Los tres golpes

Dos personajes entreabren la cortina del teatro para mirar entre bastidores, más o menos discretamente, a los espectadores ya instalados en el patio de butacas en espera del comienzo del espectáculo.

Uno -¿Quién es esa vieja de la primera fila con audífono? 

Dos - La de los derechos... 

Uno - ¿La de los derechos? 

Dos - Sí, la sobrinita del autor, a la que hemos tenido que pedir autorización para representarlo. Y te aseguro que los herederos son a veces más moscas cojoneras que el propio autor cuando vivía. 

Uno (con un suspiro) - Para qué montamos autores muertos si hay que pagar a los herederos. 

Dos - Bueno, éste, 10 años más y ya estará libre de derechos. 

Uno - Esperemos al menos que le guste la función. 

Dos - Ese trigo no está todavía vendido. Ten en cuenta  que ella asistió al nacimiento de la obra en 1927 y por consiguiente tiene sus puntos de vista propios. 

Uno - ¿Para qué ha venido entonces? 

Dos - Para contar la entrada y verificar que no la vamos a engañar en su 10%. Y pensar que la hemos tenido que invitar para hacerle la pelota. 

Uno - Por ahora tiene los ojos cerrados, ¿se concentra o duerme? 

Dos - A lo mejor está muerta. 

Uno - No, está roncando. 

Dos - A lo mejor convendría despertarla. Vamos a dar los tres golpes de aviso. 

Uno - Voy a pedir que los den algo más fuertes que de costumbre. 

Oscuro. Se oyen los tres golpes.