56

12.26 h (194 minutos retenida)

1 mechero, 3 botellines de vodka, 1 tijeras, 2 llaves de una caja de seguridad, 1 cuchillo de caza, 1 bomba química (detonada), material combustible (en llamas), el contenido del bolso de Iris (también en llamas)

Plan n.o 1: descartado

Plan n.o 2: casi demasiado eficaz

Plan n.o 3: clavado

Plan n.o 4: coger la pistola. Ir a buscar a Iris y a Wes. Salir.

Plan n.o 5: plan de Iris, ¡bum!

Plan n.o 6: no morir

 

 

Llego demasiado tarde. Él es demasiado rápido. Ellos son demasiado lentos.

No la lanza por los aires, no traza un arco elegante. La arroja por lo bajo con la clase de efecto que la desliza justo debajo del coche patrulla del centro.

Se escampan como arañas, pero no lo bastante lejos. Bum. El coche sale volando y luego vuelve a caer, y él me agarra el brazo, ahora tirando tan fuerte que grito de dolor.

Todo es humo, fuego y gritos confusos, y él nos empuja a Iris y a mí a la parte trasera de un coche aparcado detrás del banco. Salimos derrapando del aparcamiento antes de que los agentes se puedan recuperar.

Lanza un grito de victoria cuando entra zumbando en la autovía y nadie nos sigue aún. Su euforia impregna el aire y presagia muerte para mí, pero ¿por qué iba a importarle? Casi se ha salvado.

Su sonrisa se torna mezquina cuando me mira por el espejo retrovisor. Mi mano se tensa en torno al brazo de Iris, con la esperanza de despertarla. Pero sigue exánime; tiene un cardenal en la frente que no ofrece buen aspecto, pero al menos no está sangrando. Eso es bueno. ¿Verdad? A menos que esté sangrando por dentro.

—Se te han quitado las ganas de hablar, ¿eh? —me dice.

No me queda nada ni ningún sitio adonde ir. Llevo el cuchillo en el bolsillo, pero no puedo apuñalarlo viajando a tanta velocidad. Podría dispararme, o a Iris. Ya ha demostrado ser un tío demasiado duro para mi propio bien, teniendo en cuenta que apuñalarlo no lo ha detenido.

Repaso a toda prisa la anatomía para saber dónde debo pinchar; tendré que ir a por el cuello, ¿verdad? Pero entonces podría clavar el freno instintivamente. Yendo a tanta velocidad, el coche podría dar una vuelta de campana. Es viejo. No tiene airbags. Ni siquiera llevamos el cinturón abrochado.

El mundo se emborrona y mi mente da vueltas y más vueltas en busca de una solución, pero no se oyen sirenas detrás, ni siquiera en la lejanía. No vienen. Están demasiado ocupados allí.

Reduce la marcha. Mi cuerpo entra en alerta, «Busca una salida, cuéntale un rollo que te permita escapar», y aprieto la muñeca de Iris. Necesito que se despierte, pero no lo hace. ¿Cómo de fuerte la ha golpeado?

Tomamos un desvío, salimos de la autovía de dos carriles hacia una de las carreteras secundarias que se multiplican por esta zona. La gravilla cruje bajo los neumáticos mientras él acelera por la pista; hay hectáreas de colinas sinuosas y encinas hasta donde alcanza la vista. ¿Adónde va?

El camino de grava se curva y lo veo: el granero. Va a esconder el coche. Nunca nos encontrarán. Va a matar a Iris. Esperará a que anochezca y me sacará del estado. No pueden poner controles en todas partes. Hay rutas alternativas que son una maraña de pistas forestales y caminos mineros dejados de la mano de Dios, pero es posible llegar a la costa si sabes por dónde ir.

Tengo que mover ficha. Ahora.

Miro a Iris. No puedo dejarla. Debo hacerlo. Para tener alguna posibilidad he de alejarlo de ella. Sacarle ventaja. Me seguirá. La dejará atrás. No tendrá más remedio.

Soy lo único valioso que ha sacado de este desastre. Me necesita.

El granero se acerca cada vez más. Circula demasiado deprisa por la carretera.

Ahora o nunca.

Abro la puerta del coche de improviso y me lanzo al exterior, y os aseguro que no me habría venido nada mal la maldita camisa de franela en esa situación, porque tirarse de un coche en marcha a la gravilla te hace trizas la camiseta y la piel. El dolor acribilla mis brazos y hombros como perdigones, pero me obligo a levantarme mientras lo oigo maldecir, gritar y frenar en seco.

Sí. Sí. El coche sigue a la intemperie. Si vuelan en helicóptero, lo verán. Vete. Corre. Haz que te persiga antes de que asesine a Iris.

Corro hacia el granero, porque puede que haya un arma, tal vez una horca, a lo mejor hay un tractor con el que atropellarlo. Me da igual. Lo encontraré. Lo usaré. Lo mataré si tengo que hacerlo.

Me parece que tendré que hacerlo.