Trilce

Hay un lugar que yo me sé

en este mundo, nada menos,

adonde nunca llegaremos.

Donde, aun si nuestro pie

llegase a dar por un instante

será, en verdad, como no estarse.

Es ese sitio que se ve

a cada rato en esta vida,

andando, andando de uno en fila.

Más acá de mí mismo y de

mi par de yemas, lo he entrevisto

siempre lejos de los destinos.

Ya podéis iros a pie

o a puro sentimiento en pelo,

que a él no arriban ni los sellos.

El horizonte color té

se muere por colonizarle

para su gran cualquiera parte.

Mas el lugar que yo me sé,

en este mundo, nada menos,

hombreado va con los reversos.

-Cerrad aquella puerta que

está entreabierta en las entrañas

de ese espejo. -¿Está?-No; su hermana.

-No se puede cerrar. No se

puede llegar nunca a aquel sitio

do van en rama los pestillos.

Tal es el lugar que yo me sé.

1923

 

Trilce

There’s a place I-me knows

in this world, no less,

that we will never get to.

Where, even if we are able

to set foot for an instant it will,

in truth, be like not being there.

It’s that place in which we are seen

from time to time in this life,

walking, walking in single file.

Nearer to me myself, and to

my pair of yolks, I have glimpsed it

always far from destinations.

You can go there now on foot

or by pure, bare sensation,

for not even stamps will get there.

The tea-colored horizon

is dying to colonize it

for its grand anyone spot.

But the place that I-me knows,

in this world, no less,

goes shouldering along its reverses.

“Close the door that’s

standing ajar in the entrails

of that mirror.” “It’s here…?” “No; its sister.”

“It can’t be closed. It will never

be possible to reach that place

where latches are not tinkered with.”

Such is the place I-me knows.

1923