Los besos son indicadores de la calidad de una relación sexual. Cuando los besos son apasionados, cálidos y profundos, y cuando forman parte constante de la relación de una pareja, es muy probable que gocen de una relación sexual satisfactoria. Es raro que venga una pareja a terapia sexual buscando ayuda para su relación sexual y que informen que les encanta besarse. Para el terapeuta sexual, el preguntar acerca de los besos se asemeja a cuando un doctor toma la temperatura para determinar si tiene una infección.
El beso es la forma más íntima y personal de brindarnos. Se informa que las prostitutas y sustitutos sexuales acceden al coito con sus clientes, pero que se rehusan a besarlos en la boca.
Desafortunadamente, muchas parejas que salen juntos pasan por encima de la etapa del beso con demasiada rapidez y avanzan al contacto de pechos y genitales. Ya cuando las parejas pueden completar el acto sexual llegando al coito, por lo general van dedicándole cada vez menos tiempo a los besos. El sexo se vuelve cada vez más un asunto de logro de objetivos. Los besos apasionados y largos casi se extinguen. Entonces mueren la chispa sexual, el placer y la intimidad.
Para que sus besos se mantengan vitales y encendidos, dediquen el tiempo que pasen juntos esta semana a enseñarse mutuamente cómo les gusta besar.
Con el fin de comenzar positivamente, preséntense a la experiencia con los dientes cepillados, luego de usar hilo dental y hacer gárgaras.
Elijan un tiempo cuando puedan disponer de la sala o de la habitación familiar para ustedes solos sin ser interrumpidos. Coloquen un cartel que diga «No molestar» en la puerta y desconecten el teléfono o bajen el volumen de la campanilla. Escojan un sofá cómodo de modo que puedan sentarse lado a lado. Efectúen esta experiencia estando completamente vestidos. Disminuyan la intensidad de las luces o apáguenlas y enciendan algunas velas. Empiecen hablando acerca de cómo les gusta besar y ser besados. Utilicen descripciones afirmativas en lugar de hacer referencia a lo que les desagrade. Hablen de cómo su deseo de besar puede ser afectado por su estado de ánimo, su relación o la situación. Recuerden ocasiones cuando los besos entre ambos fueron particularmente buenos. ¿Qué cosa contribuyó a que se dieran esos buenos momentos? ¿Cómo podrían crear condiciones positivas para el beso con mayor frecuencia?
Luego de hablar de sus besos, túrnense para mostrar el uno al otro cómo les gusta besar. En forma alternada, que uno sea pasivo mientras el otro conduce. El pasivo debe seguir la guía del otro respondiendo activamente, del mismo modo que una mujer sigue la guía de un hombre al bailar.
Primeramente, utilice sus labios para experimentar dando besos a los labios de su cónyuge. Frunza sus labios y dé besitos delicados cruzando los labios y mejillas de su cónyuge de lado a lado y de arriba hacia abajo. Dele mordisquitos atrapando su labio superior o inferior entre los labios de usted. Luego invierta el rol del que conduce y el que sigue.
A continuación, túrnense para dirigir el experimento usando sus labios y lengua para encontrar formas de interactuar con sus labios y lenguas que agraden a ambos. Esto puede incluir dar picoteos, mordisquear, lamer, succionar e introducirse, pero mantengan la interacción a un nivel suave y experimental.
A la larga, la participación de cada uno con la boca del otro puede convertirse en goce mutuo y simultáneo si eso resulta cómodo para ambos. Si uno de los dos llega a aplicar demasiada intensidad o fuerza para el gusto del otro, recuerde con delicadeza al que así lo hace que a usted le agradaría mantenerlo en un plano suave, seguro y experimental.
Planifiquen dedicar algo de tiempo cada semana a la simple actividad de besarse de un modo que agrade a ambos. Nunca permitan que se desvanezcan sus besos. Manténganlos vivos y apasionados.