¿Conoces esa tienda de artículos religiosos en la calle Soledad enfrente de las Sanitary Tortillas? Al lado de El Divorcio Lounge. No entres ahí. El dueño es un cabrón. No soy la única que lo dice. Tiene fama de ser un cabrón.
Ya lo conozco, pero como quiera entré. Porque necesitaba una Virgen de Guadalupe y las hermanas Preciado, de South Laredo, no tenían ninguna que no pareciera hecha con las patas.
Una estatua es en lo que estaba pensando o tal vez unos de esos cuadros bonitos en tercera dimensión, los que están hechos de tiras de cartoncillo, que lo ves de un lado y ves al Santo Niño de Atocha y lo ves de frente y es La Virgen y lo ves del otro lado y es Santa Lucía con los ojos en un plato o quizás San Martín Caballero cortando en dos su capa romana con una espada para dársela a un mendigo, aunque me gustaría saber por qué no le dio toda su capa al mendigo si era tan santo, ¿no?
Bueno, eso estaba buscando. Una de esas estampas enmarcadas con una tira plateada de papel aluminio arriba y una abajo, el marco de madera pintado de un rosa o turquesa alegre. Los puedes conseguir más baratos del otro lado, pero no tenía tiempo de ir a Nuevo Laredo porque apenitas me enteré de Tencha el martes. La llevaron directamente al Hospital Santa Rosa. Me tuve que tomar libre medio día del trabajo más el camión, bueno, ¿pues qué iba a hacer? No había de otra: o los Artículos Religiosos Anguiano o la Botánica de las Hermanas Preciado.
Y luego, después de caminar desde Santa Rosa con el calor que hacía, ¿sabes qué? la tienda de Anguiano estaba cerrada aunque lo podía ver sentado ahí en la oscuridad. Yo toque y toque, toque y toque el vidrio con una peseta. ¿Y sabes lo que hace antes de abrir? Me mira de arriba pa’abajo como si fuera una de esas señoritas del Cactus Hotel o de la casa de empeño Court House o de la tienda de ropa Western Wear que había venido a asaltarlo.
Estaba pensando en una de esas estampas brillantes enmarcadas que había en el aparador. Pero luego vi unas estatuas de la Virgen de Guadalupe con pestañas de pelo de verdad. Bueno, no con pelo de verdad, pero con una cosa negra tiesa como cerda de cepillo, sólo que no me gustó cómo se veía la Virgen con pestañas de pelo—bien corriente, como los amores de la calle. Eso no está bien.
Les eché una ojeada a todas las Vírgenes de Guadalupe que tenía. Las imágenes, los dibujos enmarcados, las estampitas benditas y las veladoras. Porque sólo tenía $10. Y para entonces ya había entrado más gente. Pero sabes lo que me dice —no me lo vas a creer— dice, ya sé que no vas a comprar nada. Fuerte y en español. Ya sé que no vas a comprar nada.
Oh, pero sí, le digo, sólo necesito más tiempo para pensar.
Bueno, pues si lo que quieres es pensar, nomás crúzate la calle a la iglesia para pensar—aquí sólo me estás haciendo perder mi tiempo y el tuyo.
Por Diosito Santo. Bien feo me habló. Bueno, crúzate la calle hasta San Fernando si quieres pensar—aquí sólo me estás haciendo perder mi tiempo y el tuyo.
Le hubiera dicho, Vete al diablo. Pero, ¿ya pa’qué? Si ya va por ahí.