Es hora de sacar a relucir esa vieja canción de Kris Kristofferson de principios de los setenta «You Show Me Yours (And Til Show You Mine)» [Enséñame el tuyo (y yo te enseño la mía)]. Como terapeutas sexuales, nos resulta sorprendente ver cuan pocas parejas le han echado alguna vez una seria y desapasionada mirada (al menos al principio) a los genitales de uno y del otro. Si están diciendo «¡de ninguna manera!», los animamos a seguir con nosotros hasta el final de esta explicación de lo que deben hacer. Si no hay forma de que lo hagan, al menos conversen entre ustedes acerca de la razón por la cual es tan difícil. Si no pueden hablar acerca de ello, escríbanlo para que puedan adquirir alguna perspectiva en lo que respecta a su vacilación. Luego tal vez puedan comentar sobre lo escrito.
He aquí lo que deben hacer.
Programen algún tiempo cuando no sean interrumpidos ni distraídos. Báñense o dúchense separadamente o juntos, lo que resulte más natural y cómodo. Necesitarán diagramas de los genitales masculinos y femeninos (tales como los que se encuentran en nuestros libros The Gift of Sex [El don del sexo] o Restoring the Pleasure [Restauración del placer], o en libros de anatomía o en algunas guías médicas). En una habitación segura, bien iluminada con diagramas de los genitales masculinos y femeninos y teniendo a disposición algún lubricante, comiencen primero examinando al hombre. Primeramente identifiquen las partes específicas comparándolas con el diagrama. A continuación noten los detalles del pene y los testículos, particularmente la corona del glande y el frenillo en la cara posterior del pene.
Esta es una experiencia táctil, ¡así que mire y toque! El hombre debería describir y demostrar bien cómo le agrada ser tocado. En ocasiones es de ayuda que la mujer coloque su mano sobre la mano del hombre mientras él le muestra cómo le gusta que lo toque. Luego cambien de posición y que la mano de él esté sobre la de ella mientras la guía para que estimule su pene del modo que a él le resulte más placentero. El hombre también debiera enseñarle si le gusta que le acaricie el escroto y los testículos y cómo (¡con mucho cuidado!).
Si esto es incómodo para alguno de los dos procedan lentamente, convérsenlo, y no sean insistentes. ¡Ninguno debiera sentirse violado! Sería mejor evitar esta experiencia que violar a cualquiera de los dos. Si alguno de los dos ha sido víctima de abuso sexual, este ejercicio puede ser traumático o imposible. Ninguno debiera sentirse forzado. Expresen sus reacciones y tómense la responsabilidad de protegerse ustedes mismos.
Cuando hayan completado la exploración del hombre, cambien de rol. La mujer debería adoptar una posición cómoda con sus piernas separadas. Necesitarán el diagrama y un espejo manual. Es de vital importancia que la mujer esté en control del ritmo y de los detalles de este descubrimiento genital. Nótense los labios exteriores y los labios interiores. Extiéndalos con delicadeza, utilizando un lubricante de ser necesario. Identifique el clítoris, observando cómo los labios se juntan formando un capuchón en la parte superior. Intenten ambos palpar el tallo del clítoris ubicado debajo del capuchón.
Este es un buen momento para hacer una pausa y hablar de la estimulación del clítoris. La mayoría de los hombres tiene el deseo de hacerlo vigorosamente mientras que la mayoría de las mujeres prefiere un toque mucho más liviano e intermitente sobre el tallo o alrededor del capuchón. Hable de lo que le agrada, haga una demostración y luego guíe su mano. Sea clara en demostrar exactamente lo que no le agrada y lo que provoca placer y excitación.
Comunique muy específicamente cómo le agrada ser tocada, penetrada y estimulada la entrada de la vagina por el pene y por sus dedos. Recuerde: usted es la mejor y única autoridad en lo que se refiere a su cuerpo. El hombre siempre debería permitir que la mujer sea su guía en lo que respecta a complacerla y excitarla. No tiene importancia lo que digan los libros o lo que haya dicho otra mujer o lo que el hombre piense. Cada mujer siempre es su propia autoridad. La aceptación de este hecho puede liberar a ambos para que puedan relajarse.
A esta altura de la experiencia, estarán cansados de jugar al doctor o bien tan excitados que no lo soportarán. Así que duérmanse abrazados... o bien ¡aprovechen la ocasión!