8.000 y los 7.000 años a.C.
Los restos más antiguos que se conservan son los de una torre circular de unos 9 metros, conocida actualmente con el nombre de Tell es-Sultan. Es una construcción maciza, con un pozo interior que permite ascender hasta su parte superior. Posteriormente se levantaron murallas de 2 metros de ancho que encerraba un espacio de 30.000 m2.
Esta es la ciudad que cita la Biblia en el Libro de Josué (6-20): «Los sacerdotes tocaron las trompetas, y cuando el pueblo, oído el sonido de las trompetas, se puso a gritar clamorosamente, las murallas de la ciudad se derrumbaron, y cada uno subió a la ciudad frente de sí».
Restos de Jericó, una de las ciudades más antiguas del mundo.
Los arqueólogos no han podido encontrar los restos de la muralla citada en este párrafo. La investigadora Kathleen M. Kenyon afirma que esto se debe a que sería de ladrillos de adobe, que el tiempo se ha encargado de deshacer y devolver al suelo, a la tierra de donde salieron..
No existen indicios de que hubiese ningún templo o culto concreto, exceptuados los restos de las necrópolis. No obstante, el párrafo bíblico basta por sí mismo para ponernos sobre la pista de la existencia de energías procedentes de los Entes superiores que se pueden canalizar para obtener un resultado negativo.
En la actual Turquía están, bastante bien conservados, los restos de la ciudad de ÇATAL HÜYÜK, construida entre los años 6.250 y 5.400 a.C.
Se trata de una zona escasa en piedra, donde era preciso utilizar el adobe y la madera para elevar las casas. No existen las calles, las viviendas están arracimadas, con sus paredes comunes, y el tránsito por el recinto se hacía a través de los tejados.
Reconstrucción de cómo pudo ser Çatal Hüyük.
Muchos de los edificios de esta ciudad fueron consagrados como santuarios. En ellos se han conservado restos de representaciones pictóricas, estatuas y relieves de las diferentes y desconocidas deidades a las que rendía culto el pueblo que los habitaba.
Hace 4.000 años a.C. existió en Siria la ciudad amorrea de MARI, punto obligado de paso entre Mesopotamia y el Mar Mediterráneo. Su época de florecimiento tuvo lugar entre los años 2.000 y 1.700, sin embargo quedó destruida en época de Hammurabi, quien también destruyó Babilonia en el año 1.695. Luego, su memoria se perdió lamentablemente.
En el año 1901, se descubrió un bloque de diorita donde este rey promulgó el cuerpo legislativo más antiguo de la Humanidad: el conocido como Código de Hammurabi.
Fue el arqueólogo francés André Parrot, quien sospechó la existencia de la ciudad de MARI cuando en 1933 encontró una estatua en la que se podían observar una serie de curiosas inscripciones. Inmediatamente organizó una expedición para excavar en la región de Tell Hariri, junto al Éufrates. Los trabajos sacaron a la luz los restos de una torre escalonada datada en el tercer milenio a.C. También aparecieron los cimientos de varios templos dedicados a la diosa Isthar, aparte de las ruinas del palacio del rey Zimri-Lim, en cuyo interior abundaban pinturas representando escenas religiosas, algunas estatuas y unas 20.000 tablillas de arcilla con información importante de la época de los patriarcas. Aquí debió adorarse a Isthar, Istar o Astarté, diosa de la vegetación y la fecundidad, que también lo fue para muchos otros pueblos que poblaban el Oriente Medio.
La primera ciudad citada en la Biblia es la mítica UR de Caldea, lugar de nacimiento del patriarca bíblico Abraham. De aquí es de donde huyó toda su familia a Canaán, dos mil años antes del nacimiento de Cristo, según se relata en el Génesis.
Restos del palacio de la ciudad de Mari.
«Tomando Téraj a Abram, su hijo, a su nieto Lot, hijo de Harán, y a Sara, su nuera, mujer de su hijo Abram, los sacó de Ur de Caldea... (Gen., 11,31).
Empezó a edificarse en el año 5.000 a.C. y se convirtió en una de las ciudades más poderosas de Mesopotamia (sur del actual Irak). Su privilegiada situación la convertía en uno de los puertos principales del Éufrates, donde llegaban las grandes naves comerciales desde el Golfo Pérsico. Años después, el río cambió su curso, con lo que inició su declive paulatino y definitivo olvido.
Su principal santuario es una pirámide escalonada, mandada construir por el rey sumerio Ur-Nammu (2.100 a.C.), conocida con el nombre de Zigurat (en este momento, en el sur de la actual Inglatera, se empieza a construir el templo astronómico de Stonehenge). La obra se realizó con ladrillos cocidos al sol y cañas, y sus esquinas están orientadas a los puntos cardinales. En su cima había un templo dedicado a la diosa de la luna Nanna, junto al que construyeron sus tumbas los reyes. La decoración es de extraordinario valor y se puede contemplar hoy en el museo de Bagdad.
La ciudad sagrada más importante de la Historia, escenario del conflicto entre las tres principales religiones monoteístas es, sin duda, JERUSALÉN.
Su antigüedad se remonta al cuarto milenio antes de que un judío, que se convertiría en el referente espiritual del mundo, pisara sus calles con sus pies descalzos. Sus primeros habitantes, los Jebuseos, la llamaron Urusalim. El faraón Tutmosis III la conquista en el año 1.500 a.C., con lo que pasa a depender políticamente de Egipto hasta su conquista en el año 1.000. Entonces se convertiría en el centro espiritual del mundo antiguo con la subida al trono del pueblo de Israel del rey David. Su carácter mágico alcanza su máximo durante el reinado de su hijo Salomón, quien construyó el Templo que lleva su nombre en el año 968, aunque fue inaugurado siete años después.
El monte Moriah y la roca sagrada para judíos, cristianos y musulmanes, relacionada con Abraham y con Mahoma.
David, padre de Salomón, en su juventud tuvo que aprender el lenguaje de los pájaros, para enseñárselo después a su hijo. Con este «idioma», serían capaces de comprender las Leyes del Universo y trasladarlas a sus obras. Estas se impregnarían así de la armonía espiritual del Cosmos. (Sutra XXVII del Corán).
Salomón fue un rey sabio, considerado como filósofo y mago. El Sello de Salomón, su emblema, es un símbolo sagrado que se usaba para luchas contra los diablos. Consiste en una estrella de cinco puntas (pentáculo), que en su centro tiene el sagrado nombre de Dios. Con él, el rey Sabio domó al Diablo.
Su principal obra, el «edificio más sagrado de los Judíos», fue alzado de acuerdo con los conocimientos de geometría y matemática sagrada utilizados por los sacerdotes egipcios en la construcción de sus templos, y siguiendo las instrucciones directamente recibidas de Dios por el profeta Natán. Dirigió las obras Hiram-Habib (Hiram el Fundidor), un egipcio (al que construyeron un origen fenicio para no levantar susceptibilidades) instruido en el tallado de las piedras, el fundido de los metales y la organización del trabajo.
Los israelitas, nómadas y pastores, no tenían los conocimientos ni la materia prima suficiente para realizar tan magna obra, así que tuvieron que buscar la ayuda de otros pueblos para que les suministrasen madera de cedro, metales y joyas (muchos procedentes de Saba, donde gobernaba su mítica reina Balkis).
El corazón del Templo sería el nuevo Tabernáculo, sustituto del que habían llevado durante su estancia en el desierto, donde se encontraba un extraordinario almacén de poder: El Arca de la Alianza. En la entrada había dos grandes columnas Jaquim y Boaz, cuyo símbolo fue adoptado después por los alquimistas como representación de la unión del Sol y la Luna, el agua y el vino de las Bodas de Caná.
En el interior del Arca de la Alianza se guardaban los más importantes objetos de poder del pueblo de Israel: Las Tablas de La Ley, una vasija de oro con el maná que alimentó al pueblo en el desierto, la Vara de Aarón y un Libro de La Ley. Era un caja rectangularde madera de acacia. Estaba cubierta de oro, y en sus extremos tenía dos querubines, con cuyas alas se formaba el Trono de Dios.
Iglesia del Santo Sepulcro, en Jerusalén.
Los otros grandes objetos mágicos eran el Candelabro de los Siete Brazos, o Menorah, y la Mesa de los panes o Mesa de Salomón. Este último es un objeto legendario, buscado afanosamente por el esoterismo hasta hoy mismo. Se cree que pasó por Toledo. Actualmente se encuentra perdida, aunque algunos expertos la sitúan escondida en algún lugar de la provincia de Jaén.
El Templo y la ciudad fueron destruidos en el año 586. El rey Herodes levantó otro, cuya construcción empezó en el año 19 a.C.
y las obras terminaron en el año 62 d.C. Éste es el que conoció Jesucristo.
En el año 70, el Emperador Tito redujo nuevamente la ciudad a escombros prácticamente, con lo que termina el primer período histórico de la ciudad.
Adriano sería quien comenzara con su reconstrucción en el año 130, y los cristianos y peregrinos fueron los nuevos habitantes de la ciudad sagrada. El Califa Omar I la conquistó de nuevo en el año 637, construyendo otro edificio sagrado, esta vez para el pueblo musulmán, llamado la Cúpula de la Roca, que ocupa un lugar en donde se supone que estuvo el Tabernáculo del Templo de Salomón.
Estas son las razones por las que Jerusalén se convierte en la ciudad sagrada por antonomasia para tres religiones. A partir de entonces, una de las tres ha sido la que ha poseído la ciudad. En época de las Cruzadas, volvieron los cristianos con Godofredo de Bouillon, hasta que fueron expulsados por Saladino I en 1187.
Desde entonces, hasta 1948, en que volvieron a tener poder los judíos, estuvo en manos de distintos pueblos que practicaban la religión musulmana.

EGIPTO

LA CIVILIZACIÓN EGIPCIA es la que mejor supo aprovechar las propiedades energéticas de una región de la Tierra. El Nilo fertiliza una estrecha franja de tierra en ambas orillas. En el pasado, ahora es desierto, estaba cubierto de bosques con abundante vegetación, como atestiguan las excavaciones efectuadas en Tell El-Amarna (residencia de Eknathon ­1377 a 1358 a.C.­), donde se han encontrado restos de raíces y tallos de 76 especies de árboles y arbustos. La pluviosidad era mucho mayor, y gracias a ello su subsuelo era una verdadera tela de araña de lechos por los que circulaban multitud de corrientes subterráneas. La energía originada por éstas, quedó almacenada bajo las arenas del desierto. Aquí es donde se construyeron pirámides, mastabas, hipogeos y templos, aprovechando todas ellas.
La pirámide más antigua de Egipto es la de ZOSER, en Saqarah. Su construcción data del 2.700 a.C. El faraón encargó su construcción a Imhotep, visir, mago y sacerdote que, gracias a sus conocimientos ocultos, sabía cuál podría ser el mejor emplazamiento para su tumba. (Por cierto, debido a su inteligencia y habilidad, después de su muerte fue incluido en el panteón egipcio).
La técnica aplicada consistió en ir añadiendo a una mastaba primitiva, un segundo escalón, que luego, comprobada su solidez, permitió añadir otros cuatro más de menor base. En total, la pirámide tiene 6 pisos (60 metros). Su base mide 63 de lado. Un pozo interior que desciende 28 metros en vertical conduce a la cámara del sarcófago de Zoser, revestida de placas de granito de Assuán.
Aquí nace un verdadero laberinto de corredores. El más importante de todas las pirámides pertenecientes al Imperio Antiguo. A 32 metros de profundidad se excavaron once tumbas destinadas a enterrar a los miembros de la familia real.
La forma escalonada permitía al faraón, revestido de solemnidad y pompa, ascender hasta su parte superior para entablar contacto íntimo con las deidades que, según sus creencias habitaban en el cielo, entre las estrellas (BAUVAL).
La pirámide escalonada de Zoser o Djoser, que fue creciendo sobre una mastaba.
En la meseta de GIZEH, están las tres pirámides egipcias más mágicas e importantes: KEOPS (Jufui), KEFRÉN (Jafra) y MIKERINOS (Menkaura). Pero no sólo eso, sino que a sus pies se encuentra un gran complejo funerario que se extiende por toda la meseta, compuesto por miles de bloques de piedra. Vigilando todo el conjunto, la misteriosa ESFINGE tiende su cuerpo en la arena como dispuesta a saltar sobre los intrusos que pretendan violar el sueño eterno de los siglos.
Los faraones se consideraban casi dioses destinados a volver al cielo con Ra (el Sol), que, navegando en el océano profundo de la noche, emerge para recorrer el cielo diariamente en su barca llameante, y luego vuelve a adentrarse en la oscuridad,... en el más allá.
La pirámide más emblemática y mayor, Keops, se eleva sobre una base cuadrada de 232 metros de lado, y alcanza los 147 metros de altura (es la única de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo que queda en pie). Kefrén, es muy parecida, con sus 214 de lado por 142 de altura. Por último, Mikerinos, es la más pequeña, sólo tiene 105 de lado por 65 de altura.
Los tres monumentos más importantes que hay en la superficie de la Tierra. Tres moles que nos desafían desde el misterio del por qué.
Los expertos no se ponen de acuerdo a la hora de explicar su finalidad. La teoría menos cuestionada afirma que eran simples recintos funerarios (nos encontraríamos ante inmensas tumbas), sin embargo hay razones para pensar que hay «algo más».
No es posible concebir qué ideas llevaron a construir una mole de tales dimensiones, horadada por numerosos pasillos ascendentes y descendentes que conducen a cámaras donde sólo hay un sarcófago vacío. Teniendo en cuenta sobre todo que muchos de ellos permanecen aún sin descubrir, nos encontramos ante un enigma todavía no resuelto.
Posiblemente tenían dos funciones. Por una parte eran recintos mágico-sagrados donde se realizaban ritos de tránsito hacia el más allá, y por la otra, su finalidad estaba claramente orientada a la observación y comprensión del Universo.
Esta hipótesis se apoya en el hecho de que, las armónicas dimensiones de todo el conjunto cumplen relaciones matemáticogeométricas perfectas (geometría sagrada), y son a su vez reflejo de las que los sacerdotes observaban en el cielo.
Como ya hemos dicho anteriormente, el francés Robert Bauvall, descubrió que su posición imita la de las tres estrellas que forman parte del conocido como cinturón de Orión (Mintaka, Al Nitak y Al Nilam). Los iniciados egipcios fueron capaces de aplicar «lo de arriba» a «lo de abajo», convirtiendo los monumentos de Gizeh en acumuladores de energía cósmica. Tendrían entonces la misión de amplificarla para que pudiera influir sobre todo cuanto estuviera en su interior, incluso provocar estados alterados de conciencia o, incluso ayudar en el tránsito al «más allá».
Max Toth y Greg Nielsen escribieron en 1977 un libro, El poder mágico de las Pirámides. En él lanzan su hipótesis, según la cual cualquiera de ellas, sea del tamaño que sea, que respete las proporciones de Keops, tiene su mismo poder.
Generalmente se acepta que la ESFINGE es una imagen de Kefren (2.500 a.C.). Sin embargo, hay algunas pruebas que podrían indicar que fue construida aproximadamente 7.000 años a.C. La roca en la que se asienta, tiene marcas erosivas, producidas por el agua de la lluvia sobre su superficie, cosa que se produjo en una época distinta a la de construcción de las pirámides. Su actual imagen es distinta de la que tenía en el pasado. Entonces estaba pintada de rojo, y el tocado real, decorado mediante franjas azules y amarillas. Además, entre sus patas tenía un imagen de Amenofis II, donde estaban las inscripciones que hablaban de ella. Otros creen que es la imagen de Keops.
El León es un símbolo importante para los egipcios, como jefe de las necrópolis y lugares de culto, hecho que hay que tener en cuenta a la hora de comprender el carácter mágico de toda la meseta de GIZEH.
¿Qué es la Esfinge y cuál es su función? Nadie lo sabe, pero a todos admira porque intuitivamente sabemos que encierra la clave de los misterios egipcios.
El templo de DENDERA 15 (literalmente «el pilar de la diosa») se eleva sobre los restos de otro mucho más antiguo. Está dedicado a Hathor (Isis). En su interior puede contemplarse su hermoso zodíaco, equivalente al empleado por los astrólogos mesopotámicos:
El Escarabajo (Cáncer) sería el apogeo de Osiris.
El León (Leo) representa al Sol.
La Diosa Isis (Virgo) es la mesopotámica Astarté.
La Balanza (Libra) símbolo de justicia y equilibrio.
El Escorpión (Escorpio) fecunda los campos.
El Arquero (Sagitario) vencedor de los enemigos.
La Cabra-Pez (Capricornio) es el paso de Osiris por la Tierra, camino del más allá.
El Libador (Acuario) dios del río Nilo.
Los Peces (Piscis) son el camino a la eternidad, donde la muerte es representada por un pez.
El Carnero (Aries), Osiris viajando de noche hacia el más allá.
El Ternero (Tauro) es el Sol al amanecer.
Shu y Tefnut (Géminis) dan vida al difunto con la cruz ansada ankh.
Lo llamativo y enigmático de este templo son los relieves que están esculpidos en las paredes de una de sus criptas. En ellos, se realizan ofrendas a la diosa Hathor. En la escena aparecen una serie de «berenjenas» (sobre un pilar djed ­símbolo de Osiris­) en las que se ha querido ver una especie de «bombillas», con sus filamentos, productoras de luz artificial. Estas representaciones reavivan continuamente la polémica sobre la existencia de tecnologías avanzadas en la antigüedad, en manos de iniciados y luego perdidas.
Los curiosos altorrelieves de Dendera. ¿Emisores de luz? Y si no, ¿qué? Mientras no haya una respuesta, cada uno puede pensar lo que considere más oportuno.
ABU SIMBEL (La Montaña Pura), se encuentra actualmente fuera de su emplazamiento primitivo, debido a la construcción de la presa de Assuán. Su traslado terminó el mes de septiembre de 1968. Por la misma razón, algunos edificios religiosos egipcios fueron repartidos entre distintos países del mundo. A España le tocó el conocido como Templo de Debod, que se encuentra actualmente en la capital, Madrid, coronando el espacio conocido como Cuartel de la Montaña, lugar testigo de hechos dramáticos en la Guerra Civil.
Pero también es un lugar desde donde podemos asistir a esos espectaculares atardeceres madrileños que inspiraron a Velázquez.
Volviendo a Abu Simbel, existen dos templos. El primero, el más grande, está dedicado a Ra. Poco más al norte, el menor, está dedicado a Nefertari, esposa de Ramsés II, quien fue adorada junto a otros dioses del extenso panteón egipcio.
Sus dimensiones son espectaculares. En la fachada, de 33 metros, hay cuatro estatuas de 20 que representan al faraón. Por encima de ellos, un grupo de mandriles celebra la salida del Sol.También aparecen en el conjunto su familia, formada por su madre Mut-tuy, su esposa Nefertari y sus hijos e hijas.
Las colosales dimensines de las estatuas de Abu Simbel.
En su interior se encuentra el Santuario de los Santuarios, dedicado a Amón-Ra. Este lugar adquiere toda su fuerza energética cuando los rayos del sol penetran hasta su interior e iluminan la estatua de Ramsés, en las mañanas del 21 de febrero y del 22 de octubre.
El templo pequeño está dedicado, además de a Nefertari, a Hathor, diosa del Amor y de la Belleza. En su fachada hay cuatro estatuas del faraón y dos de su esposa. Después se accede a una sala con seis columnas que muestran en su parte superior la cabeza de la diosa. Por último, en el corazón del templo, el santuario mágico, parece brotar de la roca una impresionante estatua, también de Hathor, entre dos pilares osiríacos decorados con escenas de ofrendas y dos habitaciones sin decoración alguna.
El hecho de que el templo fuera desplazado de su emplazamiento original podría ser causa de que éste hubiera perdido gran parte de su poder energético. Sin embargo, el transcurso de los siglos y su condición de recinto dedicado a concentrar el poder simbólico de la luz, ha preservado su carácter.

GRECIA

El templo de JÚPITER, que aún corona la montaña volcánica en que los griegos establecieron su primera colonia italiana (siglo VIII a.C.), fue una especie de faro para los navegantes que descendían por la costa hasta la bahía de Nápoles.
Se trata de una reconstrucción realizada por el emperador Octavio César Augusto (63-14 a.C.) sobre las ruinas del recinto antiguo. En el siglo VI se transformó en iglesia cristiana.
Descendiendo por la falda de la montaña se ven las nobles pero dispersas ruinas de un templo dedicado al dios Apolo, un poco por encima de donde se encuentran las grutas donde realizaba sus profecías uno de los más famosos oráculos del mundo clásico: la Sibila de CUMAS.
Entrada al antro de la sibila.
En su interior asistimos a un espectáculo insólito de luces y sombras. Desde el exterior se cuela la luz del sol por una serie de galerías que van a iluminar intermitentemente un pasillo romboidal, al fondo del cual nos espera un enigmático resplandor.
Las sibilas eran mujeres inspiradas por Apolo para realizar profecías, valiéndose para ello de grutas o excavaciones artificiales asociadas a corrientes de agua. Aquí experimentaban una modificación de la consciencia que les llevaba hasta el trance. Solían hacerlo por escrito y en forma de verso. Son conocidas principalmente: Herófila, que profetizó la guerra de Troya; la de Samos; la de Troya; la del Helesponto; la Frigia; la Cimeria; la más famosa, la de Delfos; la Libia; la Tiburtina; la de Babilonia, y por último, la de Cumas, Deífoba.
La leyenda cuenta como Apolo le había prometido vivir el mismo número de años que granos de arena tenía en una mano, aunque se olvidó de pedirle juventud durante todo ese tiempo. Alcanzó así una edad muy avanzada en un estado bastante decrépito. En este estado guía a Eneas por el Infierno, donde visita a su padre Anquises en los Campos Elíseos.
Todos sus oráculos fueron recogidos en nueve libros que, según la leyenda, fueron ofrecidos al rey de Roma Tarquino el Soberbio.
Éste no quiso comprarlos, entonces la Sibila quemó tres, ofreciendo los que quedaban al mismo precio de los nueve. Tampoco quiso Tarquino esta segunda oferta, con lo que fueron quemados otros tres. Los últimos, los Libros Sibilinos, fueron comprados por fin, y guardados en el templo de Júpiter en Roma. Eran consultados en las situaciones graves. Fueron destruidos en parte en el año 83 a.C. y el resto en el año 405 d.C.
El recinto mágico de Cumas se encuentra al final de una galería de 107 metros, iluminada por la luz procedente de doce pasillos transversales. Un vestíbulo, con dos bancos de piedra que servirían para asiento de los consultantes era la «sala de espera». La Sibila emitía el oráculo mientras avanzaba pasando alternativamente por las zonas oscuras y las iluminadas. El efecto dramático producido era capaz de inducir en los visitantes una gran alteración emocional. Además, todo envuelto en la poderosa energía de la caverna, donde resonaban efectos acústicos procedentes de ecos mil veces repetidos (»Una gran ladera taladrada y perforada cien veces, con cien bocas de voces susurrantes que transmiten las respuestas de la sibila.» (La Eneida, Virgilio).
El monte Parnaso es uno de los lugares sagrados más importantes para el pueblo griego. Allí se construyó un templo dedicado a Apolo, dios de la profecía, a finales del segundo milenio a.C.
Sufriría un incendio en el año 548 y posteriormente sería reconstruido. Su centro es considerado como Ombligo del Mundo, simbolizado por un domo de mármol denominado Omphalos. Como ya dijimos, este punto, según la leyenda, es donde se cruzaron dos águilas enviadas por Zeus desde los extremos del mundo.
La fuente Castalia, que mana de las grietas del acantilado Phlemboucos, sirve para alivio de la sed de los peregrinos que acuden a conocer su futuro, porque en su interior va a producirse una vez más un acto mágico, el protagonizado por un personaje que media entre hombres y dioses: el ORÁCULO DE DELFOS.
Aunque la consulta era ciertamente cara (consistía en la compra de un pastel que había que ofrecer a Apolo, junto a una oveja), acudían allí reyes y campesinos, ricos y pobres (incluso Alejandro Magno), para consultar su destino u obtener consejo. El dios Apolo había concedido el don profético a unas sacerdotisas conocidas con el nombre de pitias (pitonisas).
Al principio las visitas se producían con frecuencia anual, aunque, debido a su éxito, pasaron a ser mensuales, llegándose incluso a emplear a tres pitonisas simultáneamente. A pesar de esto, en muchas ocasiones las esperas eran de varios días, durante los que acudían a la fuente en busca de purificación. Hoy día puede leerse una frase que ha resistido el embate de los siglos: «Al buen peregrino le basta una gota, al malo, ni el océano podría lavar su mancha».
Delfos y el Omphalos.
Cuando por fin se inicia la ceremonia, el consultante tiene que entrar a realizar su consulta en una habitación oscura, donde una cortina le separa del Oráculo, quien, entre vapores que proceden de una grieta en el suelo y masticando una hoja de laurel, emite una serie de gritos y jadeos que son interpretados en forma de verso por un sacerdote.
Estos Oráculos influyeron poderosamente en el destino de la Humanidad, puesto que sus predicciones eran acompañadas de órdenes que se obedecían ciegamente y que, en muchas ocasiones, afectaban a decisiones importantes como el comienzo o final de las guerras.

ETRUSCOS, NABATEOS, FENICIOS Y ROMANOS

«En Inglaterra sería imposible que monumentos de edades antiguas, con tan sorprendentes características, pudieran existir al aire libre, vistos todos los días por pastores y campesinos, y permanecer escondidos durante siglos para el resto del mundo. Y sin embargo esto sucede en Italia, a menos de seis millas de la principal carretera que conduce a Roma.»

(GEORGE DENNIS,
Ciudades y Necrópolis de Etruria, 1848).
ESTE VIAJERO INGLÉS DENOMINÓ a las tumbas construidas por los ETRUSCOS en la región del Lacio (centro de Italia), como el «Valle de los Reyes latinos». En la olvidada vía Clodia, importante nudo de comunicaciones del siglo VI a.C., podemos encontrar una serie de enclaves con necrópolis rupestres como San Julián, Norquia, Blera o Castel d'Asso.
Aunque han sido consideradas por los arqueólogos como obras menores de aquella civilización, realmente en ellas es donde podemos rastrear su relación con el mundo de lo trascendente o, lo que es lo mismo, de lo sagrado y de lo mágico.
Se alzan en zonas con características topográficas específicas, como son altas colinas de turba cortadas por valles que excavan arroyos profundos. Allí se realizan los primeros asentamientos en la Edad del Bronce, seguidos por los que se levantaron en la Edad del Hierro, buscando valles adecuados para las labores agrícolas. Tras largos períodos de olvido, fueron reutilizados de nuevo en la Edad Media.
Interior de una tumba etrusca en Cerveteri, Italia.
A pesar de que son ornamentalmente más pobres que otras tumbas más famosas, como los hipogeos de Cerveteri o Tarquinia, donde podemos admirar maravillosos frescos, su abandono y olvido les dan ese aire romántico que tienen las construcciones misteriosas cuya función era propiciar el tránsito hacia la muerte.
Fueron excavadas en roca arenisca, dándoles forma de grandes bloques cúbicos en los que se vaciaban profundas cámaras cuadradas. El exterior está decorado con sencillos frisos ornamentales. Los sarcófagos de los difuntos se cerraban mediante una lápida donde se esculpía una figura del o de los enterrados en ellos (p. 64).
Los frescos pintados en los estucos interiores de las galerías representaban escenas religiosas como, por ejemplo, un cortejo de personajes vestidos con túnicas con signos extraños, precedidos por un demonio, así como escenas mitológicas en las que podían apreciarse las cabezas de las Gorgonas. Estos seres mitológicos fueron las tres hijas de Forcis (dios del mar) y Ceto, en la mitología griega.
Su cuerpo estaba cubierto de escamas y sus cabellos eran serpientes. Sus rostros eran terroríficos, mostrando una dentadura formada por colmillos y la lengua permanentemente fuera. Dos de ellas, Esteno y Euríale, poseían el don de la inmortalidad. La tercera, Medusa, era mortal.
Los NABATEOS fueron un pueblo que habitó durante el siglo I aC.
en el noroeste de la península arábiga. Su capital era la ciudad sagrada de PETRA, en la actual Jordania. Ocupaban una parte de Palestina (la tierra de Edom) que iba desde Siria al mar Rojo, pasando por el mar Muerto. Roma los anexionó al Imperio en el año 106 de nuestra era.
Hoy día, en las noches de Petra, sólo circulan por sus calles las almas de los muertos y la sombra de los antiguos dioses. Por el día, una muchedumbre de turistas que no salen de su asombro. En los estrechos desfiladeros donde duermen los restos de la prodigiosa ciudad, se elevan unas elegantes y bellas construcciones de estilo egipcio-asirio, talladas en la misma roca hacia el año 300 a.C.
Llegar a este lugar es un verdadero viaje iniciático que comienza en el Valle de Moisés (wadi Musa). A pie o a caballo únicamente, se penetra en un desfiladero elevado y estrecho que a veces no tiene más de un metro de ancho. El camino penetra hacia los recintos interiores a la sombra de las doradas paredes. De repente, en un rincón donde ciega el sol, aparece un templo de un hermoso color bermellón, esculpido en la misma roca: el Jazna Firaun (Tesoro de los Faraones). No muy lejos, casi pueden escucharse los coros de las tragedias que se representaban en un teatro semicircular donde podían sentarse unas 3.000 personas. Pero las verdaderas protagonistas son, como en todos los lugares que vamos visitando, la tumbas, las construcciones destinadas a ser vehículo de la trascendencia.
Impresionante tumba en Petra, ciudad de los Nabateos.
En esta ciudad podemos encontrar desde la Urna Real, que fue tallada en la propia pared, hasta los pozos en que eran enterrados vivos los criminales. Entre ambos extremos, la montaña está horadada por una verdadera colmena de cámaras funerarias.
Una columnata de la época romana, atraviesa la zona central de la ciudad, donde quedan los restos de una fuente pública, la Nymphaeum, donde aún habitan las ninfas del agua. Llegamos después a la zona sagrada de Temenos, cuyo acceso estaba restringido por dos grandes puertas. En su centro, el templo Nabateo de Kasr El Blint (su nombre, misteriosamente, significa Castillo de la Hija del Faraón), era el recinto sagrado donde se rendía culto al dios Dusares. Encaramado en un repecho rocoso, un verdadero nido de águilas, está el monasterio llamado el Deir, rematado en su parte superior por una urna. El camino que conduce a él está lleno de grutas cargadas de cruces de extraño significado realizadas en el siglo I, cuando la ciudad pasó por un breve período cristiano.
Petra es un símbolo de la sabiduría que ha tenido siempre el Hombre para encontrar los lugares donde la energía interna de la tierra fluye en abundancia.
Los FENICIOS fueron los mejores navegantes y comerciantes del mundo antiguo. Ocupaba un estrecho territorio (unos 320 km de largo por 25 de ancho) entre el río Eléutero al norte y el sagrado Monte Carmelo al sur. Se organizaban políticamente en ciudadesreino, donde una en concreto dirigía a las menos importantes.
Fueron sedes del poder Akka (Acre), Arados, Biblos, Berito (Beirut), Gabala, Sarepta (Sarafand), Sidón (Sayda), Simyra, Tiro (Sur) y Tripolis (Trípoli). Tiro y Sidón se alternaron como emplazamientos del poder gobernante. Su nombre viene del término griego phoinikes ­púrpura­, haciendo referencia al color de sus túnicas.
Hablaban la lengua semítica. Se asentaron en la costa del mar Mediterráneo hacia el año 2.500 a.C. Fueron invadidos por los egipcios en el año 1.800 a.C., de los que se independizaron hacia el año 1.100. Fundaron varias colonias comerciales, como Cartago, Rodas, Chipre, y en la península ibérica Málaga (Malaka), Adra (Abdera), Almuñécar (Sexi), Ibiza (Ebussus) y Cádiz (Gadir).
Su contribución más importante a la civilización fue la creación del alfabeto. La religión de los Fenicios es la panteísta. Todas las ciudades tenían su dios, el Baal (señor). El templo era, no sólo recinto religioso y sagrado, sino también centro cívico. Su principal divinidad era Astarté (Tanit). Desaparecieron con ese nombre en el año 64 d.C., al ser integrados, como tantos otros pueblos, en el Imperio Romano.
Astarté o Tanit es la diosa del amor y de la fertilidad. Es también el principio femenino, a la vez que el masculino es Baal. Recibe diversos nombres, los romanos la llamaron Ashtoreth. Está relacionada con otras diosas griegas, como Selene, diosa de la Luna, Ártemis, diosa de la naturaleza salvaje y Afrodita. En Babilonia y Asiria, su nombre fue Istar.
La ciudad más destacada de todas cuantas fundaron los Fenicios es la que da nombre también al único pueblo capaz de crear un ejército capaz de plantarle cara a las legiones romanas en aquel tiempo: Cartago.
Muro fenicio bajo las arenas de las dunas en Guardamar de Segura, Alicante. Superpuesto, un busto de la gran deidad femenina Tanit.
Fundada por la legendaria reina Dido, era un puerto comercial que se fundó en el siglo IX a.C. A los cartagineses se les conocía también con el nombre de púnicos. Su religión admitía ritos cruentos, sacrificios humanos a sus dioses princiales Baal y Tanit. En su panteón residían también la griega Perséfone y la romana Juno.
La historia de Cartago es la de sus interminables guerras con griegos y romanos, que duraron 150 años. Sus principales caudillos fueron Amílcar Barca, su yerno Asdrúbal y su hijo Aníbal, quien estuvo a punto de llegar con sus ejércitos hasta Roma cruzando los Alpes con una manada de elefantes. Publio Cornelio Escipión, «el Africano», arrasó la ciudad en el año 146 a.C. (Hoy sólo es un suburbio de la ciudad de Túnez).
Aparte de su importancia en el campo político y el militar, los ROMANOS fueron creadores de nuevos conceptos en materia de construcción como consecuencia del extraordinario desarrollo alcanzado por sus arquitectos e ingenieros civiles. Su capacidad para diseñar campamentos fortificados, caminos, puentes y termas se reflejó también en sus dos obras más genuinas dentro del campo de la espiritualidad: el gran templo, tanto santuario religioso como símbolo del poder, y el pequeño recinto sagrado familiar, más doméstico y destinado a rendir culto a objetos pequeños.
Por todo el Imperio se levantaron hermosos edificios religiosos abundantemente decorados, en los que rendían culto a sus dioses (herederos de la mitología griega). Los doce oficiales recibían el nombre de Indigetes, y eran los Protectores Mágicos. Su verdadero nombre debía permanecer en secreto, para que no fueran invocados en ayuda del enemigo. Las deidades populares, por su parte, se dividían entre las relacionadas directamente con la agricultura, y las que protegían miembros y enseres dentro del entorno familiar.
Los romanos fueron extraordinarios ingenieros civiles, como demostraron con el acueducto de Segovia, aún en funcionamiento.
El panteón oficial romano estaba formado por: Júpiter, dios del rayo; Juno, diosa del cielo y del matrimonio; Minerva, diosa de la sabiduría; Marte, dios de la guerra; Venus, diosa del amor y de la belleza; Apolo, dios del sol, de la profecía y de las artes; Diana, diosa de la luna, de la caza y de la castidad; Ceres, diosa de la tierra, de la fecundidad y de los frutos; Vesta, diosa del hogar (a quien servían las Vírgenes Vestales); Mercurio, el «Mensajero», dios del comercio y de la elocuencia (posteriormente también de la medicina, portando su símbolo, el «Caduceo»); Vulcano, dios del fuego.
Además de otras deidades semioficiales, como la desconocida Carmenta, protectora de las fuentes y de la poesía; Fauno y Flora, cuidadores del ganado y de las flores; Jano, que tiene a su cargo las puertas y los conocimientos ocultos; Liber y Libera, principios masculino y femenino de la fecundidad (el griego Dionisos o el Baco traco-frigio); Pales, primero dios, y luego diosa de los pastores y de los pastos; Pomona, protectora de árboles y frutos; Quirino, que es, según la interpretación de unos, Marte, y según la de otros Rómulo; Saturno, dios de la cultura; Vertumnus, que se ocupa de las estaciones y del comercio y Tellus, la Madre Tierra. El Templo del Capitolio estaba dedicado específicamente a Júpiter, Juno y Minerva.
Los dioses populares del ámbito agrícola eran: Terminus, el protector de los mojones que marcaban los límites de las posesiones; Pales, una de las más antiguas divinidades de Roma, se ocupaba de los pastores; Babuna, era la protectora de los bueyes; Insitor, el cuidador de los cereales que, con las ninfas Hamandriades, representaban el espíritu divino de los árboles; Invo, daba fecundidad a los animales; Epona, era la diosa de los caballos; Colincuenca, Adolenda, Comolenda y Deferunda acompañaban a los árboles en el momento de la tala; Conditor protegía las cosechas. En los caminos, los Compitales son los protectores de las encrucijadas, tanto en el campo como en la ciudad. Recibían culto por parte de pobres y esclavos, junto a la sangrienta Hékate, diosa de la magia.
Los que protegían las casas se denominaban Lares, dioses de los lugares, hijos de la ninfa Lara. Existen varias clases, los Praestites (protectores), que eran los dos vigilantes de las murallas de la ciudad y los Viales y Permarini, protectores de los viajes por tierra y por mar. Estaban relacionados con el culto de Vesta y con los Penates. Se realizaba una representación dibujada en la pared o bien pequeñas estatuas que se guardaban en hornacinas. Su altar era el hogar, donde se ofrecían los mejores alimentos (racimos de uvas, coronas de espigas, tarros de miel y tortas de harina), y se les consagraban la sal, la vajilla y la mesa. En Calendas, idus y nonas, así como en los acontecimientos familiares relevantes, nacimientos, bodas, aniversarios y defunciones, había que rendirles culto. Una vez al mes se encendía incienso y se libaba vino en su honor. Los Manes, eran los espíritus de los muertos y se representaban con forma de serpiente. Los Penates eran los dioses específicamente domésticos y cuidaban de la salud de quienes habitan las domus (casas).
Nifeo de Valeria, un templo a las deidades de las aguas, que debió ser impresionante con sus catorce caños.
Éstos, que se ocupaban específicamente de las personas, eran muy numerosos. Carna protegía los órganos vitales; Fuonia evitaba las hemorragias en los embarazos; Cuba era protectora de la infancia, sobre todo del paso de la cuna a la cama; Cunina protegía del mal de ojo; Bona Dea regía la fecundidad (era esposa de Fauno); Antevorta, diosa de los nacimientos y de las profecías, intervenía en el parto cuando el niño venía de cabeza; Céculo cierra los ojos de los moribundos; Alemona alimenta al niño en el vientre de su madre; Cloacina es la diosa de los placeres sexuales, sobre todo de los más brutales; Diespiter conducía hacia la luz en los partos; Estatalino enseñaba a los niños a ponerse de pie; los Estriges les asustaban cuando no estaban protegidos Carna; Fabulino les enseñaba las primeras palabras; Farino hacía lo mismo con los primeros sonidos; Fascino y Falo personificaban la fuerza procreadora masculina; Felicitas era la diosa de la felicidad; Feronia protegía la salud, sus sacerdotes caminaban sobre las brasas sin recibir daño alguno; Febris protegía contra la fiebre; Genita Mana era la diosa del nacimiento ­deseaba buena vida al recién nacido­ y de la muerte ­presidiendo los funerales­ (se le sacrificaba un perro); los Íncubos son los genios de las pesadillas nocturnas, que a veces copulaban con las mujeres dormidas; Cardea es la protectora del quicio de la casa y Arquis de sus arcos; Devera vigilaba la casa contra Silvano, que atormentaba el sueño de las madres; Larunda era otra diosa de los muertos; Laterano otro protector más del hogar;
Laverna es la diosa del mundo subterráneo que protegía de los robos; Libitina presidía los entierros; Liburno procuraba el placer sexual; Lima y Limentino se encargaba del umbral de las casas; las Linfas eran protectoras de las fuentes y de los incendios y volvían loco al que las veía; Mutuno Tutuno era otro dios de la virilidad, representado con un falo sobre el que tenía que sentarse la novia la noche de bodas. Estos son unos cuantos. Si incluyéramos todos (Runcina, Messia, Tellumo,...) la lista se haría interminable.
Pales daba su nombre al Monte Palatino y en sus fiestas, las Pailia, se encendían fuegos precursores de los cristianos de la Noche de San Juan.
El culto a Liber era particularmente impúdico en algunos lugares de Italia. Consistía en pasear un falo en un carro por el campo y después por la ciudad. Finalmente se instalaba en el foro, donde acudían las matronas a ponerle coronas de flores. En su templo había representaciones de los órganos masculino y femenino, simbolizando a Líber y Líbera respectivamente.
El ara de los lares dentro de la domus.
En las fiestas Compitales, que se celebraban en los primeros días del mes febrero, se levantaban capillas en los cruces de los caminos.
La noche anterior el cabeza de familia colgaba representaciones confeccionadas con lana de los habitantes de la casa para que la diosa Mania, la muerte, se fijara en ellos y no en sus representados.
El sentido mágico-religioso del pueblo romano estaba fuertemente influido por su miedo al futuro. Su vida dependía de nigromantes, arúspices y adivinos de todo pelaje, que eran consultados frecuentemente. Decidían en muchas ocasiones el comienzo de las guerras y nadie se atrevía a emprender un negocio o un viaje, o tomar una decisión cualquiera sin consultar sus auspicios.
El gran templo era el lugar donde los romanos rendían culto a los dioses oficiales, pero también donde afianzaban su prestigio social.
Prueba de ello es que sirvieron para adorar a los mismos emperadores en vida, elevados a una condición divina ficticia, carente de todo poder sobrenatural.
De las clases sacerdotales romanas, la más importante fueron las Vestales. Se trataba de doncellas muy jóvenes consagradas a la diosa Vesta (la Hestia griega). Tenían a su cargo mantener permanentemente encendido el fuego sagrado y eterno en el santuario del templo, así  como su cuidado, la recogida de donaciones y la custodia de documentos importantes de carácter confidencial, como testamentos. En ocasiones el fuego, por descuido, se apagaba y entonces eran severamente castigadas, incluso físicamente. Todo el mundo se sumía en una gran depresión por el temor a la venganza de los dioses, hasta que el fuego era reavivado por los sacerdotes, empleando para ello los rayos del sol.
Un mosaico con una imagen de Poseidón, Córdoba.
Se las elegía entre niñas carentes de defectos físicos, entre seis y diez años, pertenecientes a clases sociales libres. Al entrar al servicio de la diosa, su cabeza era afeitada, y a partir de entonces utilizaban diversos tipos de velos. Vestían una larga túnica blanca.
No debían casarse mientras durara su nombramiento. La transgresión de esta norma era penalizada con una muerte horrible, que consistía en encerrarlas en su propia tumba tras una ceremonia en que se invocaba a los dioses del mal. Allí, prácticamente sin alimento, morían de hambre (no hubo muchos casos). Cuando terminaban su ministerio, se las colmaba de honores. La gente tenía la obligación de cederles el paso en la calle, además del respeto absoluto que infundía su palabra en los juicios. Cuando se cruzaban con un condenado casualmente, se le perdonaba.
A los 30 años, podía dejar el servicio, aunque la mayoría de las veces, permanecían en el templo instruyendo a las novicias (Hestia era en Grecia la diosa del hogar aunque, ya que en todos sus ritos y representaciones había abundantes antorchas con fuego, se la considera también su diosa. Fue la primera hija de Cronos y Rea.
La versión romana de esta diosa, Vesta, ha sido más famosa precisamente por el culto impartido a través de las Vestales. Se la representaba con una túnica blanca que le cubría hasta los pies, mientras que un velo le cubría la cabeza. En sus manos puede llevar una lámpara, una antorcha, un dardo o una cornucopia ­el cuerno de la abundancia­).
Tanto las instituciones religiosas como los santuarios romanos fueron, tras la conversión de Constantino el Grande (313), hijo de Santa Elena, asimilados por el cristianismo.
Una tumba romana en Ercávica, Cuenca. El Imperio llegó a Hispania muy temprano, y luego se diluyó entre los visigodos.

ENTRE LAS BRUMAS DEL ATLÁNTICO

EL OCÉANO ATLÁNTICO recibe su nombre de la mítica Atlantis, una supuesta civilización de tecnología muy avanzada, que sufrió un gran cataclismo, a consecuencia del que se hundió quedando oculta para siempre en sus profundas fosas. Desde entonces espera, en algún lugar, ser descubierta.
La bruma es un fenómeno atmosférico permanente en muchas de sus zonas. Su húmedo abrigo vela y protege lugares emblemáticos donde el Hombre ha tratado de ponerse en contacto con el Universo de diversos modos y con distintas intenciones.
Amanece en la campiña de la actual Salisbury el 21 de diciembre del año 3.500 a.C. El sol penetra por un extraño círculo de piedras erguidas sobre la llanura, formando un inmenso cromlech, y lentamente va deshaciendo la nieve caída durante la noche. La Danza del Gigante, según la terminología empleada por los arquitectos medievales, indica a sus constructores que están en el solsticio de invierno.
El templo místico de STONEHENGE es uno de los lugares considerados con mayor poder energético de cuantos ha construido el hombre en la infancia de la civilización. A su alrededor abundan otros restos prehistóricos como los muros de Durrington, Woodenge, o los 350 túmulos que parecen apuntar a que quien colocó sus piedras era un pueblo de pastores neolíticos que había encontrado en aquel lugar la morada de sus dioses.
El crómlech gigantesco de Stonehenge, un lugar con connotaciones místicas y astronómicas.
Sin embargo, hay muchos misterios que rodean a este extraordinario monumento que hacen dudar de que se tratara de simples campesinos. No sólo es un recinto místico, sino que, aparentemente, también es un observatorio astronómico.
Su estructura es circular. Los llamados orificios de Aubrey rodean el conjunto. La parte interior estaba formada por un gran círculo de monolitos de 5 metros de altura, cubiertos con un dintel continuo, del que quedan algunos restos. Más hacia el centro hay otro de piedras azules que encierran una herradura en la que actualmente se pueden apreciar cinco trilitos (una piedra horizontal encastrada sobre dos verticales mediante una especie de semiesferas). En su interior, otra herradura encierra la gran Piedra del Altar. Fuera del conjunto se encontraba la gran piedra Talón, que indicaba el comienzo de la avenida que conducía al recinto sagrado. Ambas se alinean para indicar el punto por donde sale el sol en el horizonte durante el solsticio de verano.
Aparte de observatorio de los movimientos de los cuerpos celestes, pudo tener alguna intención funeraria. Estas antenas, capaces de establecer contacto entre los hombres y el Universo, habrían servido también para cargar a los difuntos con la energía procedente de los rayos del sol durante los solsticios. En los 56 orificios de Aubrey se han encontrado cenizas que indican que allí se realizaron cremaciones.
El templo fue abandonado hace unos 3.000 años, aunque su magia no ha desaparecido. A pesar de la leyenda que atribuye su construcción al mago Merlín, uno de los personajes centrales del ciclo Artúrico, hay que aceptar la evidencia de su mayor antigüedad.
Se atribuyeron tradicionalmente a sus piedras poderes para curar las enfermedades que se trasladarían a las aguas que empapan aquella tierra y luego circulan hasta los acuíferos subterráneos.
En los últimos 20 años recibe la visita regular de los modernos druidas, que realizan ceremonias con las que tratan de recuperar el poder mágico de aquellas piedras que, a pesar de los años, no ha desaparecido.
Estamos en Irlanda, en la Curva del Boyne, desde donde casi puede olerse el perfume salobre del mar que separa la cuna de James Joyce de la Escocia de Walter Scott. Allí está NEWGRANGE .
En 1699, en este lugar, verdadero huevo cósmico construido perfectamente por artesanos que vivieron en el 3.250 a.C., Edward Lhuyd (1670-1708) encontró un pasadizo construido con grandes piedras, que describe del siguiente modo: «Al principio tuvimos que arrastrarnos, pero a medida que íbamos penetrando en su interior, los pilares se hacían cada vez más altos. Al entrar en la cueva alcanzaban los 6 metros de altura. A cada lado había una especie de celda o habitación, y otro más, exactamente frente a la entrada.»
Petroglifos en forma de espiral en el gran monumento funerario de Newgrange, Irlanda.
Así fue como se descubrió el cementerio prehistórico más importante de Irlanda. Newgrange, junto con Knowth y Dowth, tres tumbas con unas 25 galerías. Está además repleto de tallas de simbología desconocida, donde podemos encontrar espirales que se entremezclan misteriosamente, a la vez que losanges y otros signos que podrían ser mapas astronómicos. Pero no sólo eso. Su forma de huevo, más un gran pilar en forma de falo, y una cámara subterránea que podría ser la representación simbólica de un claustro materno, son pruebas de que también es un santuario consagrado a las fuerzas vitales.
Al igual que en Abu Simbel, la luz del sol cobra especial protagonismo en este recinto, puesto que el día del solsticio de invierno, por su entrada (que estaba cerrada habitualmente con dos puertas de piedra), penetra una fina línea de luz que ilumina hasta la última cámara. El fenómeno dura 20 minutos.
Los constructores de Newgrage, como los de Stonehenge, fueron hábiles concentrando la energía de la luz, de la piedra y del cosmos al servicio de la trascendencia del hombre.
Dos lugares, a ambos lados del Canal de la Mancha, nacen también al abrigo de la bruma marina. En ellos se elevaron dos monumentos pétreos concebidos como colosales observatorios astronómicos, a la vez que centros dedicados a la fertilidad: CARNAC, en Morbihan, Bretaña francesa, y AVEBURY, en el condado inglés de Wiltshire.
En el primer caso, la impresión que causa contemplar miles de megalitos, entre dólmenes, menhires y túmulos, es la de encontrarnos ante el que, seguramente, sea el mayor conjunto megalítico del mundo. Existen tres grupos de monumentos, de los que el más importante tiene unos 1.100 monolitos de granito colocados formando filas de 1.030 metros de longitud aproximadamente que terminan en una especie de arco.
Cerca se encuentra Kercado, donde hay una colina herbosa coronada por una gran piedra vertical. Debajo de ella hay un túmulo orientado al este. En su interior, una cámara cuadrada sirvió de última morada durante generaciones. Posiblemente se construyó hace 6.700 años, lo que la convierte en la estructura megalítica más antigua del viejo continente, superando en antigüedad a Stonehenge y a las Pirámides.
En el segundo encontramos el túmulo de West Kennet, que con sus 104 metros de longitud es la tumba prehistórica más grande de Inglaterra. También el henge, un círculo formado por megalitos que ocupa unas 11,3 hectáreas y rodeado por una zanja de 15 metros de profundidad. Está considerado como el más grande del mundo. Como tantos otros monumentos megalíticos, fue desmontado en parte al considerar que eran templos dedicados a cultos paganos. Sus piedras se reutilizaron para construir las casas y granjas de los pueblos cercanos. La colina artificial de Silbury es la más alta de Europa. Su función sigue siendo un misterio.
Uno de los grandes monolitos de Carnac, Francia.
Seguramente fue construido como santuario donde celebrar ritos relacionados con los espíritus de la fertilidad, que consistían en sacrificios de hombres y de animales mientras se realizaban prácticas sexuales. Además de su valor simbólico, aquellos hombres, con una sensibilidad que la mayoría de las personas ha perdido, podían aprovecharse de las energías que, a través de estas piedras, emanaban de la Tierra.
En Portugal, los conjuntos dolménicos reciben el nombre de Antas, y se concentran en la región de Elvas. Son las ANTAS DE ELVAS.
Para visitarlos se han establecido dos circuitos denominados Guadiana y Barbacena. El primero empieza en el Anta da Quinta do Forte de Botas y sigue por Valmor, Monte Ruivo, Sobral, San Rafael, Defensinhas y Venda. Desde ellos se podía ver y a la vez concentrar el poder del cercano río al que los árabes denominaron Wadi Ana (río agraciado). Miguel de Cervantes le atribuye pasiones humanas: «¡Oh lloroso Guadiana, y vosotras sin dicha hijas de Ruidera, que mostráis en vuestras aguas las que lloraron vuestros hermosos ojos!».
Su nacimiento en las Lagunas de Ruidera es un misterio que ha excitado la imaginación de los hombres, quienes le consideran originado por un acto de magia. Arranca aquí toda la sabiduría de la Tierra, toda la energía del karst interior de La Mancha. Luego, desaparece, para volver a surgir 50 kilómetros después en Argamasilla de Alba, en el paraje conocido como Los Ojos del Guadiana. Su vuelta a las profundidades de la Tierra lo convierten en un símbolo de iniciación en los misterios de la muerte y resurrección. Los hombres que construyeron las Antas conocían todo esto y por eso le otorgaron su carácter mágico-religioso.
El segundo circuito comprende las de Torre das Arcas, Serrones, Coutada, Dom Miguel, Olival do Monte Velho, Cabeço do Torrão, Monte dos Frades y Quinta das Longas. Su estudio ha permitido imaginar cómo llegaron a construirse estas puertas al más allá mediante la excavación de trincheras en las que clavar las piedras y su soterramiento posterior.
Anta de Pala da Moura, en Douro, Portugal.

SANTUARIOS DEL ISLAM

Oración diaria, Peregrinación a La Meca, Ayuno, Limosna y Recitar el Credo del Islam, las cinco obligaciones de todo musulmán, para quien «No hay más dios que Alá y Mahoma es su profeta».

LA MECA, CIUDAD EN LA QUE NACIÓ Mahoma en el año 570, es el centro espiritual del Islam. En aquellos tiempos las tribus que poblaban la península arábiga vivían practicando una amalgama extraña de ritos animista-panteístas heredados de las religiones paganas (la «edad de la ignorancia»).
El pueblo árabe desciende directamente de Abraham. En el Viejo Testamento, se cuenta como su esposa Sara hasta entonces no había tenido hijos, con lo que el patriarca se unió, con permiso de Dios, con su esclava Agar, de quien nació su primogénito Ismael (padre del pueblo agareno o mahometano). Los celos fueron la causa de que ambos fueran desterrados al desierto para que murieran de sed. Dios inspiró a la esclava para encontrar una fuente milagrosa donde madre e hijo encontraron alimento. La leyenda cuenta que ésta es el pozo sagrado de La Meca, Zam Zam. Su agua es la que se utiliza para limpiar La Kaaba (el Gran Santuario del Islam).
Estamos ante una construcción cúbica cubierta con un gran paño negro . Una cortina con inscripciones bordadas en hilo de oro da acceso a su interior. Antes de penetrar, los musulmanes tienen que dar siete vueltas a su alrededor entonando cánticos rituales.
Dentro se halla la Piedra Negra de Adán. Durante la ceremonia frotan y besan la piedra para absorber su energía espiritual, que les fortalecerá para que lleven una vida virtuosa.
Según los geólogos, la Piedra Negra, es un meteorito. La tradición afirma que cayó en el paraíso para que Adán pudiera usarla como una especie de almacén donde fueran enterrados sus pecados. En principio era blanca, pero con el tiempo se oscureció como consecuencia de la gran cantidad de faltas acumuladas. En ella puso su pie Abraham para consagrarla como piedra angular de la Gran Mezquita. Kaaba significa simplemente «edificio cuadrado». Tiene 12 por 10 metros de base y 15 de altura y está orientada hacia los cuatro puntos cardinales. Según la leyenda fue construida por el propio Ismael, ayudado por su padre Abraham. Antes de convertirse en el centro espiritual del Islam era un templo pagano donde se daba culto a numerosas divinidades como Fortuna o Venus.
En el Corán, el libro sagrado de los musulmanes, inspirado por Alá a Mahoma, se establece que diariamente tienen la obligación de postrarse cinco veces y rezar en dirección a La Meca. Este rito se realiza al amanecer, al mediodía, a media tarde, en el ocaso, y cuando llega la noche.
La Kaaba, rodeada de fieles musulmanes celebrando sus ritos.

«No podíamos soportar el brillo de su cúpula, que nos cegaba con su divina blancura. En su interior, las voces de los sacerdotes resonaban de tal modo que fuimos capaces de ascender al paraíso en vida.» (Anónimo)

El Gran Mogol Chah Jahan debió sentirse tan triste y desolado cuando falleció su esposa, la persa Arjmand Banu, que plasmó su desconsuelo en uno de los monumentos más poderosamente evocadores que ha mandado construir un musulmán.
Agra es una ciudad india del estado de Uttar Pradesh, a orillas del río Yamuna. En el siglo XVII fue gobernada por el emperador Jahangir, nieto de Akbar (1542-1605), cuando su imperio se encontraba en su máximo esplendor. Los poderosos gobernantes mogoles intentaron crear un clima en el que tuvieran cabida todas las tendencias y religiones. Algo parecido a lo que sucedió en Toledo en la corte de Alfonso X «el Sabio».
El tercero en la estirpe fue Chah Jahan, que en 1612 tomó por esposa a Arjmand ­entonces cumplía los veinte años­, dándole el título de Mumtaz Mahal (»perla del harén»). Esta mujer, que fue muy amada por su marido, falleció al dar a luz a su décimocuarto hijo. Entonces el emperador, para perpetuar su memoria, edificó el más hermoso templo al amor creado por el hombre.
El TAJ MAHAL parece como si no fuera de este mundo. Su construcción empezó en 1630 y terminó en 1652. Trabajaron en él 20.000 obreros y los mejores artistas del mundo, venidos de Persia, Egipto, China y Florencia. Se buscó el jade en las montañas chinas, los rubíes birmanos, la calcedonia egipcia y las perlas de ámbar sirias. Sus losas de mármol parecen flotar, como si fueran gasas livianas bordadas por huríes del paraíso.
La cúpula de este mausoleo tiene una acústica prodigiosa. En ella, la salmodia espiritual que el almúedano sufí canta desde su centro mágico, rebota una y otra vez, generando ecos incomprensibles que parecen venir de algún sitio fuera del tiempo y del espacio.
En definitiva, este mausoleo, no sólo es un edificio cuyo poder trastorna, sino también un poema que nos habla del amor.
El flautista norteamericano Paul Horn, en el año 1976, grabó un disco en el interior de su cúpula: Inside II. En él, se produce un maravilloso diálogo entre el canto místico musulmán y una flauta.
El imponente Taj Mahal envuelto en la luz del atardecer.

«Sucedió que después de estas palabras puso a prueba Dios a Abraham diciéndole: Abraham, Abraham. Y él respondió: Heme aquí... Toma a tu hijo amadísimo, al que amas, Isaac, y sacrifícamelo... Vete, le dice, a las tierras altas, y allí sacrifícalo en holocausto en uno de los montes que te mostraré» (Gén. 22,1)

Los musulmanes construyeron en Jerusalén la mezquita de la CÚPULA DE LA ROCA (Qoubet el-Sakhra) entre los años 688 y 692.
El «Profeta» había muerto en el año 632. A partir de este momento, empezaron a edificar los santuarios islámicos más importantes.
Éste es el tercer lugar más sagrado para los creyentes, tras la Meca y Medina.
Erróneamente se atribuye su construcción a Omar, compañero de Mahoma. Realmente la hizo el califa omeya Abd al-Malik, que la quería como símbolo del triunfo de la fe coránica sobre la evangélica, y para contrapesar el que representaba la Basílica del Santo Sepulcro.
Ocupa el mismo lugar donde estuvieron el Tabernáculo del Templo de Salomón y posteriormente el palacio del rey Herodes Agripa. Corona el monte Moria, lugar en donde, según la tradición judía, Abraham había de sacrificar a Isaac, según reza el versículo citado más arriba. Los musulmanes, por su parte, consideran que la roca que allí se adora es desde la que Mahoma emprendió el «viaje nocturno» al Paraíso, montado a lomos de una burra (Sura 17 del Corán).
La Cúpula, de madera revestida de metal dorado, se eleva sobre un edificio octogonal de color turquesa en el que se abren puertas a los cuatro puntos cardinales, como símbolo del centro del mundo.
Su planta es una estrella de ocho puntas, figura que sintetiza cuadrado y círculo, reposo y movimiento, tiempo y espacio. Es de estilo bizantino con reminiscencias paleocristianas. Sus paredes están decoradas con mosaicos polícromos en los que pueden contemplarse símbolos sasánidas y bizantinos parecidos a algunos budistas e hindúes. Este recinto funciona como una verdadera biblioteca de conocimientos matemáticos y esotéricos.
La Cúpula de la Roca y el Muro de las Lamentaciones.
En este emplazamiento sagrado está también la Mezquita de AL- AQSA. Según la tradición, su construcción se remonta a la época del mismísimo Adán, quien 40 años antes habría edificado la Kaaba de La Meca. «Pregunté al Mensajero de Al-lâh acerca de la primera mezquita (el primer recinto sagrado) sobre la Tierra y me respondió: `La Mezquita Sagrada (en Meka)'. Le pregunté cuál fue la siguiente y me respondió: `La Mezquita Al-Aqsa'. Le pregunté cuánto tiempo transcurrió entre la construcción de una y otra y me respondió: `Cuarenta años'» (Abu Dharr al-Ghifari, uno de los compañeros de Mahoma).
Siguiendo con la tradición, habría sido renovada por el profeta Jacob, y después por el propio David. La terminaría el rey Salomón, aunque algunos autores como Al-Zarkasi, en su libro A'lam Al masajid, afirman que el rey Sabio simplemente la renovó.

Dos cotorras anaranjadas se mueven sobre el brazo de un hombre. Por mil riales su dueño la hace extraer un papel de colores de un cesto. Un consejo para el caminante: «No te fíes de las apariencias».

Estamos ahora cruzando a través del SioSeh pol (el Puente de los Treinta y Tres Arcos, sobre el río Zayandeh Roud), en ISPAHAN O ISFAHAN, la fabulosa ciudad de las Mil y Una Noches, donde volaron las alfombras mágicas, parientes de las que ahora se secan al sol.
Sobre las arenas ocres del desierto reverberan espejismos donde se refleja un mar de irreales cúpulas azules. Son santuarios concebidos para representar el Cielo en la Tierra mediante filigranas matemáticas que contienen el nombre de Alah, el Misericordioso.
La estética sublime de la Mezquita del Imam se refleja en sus serenas láminas de agua, donde podemos observar la artística caligrafía con que los persas decoraron lozas y paredes en honor del Altísimo. El mismo alfabeto, en la Mezquita del Viernes, nos cuenta la historia del Irán de los emperadores, en medio de un silencio sólo roto por los pájaros, que enseñaron su misterioso lenguaje al príncipe Ahmed al Kamel, el «Peregrino del Amor» del Generalife granadino, como nos cuenta Washington Irving en Los Cuentos de la Alhambra.
En el centro de la ciudad, la Mezquita de Masjid-i-Shah, construida durante el reinado del Sha Abbas I el Grande (1587-1629), es un universo turquesa que se derrama desde las cúpulas hasta los hermosos jardines. Los artesonados de sus techos son mandalas en los que es imposible fijar la vista sin experimentar la sensación de que nuestra conciencia cambia y se eleva.
Incluso al rato notamos una ligera sensación de liviandad, de pérdida de peso, como si de repente fuéramos a levitar hasta un techo del que parecen colgar miles de estalactitas azules.
El sol cubre de oro el puente, del que cuelgan cientos de alfombras multicolores que, lastradas por piedras, se sumergen en las aguas del río. Es el rito que honra las mágicas aguas de esta ciudad-oasis, centro neurálgico de la ruta de las especies, que luego vino a denominarse la Ruta de la Seda.
Mezquita del Sheikh Lotf Allah.

EL RECINTO CRISTIANO

«Estaba aproximándose el año mil trigésimo tercero de la encarnación de Cristo, mil de la pasión del propio Salvador... y en el tiempo que siguió estalló por todo el orbe terrestre una gran hambre y se corrió el riesgo de que casi la totalidad del género humano muriese. Las condiciones atmosféricas se hicieron tan desfavorables que no había momento adecuado para ninguna siembra..»

(RAÚL GLABBER:
Historiarum libri quinque, IV. De fame validissima quae contigit in orbe terrarum)
EUROPA A FINALES DEL PRIMER MILENIO, como hemos visto, sufrió un gran deterioro en las condiciones ambientales y sociales. La climatología, en ocasiones no fue favorable y los alimentos escasearon en ocasiones. Hay que añadir además las deficiencias higiénicas y sanitarias. Como consecuencia la población se vio reducida a causa de diversas enfermedades infecciosas entre las que podemos citar la peste bubónica.
Tanta penuria y oscuridad terminó poco después del año 1030.Entonces comenzó una verdadera mini-revolución industrial en todos los ámbitos que tuvo su reflejo en la forma de planificar y edificar santuarios. Estamos en los albores de un nuevo concepto estético y doctrinal de la arquitectura: el románico, que hasta comenzado el siglo XIII sembró Europa de recintos sagrados.
En el año 910, en el centro de Francia (departamento de Saôneet-Loire, junto al río Grosne, cerca de Mâcon), se construye el primer monasterio que adopta este estilo arquitectónico: la ABADÍA DE CLUNY. Muy pronto sería en el más importante centro religioso que seguiría la regla de San Benito de Nursia (480-547) (reformada por San Benito de Aniano en el año 821). Este edificio fue el recinto sagrado más grande del mundo hasta la construcción de la Basílica de San Pedro del Vaticano.
La orden monástica del Císter fue fundada en Citeaux (1098) por un grupo de monjes de la región de Borgoña descontentos con la relajación a la que habían llegado los monjes que seguían la Regla de San Benito. Los cenobios se habían transformado en iglesias y palacios suntuosos alejados del mensaje evangélico. Su objetivo era recuperar el espíritu original del monacato. San Alberico, antiguo abate de Molesmes, Étienne Harding y San Roberto se encargaron de la primera fundación. Para ello se trasladaron a una región de bosques tupidos y recónditos, donde construyeron un edificio considerado como modelo arquitectónico. La gran fama alcanzada por la ABADÍA DE CITEAUX fue razón del nacimiento de nuevas vocaciones. Muchos jóvenes se incorporaron entonces, así que pronto se quedó pequeña. Es en el año 1115 cuando trece monjes jóvenes fundan en una aldea del departamento de Aube un nuevo monasterio .
La abadía de Cluny.
El primer Abad de CLARAVAL fue San Bernardo (1134) que pronto fue el referente doctrinal de la orden. Los principios básicos consagrados en la regla eran: la ascética y el alejamiento del mundo buscando la unión con Dios. Para ello era necesario prescindir de todo lo suntuoso que fuera capaz de distraer a los monjes. Sus labores diarias debían realizarse en silencio para conseguir que el alma no tuviese otro objetivo que la contemplación del Creador.
Sus propias palabras testifican estas ideas: «¿Qué finalidad tiene, delante de los hermanos que se consagran a la lectura, estos monstruos ridículos de deforme belleza o de bella deformidad?» Cluny apoyó la arquitectura románica, caracterizada fundamentalmente por la austeridad de sus iglesias, ermitas y monasterios, lugar de recogimiento y oración de religiosos exclusivamente. Los monjes preferían establecerse en lugares recónditos, como valles alejados de los caminos más transitados, donde encontrar el silencio necesario para encontrarse con Dios siguiendo el principio ora et labora (reza y trabaja). El Císter, por su parte, sería el impulsor del gótico.
En ambos estilos se aplicaron, de diferente manera, las normas de la que venía llamándose geometría sagrada desde la antigüedad. También las dos podrían calificarse como armazones arquitectónicos de lo sublime.
San Bernardo funda Clarivaux ante San Esteban (Etienne) Harding.

«Es un gran privilegio poder tener un lugar sagrado, un santuario, cerca de donde habitamos y poder ir allí a meditar, a rezar, a pasear, a pensar, a llorar y a reír. En su amor por lo más grande que hay en el ser humano los maestros constructores nos dejaron las claves que pudieran ayudarnos a seguir avanzando.»

(DANIEL RUBIO. «Una cuestión de consciencia»)
En el siglo XII, el santuario románico empieza a ser sustituido por el gótico. De una simbología muy simple se pasa a otra más abigarrada, repleta de enigmas que reflejan nuevas inquietudes e interpretaciones del mundo. Una de las más importantes, sin duda es la CATEDRAL DE CHARTRES, consagrada a Nuestra Señora la Virgen, pero en este caso con un antecedente pagano.
La técnica empleada en las catedrales supuso una ruptura radical con modos de construir previos, incorporando elementos que tienden a aligerar las paredes de los edificios. Para intentar comprender los innumerables interrogantes que plantea, debemos hacer un recorrido que empieza en la Prehistoria, cuando alguien descubrió que el lugar de su emplazamiento no era como los demás.
Chartres y su laberinto
Quienes primero detectaron en el lugar la exitencia de energías especiales fueron los constructores megalíticos, que levantaron allí uno, dentro del que practicaron un pozo. Posteriormente, según Julio César, los druidas, los sacerdotes celtas, eligieron el lugar para establecer una escuela donde impartir sus conocimientos mágicos y ritos. El bosque de los Carnutes servía para sus reuniones. Cuenta una leyenda que tuvieron la visión de que una virgen tendría allí un niño, la virgen pariturae. Tallaron, pues, su imagen en un trozo del tronco de un peral, y la instalaron en el santuario con el nombre de Virgen Bajo Tierra (en la gruta del druida, ya mencionada).
Corría el siglo III, cuando llegaron los primeros cristianos a la ciudad. Allí encontraron la caverna artificial y una virgen oscurecida por los años. Sobre ella construyeron una iglesia por la que había que pasar para acceder a su interior. Destruida ésta, se fueron edificando encima otras cinco. La sexta es la catedral medieval, la que hoy podemos contemplar y admirar, con todos sus enigmas. El primero, el laberinto que ocupa parte del piso, que los peregrinos recorrían siguiendo un programa establecido, buscando aumentar la consciencia ante lo sagrado. Durante el solsticio de verano, un rayo de sol que penetra por la vidriera de San Apolinar (¿Apolo?), se sitúa sobre un clavo dorado en una losa que rompe la simetría del pavimento, con algún extraño fin. Dijo el cabildo que era para poner en hora los relojes, pero tendrían que explicar mejor sus argumentos que, de momento, no convencen. Por último están las energías telúricas que, según los expertos, se amplifican en su interior.
Existe una relación directa entre la aparición del gótico y la época de las cruzadas, como si quienes viajaron a Oriente Medio hubieran traido de allí algún tipo de conocimiento necesario para la evolución arquitectónica que tuvo lugar tras la modificación de Saint Denis, en París. En especial, se consideran transmisores e impulsores a los monjes-soldados de la orden del Temple, que podrían haber sido quienes comunicaron esos saberes a los maestros constructores que pululaban en ese momento por toda Europa, que incorporaron nuevas especializaciones, como la de los vidrieros que vistieron las nuevas y ligerísimas paredes de imágenes polícromas que necesitaban del concurso de la luz.
El rosetón es un ente matemático-geométrico relacionado con el ritmo y la proporción. Y con la luz que lo convierte en mecanismo y en transmisor de conocimientos.

DIOSES LEJANOS

«A uno y otro lado de las vastas avenidas, que medirían unos setenta metros de anchura, se aglomeraba un sinfín de edificios gigantescos, cada uno de los cuales poseía su propio jardín

(HOWARD PHILLIPS LOVECRAFT. En la noche de los tiempos)
ENTRE EL AÑO 2500 Y 2100 a.C. en el corazón de la India se desarrolló una civilización que, tras 300 años de esplendor, quedó olvidada. La ciudad de MOHENJO-DARO es una de las primeras que fueron perfectamente planificadas por los hombres.
En el Rig-Veda, el primero de los libros sagrados hindúes, se citan una serie de leyendas que hablan de una civilización ya desaparecida que habría levantado ciertas fortificaciones. Éstas pasaron a ser consideradas mitos con escaso fundamento. Pero entre los años 1920 y 1930, los arqueólogos sacaron a la luz dos ciudades coetáneas con las civilizaciones mesopotámica y egipcia.
El dios Indra habría ordenado a los arios a ocupar el valle del Indo, objetivo que alcanzaron en el año 1500 a.C. aproximadamente.
Dos ciudades de ladrillo parecen justificar tal relato: la mencionada MOHENJO-DÃRO y HARAPPÃ. La primera en el lugar conocido como «el montículo de los muertos» y la segunda 560 kilómetros más hacia el norte.
Su descubridor, sir Mortimer Wheeler, fue nombrado director general de excavaciones arqueológicas en la India en el año 1944.
La primera es un conjunto rectangular atravesado por doce calles de 14 metros de anchura. La superficie, como consecuencia, estaba dividida en 12 sectores, de los cuales 11 eran residenciales y el último usado para labores administrativas y de gobierno.
Ocupaba una pequeña colina en la que había tres edificios principales: la sala de reuniones, el gran baño y el granero.
Una estatuilla de esteatita representa a una especie de dios o sacerdote cubierto con una extraño atuendo, decorado con lo que parecen ser tréboles. Aquellos hombres prescindían del bigote y arreglaban cuidadosamente su barba. Se han desenterrado también muchos sellos tallados en piedra trabajados con técnicas muy depuradas.
Los dioses a los que adoraban permanecen en el misterio, aunque uno con tres cabezas coronadas con cuernos podría ser el que inspiró la figura del dios hindú Shiva. También se rendía culto a una diosa madre.
En el año 1900 a.C. estas ciudades, abandonadas, fueron poco a pocos sepultadas por la arena y la escasa vegetación que paulatinamente había sustituido a los grandes bosques. Las riadas del Indo fueron enterrando los secretos de estas míticas ciudades, con lo que han quedado ocultas hasta nuestros días.
La estatuilla barbada y los sellos de Mohenjo-Daro.

«Los cronistas indios interrogados por los compañeros de Cortés, decían que en un mundo muerto, un dios humilde y enfermo, Natuatzin, encontró en este lugar al dios Tecuciztecaltl, que hacía penitencia. Ambos se arrojaron al fuego sagrado, se convirtieron en la quinta luna y el quinto sol, edificaron las pirámides y crearon al hombre.»

(Bellezas del Mundo. Aglo Ediciones, 1991, p. 2422)
Lejos, muy lejos, casi en las antípodas de Egipto, otros dioses o fuerzas desconocidas, llevaron a una civilización a construir, con millones de ladrillos cocidos, formidables pirámides escalonadas.
Las sombras de las pirámides del Sol y de la Luna oscurecen cíclicamente los veintitrés y medio kilómetros cuadrados que ocupa la ciudad sagrada de TEOTIHUACÁN. El juego de luces y sombras que recorren el suelo durante el doble ciclo del día y de la noche activaría el poder de inducir al éxtasis místico a los sacerdotes que tenían la misión de sacrificar víctimas humanas a Queatzalcóatl (la serpiente emplumada). Sus cuchillos de obsidiana, sometidos en la caverna sagrada que constituye la cripta de la pirámide a la influencia del seno maternal de la Tierra, donde se habían engendrado Sol y Luna, quedarían dispuestos a arrancar el corazón palpitante de las víctimas.
Al igual que la base de la de Keops, la dedicada al astro solar (el principio masculino), tiene 225 metros de lado, aunque su altura sea solamente de 70. Fue levantada en el siglo I d.C. sobre los restos de una anterior más pequeña. En su cima había un recinto sagrado dedicado al dios en el que sólo podían entrar sus sacerdotes.
La Pirámide de La Luna, más pequeña, tiene 145 metros de lado y una altura de 40. Su cima estaba coronada por una estatua de 20 toneladas. A partir de ella se extiende la Avenida de los Muertos, que nada tiene que ver con difuntos, sino con la conexión entre Cielo y Tierra a través de estas impresionantes estructuras.
Por último, aparte de los innumerables edificios de la Ciudadela, y otras plataformas troncopiramidales menores, está el Templo de Queatzalcóalt. Tiene seis grandes escalones. Está dedicado a la Serpiente de Fuego, que guía al sol a través del día. Tiene gran cantidad de cabezas de ofidios con el cuello rodeado por una gola de plumas, así como máscaras del dios Tlaloc.
Quizá porque cambiaron las condiciones climáticas, o debido a la invasión de los bárbaros del norte, este recinto sagrado fue abandonado. Ahora, bajo las arenas del desierto mejicano, duermen sus secretos en espera de ser revelados.
El complejo piramidal de Tehotihuacán es sensiblemente distinto del que ocupa la meseta de Gizeh, tanto en estructura como en materiales. Tampoco parece que las motivaciones hayan sido las mismas.
«Las luces y sombras conformaban una serie de triángulos en uno de los lados de la escalinata norte que formaban una imagen muy parecida a una serpiente, (curiosamente en la base de la escalera existía una cabeza inmensa de reptil esculpida). El ofidio parece ascender en marzo y descender en septiembre.»
(MIGUEL G. ARACIL: La sonrisa de Chac)
La pirámide conocida como «El Castillo», en CHICHEN ITZÁ (la boca de los «cenotes» de Itzá), está coronada por un templo dedicado a Kukulkán (el Queatzalcóalt de los Mayas).
Se trata de un recinto donde se rinde culto al tiempo y al espacio. Para llegar a la parte superior de esta pirámide escalonada de 30 metros de altura, hay que subir una de sus 4 rampas. Cada una tiene 91 empinados escalones que producen inevitablemente vértigo en quien se atreve a ascender por ellos. Sus dieciocho terrazas se corresponden con el mismo número de meses de 20 días del calendario maya. Ocupando una superficie de 3 kilómetros cuadrados hay otros edificios sagrados, como el Templo de los Guerreros, el Caracol o Torre Circular (un viejo observatorio astronómico) y la Casa de las Monjas.
La pirámide escalonada de Chichen Itzá.
Los «cenotes» son pozos anchos y profundos que dan acceso a una compleja red de túneles inundados. Se utilizaban para abastecerse de agua. Alguno de ellos, como el de Chichen Itzá, sirvió para realizar sacrificios humanos a Chac, el dios de la lluvia.
El cenote sagrado "azul" de Chichen Itzá, un río subterráneo al que los mesoamericanos convirtieron en antro sagrado.
Este sanguinario dios fue generoso con la selva que rodea las ruinas de Palenque (Chiapas, Méjico). Lloró allí abundantes lágrimas para que hoy, en medio de un impresionante verdor, podamos contemplar un verdadero laberinto de habitaciones y pasadizos. Todos ellos conducen hasta el pie de tres pirámides escalonadas, en cuya cima hay otros tantos templos.
En el año 1949, el arqueólogo mejicano Alberto Ruz Lhuillier encontró bajo una losa un túnel que descendía pronunciadamente hacia el interior de la pirámide más importante, conocida como el Templo de las Inscripciones. Tras tres años de sacar gran cantidad de escombros, alcanzaron una cámara donde había una lápida triangular y seis esqueletos de jóvenes, seguramente sacrificados en alguna ceremonia ritual. Cuando la retiró, encontró una estancia donde otra losa de piedra de 5 toneladas tapaba un sarcófago. A su alrededor, en las paredes estaban representados los nueve Señores de la Noche adorados por el pueblo maya.
La tumba era de un noble llamado Pacal. Su máscara funeraria es de madera sobre la que se engastan dos centenares de piedras de jade, con pupilas de obsidiana y córneas de nácar. Sin embargo, lo que más le llamó la atención fueron las tallas de la lápida, donde se podía apreciar un hombre reclinado debajo del árbol sagrado que comunicaba la Tierra con el reino de los espíritus.
En su obra Recuerdos del Futuro, el suizo Erich von Daniken, afirmó sin cortarse, que esta figura es la representación de un astronauta, posiblemente extraterrestre, en el interior de una nave espacial. Desde luego estamos ante un enigma que parece haber sido inflado artificialmente. La opinión de algunos expertos, como Fernando Jiménez del Oso, es que es necesaria una gran imaginación para pretender que estamos ante una representación de un cohete de propulsión a chorro, del tipo de los que utilizamos hoy día. Hace falta mucha imaginación, como puede comprobarse en la ilustración adjunta.
El "astronauta" de Palenque.
Los otros edificios religiosos de Palenque son los templos del Sol, de la Cruz y de la Cruz Foliada; todos ocupan la parte superior de pirámides de estructura semejante. Dentro de cada santuario hay una tablilla con jeroglíficos y dos humanos que custodian un objeto ceremonial. Allí está la máscara del dios Jaguar del Otro Mundo y dos árboles en forma de cruz en los que se posa un pájaro. Desde ellos puede contemplarse como el río Usumacinta se pierde en el horizonte.
Los monumentos de Palenque.

«Acto seguido se organizó una expedición para explorar la cueva y los científicos descubrieron los túneles que llegan hasta Machu Picchu, donde se haya una rara piedra capaz de dar al vida o provocar la muerte: un souvenir dejado por los extraterrestres en un pasado remoto.»

(PABLO VILLARRUBIA. Brasil Insólito.)
Poca gente podía imaginarse antes de 1911 que a 112 kilómetros de Cusco se encontraba el santuario más prodigioso de los Andes y uno de los más misteriosos del mundo. Hiram Bingam quedó asombrado cuando, buscando Vilcabamba (la ciudad a la que huyó Manco Inca tres años después de la llegada de Pizarro en 1530), encontró algo que no esperaba. A una altitud aproximada de 2.250 metros, 450 sobre el río Urubamba, se encuentran las ruinas de la ciudadela que recibe el nombre de un monte cercano, el MACHU PICCHU (viejo pico), construida aproximadamente en el año 1450.
Ocupa unos 13 kilómetros cuadrados de terrazas en torno a una plaza central. De aquí parten diversas escaleras que conducen a unas 150 viviendas de una sola habitación espléndidamente construidas, que hoy día están en ruinas. Las más grandes fueron recintos sagrados donde se celebraban ceremonias religiosas, como por ejemplo la Casa de la Ñusta (dedicada a ritos lustrales), a la que se accedía por unas puertas trapezoidales; el Templo de las Tres Ventanas, y la Torre del Sol. Hay también un observatorio astronómico, en cuyo centro una piedra, el Intihuatana, sirve tanto de reloj de sol como podría haber sido altar ceremonial. Está dedicada al dios Sol (Inti). En la fiesta del solsticio de verano, el Inti Raymi, se amarraba simbólicamente al astro rey para que volviera al año siguiente, cosa que preocupaba especialmente a los incas.
Pero lo que importa de esta ciudadela son las desconocidas técnicas de construcción que empleó un pueblo que no conocía la rueda ni se ayudaba de los animales en el manejo de cargas pesadas. Las piedras están talladas con tal perfección que no es posible introducir entre las juntas, en las que no ponían argamasa ninguna, una hoja de afeitar. Además todas son figuras irregulares que van casando unas con otras como en un gigantesco rompecabezas tridimensional. Los bloques, en ocasiones, pasan de las 5 toneladas.
Algo verdaderamente sorprendente si tenemos en cuenta que sus instrumentos eran blandos, confeccionados en madera, bronce y latón (no conocían ni el hierro, ni el acero).
Hay partidarios de una teoría según la cual los Incas fueron ayudados por extraterrestres, quienes les habrían auxiliado, por una parte a cortar los bloques mediante tecnología láser, y por otra a colocarlos mediante mecanismos capaces de aprovechar la antigravedad. No parece probable, pero el misterio que rodea a este recinto, indudablemente sagrado, quedará oculto durante todavía mucho tiempo, protegido por los tules de niebla que se deslizan por sus despobladas calles al amanecer y al atardecer.
Machu Picchu. En una esquina el Intihuatana.

LA TRIBU DE MESA VERDE

«Wakankan yan waon/we wekankan yan waon/we mahpiya ta wakita ye/wakankan yaan waon/we mita sunke ota yelo he.» «Sagrada es mi manera de vivir./He mirado a los cielos./Sagrada es mi manera de vivir./Numerosos, mis caballos.»

(Canción india. Bureau of American Ethnology Collection)
MUCHAS TEORÍAS TRATAN DE EXPLICAR de dónde vinieron los primeros americanos, aunque ninguna ha podido ser demostrada científicamente (Fenicios, Egipcios, Atlantes, etc.). Unos pocos vestigios nos permiten, al menos, conocer cómo se relacionaron con el entorno en la soledad de un continente vacío y hostil.
El PARQUE NACIONAL DE MESA VERDE, en Estados Unidos, Colorado, es un lugar sobrecogedor. Sus construcciones, encaramadas a la roca como si se tratara de colmenas, fueron abandonadas hace mucho tiempo por sus pobladores, los habitantes más antiguos del continente norteamericano, pero aún rondan por allí sus espíritus.
Ocupa una región conocida como «Las Cuatro Esquinas», que comprende territorios de Utah, Arizona y Nuevo México. Sus ciudades principales, Pueblo Bonito, con unas 650 casas, y Pueblo Alto se construyeron en el denominado Cañón del Chaco, unos 30 km. de largo. Fueron descubiertas a partir de 1897.
Si son ciertas las teorías que elaboró en 1810 Alexander Von Humboldt, las migraciones desde Asia a través del Estrecho de Behring y el archipiélago de las Aleutianas, se produjeron a la vez que las que tuvieron lugar entre África y Europa. Una lengua de tierra, Beringia, fue abandonada tras la regresión que concentró todo el agua en los glaciares del Wurmiense.
Las poblaciones de cazadores que cruzaron por este puente que desapareció con el recalentamiento posterior, viajaron en diferentes etapas desde Alaska a la Patagonia. Fueron los antepasados de quienes fueron civilizando aquellas tierras.
En las Montañas Rocosas floreció una misteriosa cultura entre el año 500 y el 1300 d.C.: los Anasazi (o sea, «antiguos» en Navajo).
En los abrigos naturales de los farallones rocosos, construyeron sus sorprendentes ciudades, que abandonaron sin causa aparente (se cree que sus descendientes son los indios Pueblo y Hopo).
Dentro de ellas hay cámaras sagradas subterráneas destinadas a ceremonias llamadas kivas, de las que la más grande y estructurada es la conocida como «Casa Rinconada». Estos recintos eran los utilizados, lógicamente, por los sacerdotes en sus ceremonias.
A pesar de la distancia que las separa de otros lugares con las mismas características, aquí se desarrollaron también ritos relacionados con la luz. La magia solsticial se produce cuando el 21 de junio, la luz de la mañana penetra, dibujando un cuadrado sobre una pared, que asciende lentamente hasta iluminar un nicho de utilidad desconocida, pero a buen seguro, relacionado con las características sagradas del lugar.
Las construcciones de Mesa Verde, los indígenas norteamericanos.

LOS PEREGRINOS SOBRENATURALES

»Preguntar si hay alma
es lo mismo que preguntar si yo existo o no.
¿Dirás que no existe la montaña
viendo la montaña?»
(CHONG SANGBYONG: Alma.)
LOS SIETE MIL ESCALONES que permiten ascender a la cima de la MONTAÑA SAGRADA CHINA, T'AI-SHAN, suenan discretamente con el roce de las sandalias de los miles de peregrinos que ascienden hasta el Templo del Emperador de Jade, 1.524 metros por encima del río Amarillo.
Estamos ante uno de los más importantes centros sagrados para los taoístas. Esta religión fue fundada por el filósofo Lao-Tsé (ap. 604 a.C.). Su libro sagrado es el Tao Tê-king (Libro de la Vía de la Virtud). Sus principios son: no hacer nada forzado (wu wei), o sea, algo antinatural, artificial; vivir de acuerdo con el Tao (Camino), una energía universal, inmanente e indescriptible que no puede concebirse con el pensamiento, y alcanzar la armonía mística mediante la unidad con el mismo Tao. El Budismo, sobre todo su rama Zen, se inspira en parte en estos principios.
La montaña de T'ai-Shan era el límite entre dos mundos: el de lo conocido y cotidiano, y el de lo mágico y oculto. Más allá vivían los magos que trataban de desentrañar los secretos de la Trascendencia. Uno de ellos fue el de alcanzar la «inmortalidad» mediante la transmutación alquímica (algunos emperadores murieron intoxicados tras ingerir compuestos de oro o de mercurio). Aquí es donde los dioses de la naturaleza encontraron el lugar preferido para que se les rindiera culto.
La leyenda sitúa su origen en los sacrificios ofrecidos al Cielo y la Tierra por parte del emperador Shun, dos mil años antes del nacimiento del cristianismo. El primer peregrino histórico fue Wu Ti, en el 110 a.C. A partir de este momento alcanza su máximo prestigio como lugar de peregrinación bajo la protección imperial.
La puerta en lo alto de la montaña. Atrás quedan siete mil escalones que los peregrinos han tenido que sufrir en su ascensión sagrada.
En 1736, Chien Lung consagró a la montaña un lápida de jade con poderes mágicos.
A lo largo de sus escaleras hay multitud de pequeños santuarios en donde los peregrinos de lo sobrenatural realizan ritos como quemar bienes, en especial dinero, con el fin de inclinar a su favor a los funcionarios del más allá.

«Pude ver su rostro impasible, perfectamente tranquilo, con los ojos abiertos y la mirada fija en algún objeto lejano e invisible, situado en algún lugar muy elevado. El hombre no corría: parecía elevarse del suelo y avanzaba a saltos... sus pasos tenían la regularidad de un péndulo.»

(ALEXANDRA DAVID NEEL: Místicos y Magos del Tíbet.)
Oriente siempre ha fascinado a los occidentales. Los misterios que encierran sus tierras recónditas, pobladas de espíritus a los que sirven extraños monjes que rezan permanentemente en monasterios solitarios, han sido un poderoso imán. Muchas personas han iniciado una peregrinación individual o colectiva hasta allí en busca del propio crecimiento espiritual. Por otra parte, sus montañas, las más altas del mundo, moradas de viejos dioses, significan el máximo reto para escaladores y montañeros.
En los años sesenta, además, en todo occidente surgió un novedoso e insólito fenómeno social. De pronto miles de jóvenes, buscando un modo de vida distinto, marcharon hacia Asia meridional en busca de la fuentes de la sabiduría mística impartida por los gurús. Los «hippies», vestidos con atuendos poco convencionales, emprendieron el camino de KATMANDÚ buscando una ideal SHAMBALA.
La capital de Nepal está en medio de una llanura fértil a 1.340 metros de altura, donde el río sagrado Baghmati confluye con el Vishnumati. Su fundación, por parte del pueblo newar, data del año 723. En 1768 se convierte en capital de la etnia gurkha.
Su nombre significa «casa de madera», y es un gran museo donde podemos encontrar palacios, pagodas y estatuas por cualquier rincón. Un santuario singular es el Maju Deval, o «palacio de la diosa viviente» (Kumari-Devi). Se trata de una niña de 5 años que debe haber nacido obligatoriamente en una familia de orfebres o herreros. Su cuerpo no debe tener ni una sola imperfección. Será elegida entre doce, si es capaz de permanecer sin temor en una siniestra habitación oscura en cuyo suelo cae la sangre de las cabezas de unos búfalos recién sacrificados. Después recibirá culto como encarnación de la diosa purificadora Kali. Al llegar a la pubertad perderá su condición divina. Durante su tiempo como diosa, no se le permitirá prácticamente hacer nada, excepto ser exhibida y venerada en un carro durante las fiestas del Indrajatra, con las que se celebran al término de los monzones.
Hay en aquel país otros edificios religiosos, como la «stupa» de Bodnat, o la pagoda de Machchendranath Bahal, un templo dedicado a Buda donde suenan perpetuamente los molinos de oraciones.
Katmandú se convirtió en el lugar de peregrinación de los nuevos movimientos espirituales. Sobre todo tras el interés que mostraron por estos grupos socialmente influyentes socialmente, como el conjunto musical británico The Beatles. La búsqueda de las fuentes de la sensibilidad y creencias orientales llevó a que ellos vinieran también en busca de Occidente. De hecho, en España tenemos un lamasterio budista en las montañas granadinas, con un lama español, Osel.
La importancia de Nepal reside en que es puerta de entrada a diversos reinos que han permanecido perdidos hasta hace muy pocos años. Según las leyendas, en alguno de ellos se esconde una mítica ciudad.
Buthan es un país misterioso, encajonado en los estrechos valles del Himalaya, en cuyas laderas cuelgan livianos los monasterios de los lamas o dzongs, que también cumplen funciones administrativas y civiles. El Mustang, reino prohibido hasta los años 50, tiene su acceso todavía restringido a muy pocas personas, debido al alto precio que cuesta la licencia para visitarlo. Pero es el Tíbet, por diversas razones, el que ha pasado a focalizar la moderna espiritualidad, a pesar de que sus principales líderes religiosos, como el Dalai Lama, están exiliados tras la ocupación del país por parte de China.
Varios factores contribuyen a la mistificación de esta región. En primer lugar, los libros escritos por Alexandra David Neel (Recuerdos de una parisina en el Tíbet, 1925 o Místicos y Magos del Tíbet, 1929, etc.). En ellos los occidentales pudieron conocer los misterios de los monasterios tibetanos y la vida y cultos que practicaban los lamas, además de sus extraordinarios poderes, como la capacidad de aligerar su peso, incluso de levitar (lung-gom).
Posteriormente la novela Horizontes Perdidos, de James Hilton (1930), revela la existencia en aquella montañas de un lugar mítico, Shangri-La. En aquel lugar en permanente primavera, se habían reunido una serie de personas elegidas procedente de todo el mundo. En la ficción literaria aparecen gobernados desde 1734 por un Dalai Lama occidental de extraordinaria longevidad, el capuchino François Perrault. De repente aparece allí el cónsul inglés en la India, Hugh Conway, con tres compañeros, tras un accidentado viaje en avión. Encontraron allí «una extraña y casi irreal aparición: un grupo de coloridos pabellones se agrupaban en la ladera de la montaña. Era soberbio y exquisito. Una contenida emoción llevaba la mirada desde los leves techos azules hasta la tremenda mole gris de la roca. Más allá, lo rodeaban los picos y pendientes nevados del Karakal». En aquel lugar idílico se preservaban los objetos simbólicos más importantes de la civilización de una futura destrucción.
En 1930 también se publica Shambhala, donde el ruso Nicholas Roerich, miembro de la Sociedad Teosófica, recoge viejas tradiciones budistas sobre un lugar llamado Chang Shambhala, residencia de sabios inmortales en armonía con el universo y la naturaleza.
Esta ciudad sería equivalente a Sangri-La. Sin embargo, tras sus viajes al Tíbet, la única respuesta que obtuvo no fue satisfactoria.
En 1928 se encontró con un lama que, interrogado sobre su existencia, contestó: «Es el poderoso reino de los cielos. No tiene nada que ver con nuestra tierra». Sus palabras no convencieron al espiritista ruso. Pensó que en ellas se escondía alguna clave que permitiría en el futuro encontrar la mítica ciudad.

La joven Alexandra David Neel fue la más impenitente viajera a través de los Himalayas.
Sin embargo, falso o no, el libro que más influyó en la mitificación occidental del Tíbet fue El Tercer Ojo, del falso Tuesday Lobsang Rampa, publicado en 1956. Tras él se editaron otros veinte títulos en los que se narra la historia de un lama estudiante de medicina que, tras la invasión china sería recluido en campos de concentración japoneses y rusos. A los ocho años sufrió una operación en su cabeza, la apertura de un «tercer ojo», mediante «una especie de lezna, pero hueca y con punta en forma de diminuta sierra». A partir de ese momento podría levitar, contemplar el aura y realizar viajes astrales.
Según los investigadores, tras la personalidad de Rampa se ocultaba el hijo de un fontanero de la ciudad de Devon (Gran Bretaña), Cyril Henry Hoskin, que jamás estuvo en el Tíbet. Sin embargo, los relatos están bien construidos y en detalles, coinciden con las descripciones de otros autores, como, por ejemplo, el conocimiento del interior del Potala.
El Potala, centro espiritual del budismo tibetano, hoy en manos chinas.
Otro libro influyente fue Siete años en el Tíbet, de Heinrich Harrer, publicado en 1953. En él relata sus aventuras en el Himalaya. Cuando estaba escalando el Naga Parbat estalla la segunda guerra mundial. Los ingleses le capturan e internan en un campo de concentración de Cachemira. Posteriormente se escapa y huye hacia Lhasa, encontrándose en el camino con bandidos, peregrinos y hombres santos. Allí consiguió hacerse amigo del Dalai Lama.
Por último, la influencia que tuvo sobre la juventud en los años 60 la divulgación de la cultura, sobre todo la música hindú por parte del grupo británico The Beatles. Sus miembros buscaron la espiritualidad en las enseñanzas de Maharishi Mahesh Yogui. Uno de ellos, George Harrison, fallecido en los últimos meses del año 2001, dio numerosos conciertos con el músico hindú Ravi Sankar virtuoso del sitar.
Todas estas razones han convertido las rutas que conducen a esta región en una senda de peregrinaje espiritual semejante al europeo Camino de Santiago.
San Antón, Castrojeriz, Camino de Santiago.

«La glicinia da sombra al recinto. A lo lejos un puente, los santuarios con sus linternas y la gente buscando alivio espiritual, se reflejan en los espejos de aguas azules como si fueran pequeños juguetes.»

(Visiones suscitadas por una acuarela del japonés HIROSHIGE:
Los paisajes del santuario Kameido Tenjin, 1856)
La mañana es fresca y la niebla que se desprende de los estanques se enreda entre las ramas de los arbustos de jardín. Un monje, con un gran rastrillo peina la grava que cubre un claro dibujando surcos que recuerdan olas marinas. Algunas piedras salpican su superficie como si fueran islas. Estamos en un JARDÍN ZEN.
Estos recintos mágicos fueron concebidos por los monjes de los templos budistas para ser contemplados en busca de una perfecta comprensión de la realidad. Son paisajes diminutos destinados a almacenarse en el subconsciente como una pintura en la que cada uno de los elementos refleja una parte de nuestro verdadero ser interior.
Sus elementos son los justos, no hay nada en ellos suntuoso ni superfluo. Todo está en perfecta armonía, no exenta de perfección estética.
El poder del jardín, en general, está en su capacidad de emular y recrear la armonía de la naturaleza, captando todas sus energías mediante formas geométricas simétricas y asimétricas. Por ello es necesario que cada elemento esté en el sitio exacto, tal y como establecen las misteriosas reglas del Feng Shui.
Los principales templos están en los alrededores de la ciudad de Kyoto. Sus nombres son muy sugerentes: el Monte de la Sabiduría; el Templo de la Luz tranquila; Shisendo, la casa de los PoetasEremitas. Aquí, desde una pequeña ventana redonda, pueden observarse las sombras que producen los astros cuando iluminan dos piedras situadas sobre una lámina de arena blanca finamente rastrillada. En el Ginkakuji, el Pabellón de Plata, se añade mica para que destelle ligeramente con la luz de la luna.
El Zen es una doctrina nacida en los primeros años del Budismo que retoma las enseñanzas del Taoísmo. Su práctica es el zazen, que significa simplemente «estar sentado». En esta posición empieza la meditación durante la que hay que olvidar lo aprendido y alcanzar el vacío interior mediante la concentración en el ritmo respiratorio.
A los jardines que rodean los templos acuden toda clase de peregrinos en busca del alivio de sus dolencias materiales y morales.
Jardín zen, Ryoanji, Japón