Imagine que se encuentra con alguien en el bosque que está trabajando arduamente para talar un árbol.
—¿Qué hace? —pregunta usted.
—¿No lo ve? —responde aquél con impaciencia—. Estoy talando este árbol.
—¡Pero se ve exhausto! —exclama usted—. ¿Cuánto tiempo lleva haciéndolo?
—Más de cinco horas —contesta—. ¡Y estoy rendido! Es un trabajo muy pesado.
—Bueno, y ¿por qué no se toma un descanso de unos minutos para afilar la sierra? —le pregunta usted—. Seguramente terminaría más rápido.
—No tengo tiempo para afilar la sierra —dice él de forma enfática—. ¡Estoy demasiado ocupado aserrando!7
¿Alguna vez ha estado tan ocupado conduciendo como para detenerse a cargar gasolina?10
¿Cuántas personas en su lecho de muerte desearán haber pasado más tiempo en la oficina?1
Muchas personas parecen creer que el éxito en un aspecto compensa el fracaso en otros. Pero ¿es en realidad posible? La efectividad auténtica requiere equilibrio.7
La clave no está en darle prioridad a lo que se tiene en la agenda, sino ordenar la agenda según sus prioridades.7
Hay un momento para que gobierne la mente, y otro para que sea el corazón quien lo haga.20
Jamás debemos ocuparnos demasiado en aserrar, pues no nos daremos tiempo para afilar la sierra.3