Un hombre (o una mujer) se recoge ante un ataúd abierto. Otro (u otra) llega. Un jarrón con flores sobre un velador.
Dos - Hola, buenos días... (Vacilante) ¿Me reconoces...?
El otro no parece reconocerle.
Dos - Rafael...
Uno - Ah, sí, por supuesto... Hace tanto tiempo...
Dos - Vine en cuanto me enteré.
Uno - Sí. Yo también...
Dos - No le había vuelto a ver desde el colegio. No sé si le hubiera reconocido. Ha cambiado, ¿no?
Uno - Sí. Está muerto...
Dos - Fue un profesor inolvidable, ¿verdad ?
Uno - Han pasado más de treinta años, y todavía le recordamos.
Dos - Hay profesores así, que te marcan con su impronta de por vida.
Uno - Es cierto...
Dos - No estoy seguro que, sin él, todavía me acordara de memoria de mis declinaciones alemanas.
Uno - Era un excelente pedagogo...
Dos - Mmm... Algo severo quizás...
Uno - Adolfo...
Dos - El Fürher, como le llamábamos.
Uno - Lo decíamos en broma...
Dos - Los chicos son crueles, a veces... Era sólo para divertirse un poco...
Uno - Seguro que él no nos daba muchas ocasiones para reírse...
Dos - ¿Te acuerdas de cuando casi te rompió un dedo con su regla porque te había sorprendido metiéndotelo en la nariz?
Uno - Y que lo digas... (Enseñándole su mano) Mira, todavía se puede ver la cicatriz... Y tú, cuando dejó colgado en el perchero durante toda la hora de clase porque habías confundido el dativo con el genitivo...
Dos - Mira, me ha quedado una marca roja alrededor del cuello...
Uno - Es lo que tu decías: hay profesores que te marcan con su impronta de por vida...
Dos - Verle así tendido aquí dentro, con su bigotito... Treinta años después...
Uno - Sí... Yo tampoco, me lo habría perdido por nada del mundo... Ahora vivo en París. ¿Y tú?
Dos - En Los Ángeles.
Uno - Así que tú tampoco tendrás muchas oportunidades de sacar provecho de tu perfecto conocimientos de las declinaciones alemanas... (Suspiros) Bueno... Todo eso era hace mucho tiempo.
Dos - Sí. Era otra época...
Uno - Tampoco vamos a cabrearle, ya que no está aquí para defenderse.
Dos - Tienes razón... Que en paz descanse.
Permanecen un momento en silencio, mirando fijamente hacia el interior del ataúd, con recogimiento.
Uno - ¿No tenía los ojos cerrados cuando hemos llegado...?
Dos - No sé... Sí, es posible... Me parece que sí...
Uno - Tengo la sensación de que nos está mirando...
Dos - Con la misma mirada aviesa de antes...
Uno - Y si no estuviera realmente muerto...
El otro coge el jarrón, le quita las flores, y asesta un golpe en el cráneo del muerto. Luego repone las flores en el jarrón y el jarrón en el velador.
Dos - Bien. Ahora sí que está muerto.
Uno - Que descanse en paz (Después de un momento) No creo que tengamos problemas ¿no?
Dos - No podíamos arriesgarnos a que fuera incinerado vivo.
Uno - Tienes razón. Es el último favor que podíamos hacerle...
Se disponen a irse.
Dos - No le gustaban mucho los judíos, si no recuerdo mal.
Uno - Quieres decir que era totalmente antisemita... (Se van) Y por otra parte... ¿has vuelto a ver otra gente del colegio ?
Oscuro.