EL PRINCIPIO
DE AUTODISCIPLINA

Un día en el gimnasio, me encontraba haciendo ejercicio con un amigo, quien tiene un doctorado en fisiología del deporte y en ese momento estaba trabajando en incrementar su fuerza. Me pidió que lo monitoreara mientras levantaba pesas y me dijo que en un momento determinado me pediría que retirara la pesa.

—Pero no lo hagas hasta que yo te indique —me dijo contundentemente.

Así que lo observé y esperé, preparado para retirar la pesa. La barra subía y bajaba, subía y bajaba. Noté que cada vez se le hacía más difícil levantarla, pero él seguía esforzándose. Cada vez que comenzaba a levantarla, yo pensaba: “No hay forma de que lo logre”. Pero lo hacía. Después la bajaba lentamente y de nuevo comenzaba a levantarla. Subía y bajaba, subía y bajaba.

Al mirar su rostro, constreñido por el esfuerzo y con las venas hinchadas, pensé: “La barra se caerá y le aplastará el pecho. Tal vez debería tomarla. Quizá ha perdido el control y ya no sabe lo que está haciendo”. Pero él lograba bajar la barra sin peligro, y luego comenzaba a levantarla otra vez. No podía creerlo.

Cuando por fin me pidió que retirara la pesa, le dije:

—¿Por qué tardaste tanto en pedírmelo?

—Casi todo el beneficio del ejercicio viene al final, Stephen —me contestó—. Estoy intentando aumentar mi fuerza, lo cual no ocurre hasta que las fibras musculares se rompen y los nervios registran el dolor. Entonces la naturaleza sobrecompensa el daño y, cuarenta y ocho horas después, las fibras se hacen más resistentes.

Ahora bien, este mismo principio también es aplicable a los músculos emocionales, como la paciencia. Cuando se ejercita la paciencia más allá de los límites, la fibra emocional se rompe, la naturaleza lo sobrecompensa, y, la siguiente vez que se ejercita, la fibra es más resistente.7

Disciplina se deriva del término discípulo: discípulo de una filosofía, de un conjunto de principios, de una serie de valores, de un propósito preponderante, de un objetivo superior o de alguien que represente dicho objetivo.7

Cada mañana me esfuerzo por obtener lo que denomino mi victoria personal. Me ejercito en una bicicleta fija mientras leo la Biblia, por lo menos durante media hora. Luego nado quince minutos y hago yoga en la parte menos profunda de la piscina durante otros quince. Después rezo con espíritu receptivo, para escuchar sobre todo a mi conciencia, mientras visualizo cómo será el resto del día, incluyendo las actividades profesionales importantes y las relaciones clave con mis seres queridos, socios y clientes. Me visualizo viviendo bajo los principios correctos y logrando los propósitos más valiosos.16

Escuche a su propia conciencia en relación con aquello que sabe que debe hacer y después comience con algo pequeño: haga una promesa y cúmplala. Luego avance y haga una promesa más grande, y cúmplala. A la larga, descubrirá que su sentido del honor será más poderoso que sus estados de ánimo, lo cual le brindará la confianza y motivación necesarias para pasar a otras áreas en las que sienta que debe mejorar o prestar sus servicios.16

La mayoría de la gente equipara la disciplina con falta de libertad. De hecho, en realidad es lo contrario: sólo los disciplinados son auténticamente libres. Las personas indisciplinadas son esclavas de sus estados de ánimo, apetitos y pasiones.8

La mayoría de la gente afirma que su principal defecto es la falta de disciplina. Al reflexionarlo, he llegado a la conclusión de que es falso. Su principal problema es que sus prioridades no se han arraigado con fuerza en sus corazones y mentes.7

La organización semanal genera un mayor equilibrio y un contexto más amplio que la organización diaria. La mayoría de la gente piensa en función de una planeación semanal. Parece haber un reconocimiento cultural implícito de que la semana es una unidad de tiempo completa. Las empresas, las escuelas y otras instituciones sociales operan dentro del marco de la semana, y asignan ciertos días para inversiones enfocadas y otros para la relajación y la inspiración.7

La victoria personal, privada, antecede a la victoria pública. El autocontrol y la autodisciplina son las bases de las buenas relaciones humanas.7

Sacúdase esas tendencias indisciplinadas hacia la postergación, aquellas inclinaciones hacia la debilidad. Hágalo en privado —pues le advierto que será extenuante, ya que no es una tarea sencilla—, pero dese tiempo para ello y observe la serenidad y el poder que gradualmente formarán parte de su vida.4

Hace unos años, todos quedamos conmocionados por los viajes a la Luna. Describirlos como algo fantástico o increíble no engloba la experiencia.

¿En qué parte de estos viajes estelares se gastó la mayoría de la potencia y energía? ¿Al viajar cuatrocientos mil kilómetros a la Luna? ¿Al regresar a la Tierra? ¿Al entrar a la órbita lunar? ¿Al despegar desde la Luna?

No, en ninguna de ellas, ni en todas juntas. Se gastó más energía al despegar de la Tierra, durante los primeros minutos posteriores al despegue, en los primeros kilómetros, que la que se usó en los ochocientos mil kilómetros del viaje que duró varios días. Los hábitos también poseen una fuerza de gravedad tremenda.

Romper con las tendencias habituales más arraigadas, como la postergación, la impaciencia, la crítica, el egoísmo y la vida de excesos, requiere más que una pizca de voluntad y algunos cambios insignificantes en nuestras vidas.4