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Al salir me tropecé con un hombre. Estaba tan abstraído que apenas levantó la vista, y me miró con unos ojos de infinito cansancio.

—Todos los días abro el diccionario —me dijo luego, cuando, superada la sorpresa del encuentro, se avino a la protección de las confidencias—. Es mi única distracción. Voy de una página a otra, me detengo en cualquier palabra, apunto las que no sé…

Bajó la mirada al suelo y los dos guardamos silencio.

—En más de una ocasión, caminando por la calle, me he sentido como un fantasma desorientado entre gente presurosa que —vaciló un momento— sabe siempre adónde va.

Y levantó la mirada invitándome a compartir el asombro que esa observación le producía.

—Aquí mismo donde estoy ahora—continuó—, en las lomas y laderas de la letra l, hay palabras que sufren el mismo mal de soledad que yo, porque, lo mismo que me pasa a mí, nadie se acuerda ya de ellas ni reclama su presencia, y solo en los libros o en la memoria de algunas gentes pervive su nombre: lábaro, lacayo, leguleyo, lacre, landó, leontina, librea, longanimidad, loriga, lubricán…

Me di cuenta entonces de que, efectivamente, había venido a caer en la letra del lobo y del león y del lince y del leopardo y del loro y del lirón y del lagarto, que en la ele se podía leer a la luz de la luna y de la lumbre y de la lámpara y de la linterna, que en ella tenían su casa el lápiz, la lectura, la lengua, el libro y la literatura.

El desconocido se ofreció a acompañarme. Por el camino nos topamos con algunas palabras, todas en actitud laboriosa, porque en la ele todos los días son de labor, y muchas libando un libro con los ojos (tal era la reconcentrada atención con que leían), que la laboriosidad y la lectura no son aquí incompatibles, me informó: el lirio, el lago, una lágrima, el latín, un liliputiense, un laberinto, la lechuza… También con tres de las más lindas y llamativas y luminosas de todo el diccionario: lapislázuli, libélula, luciérnaga.

Nos detuvimos a leer unos letreros: Libros, y libres, decía uno.

Se oyeron voces de repente y enseguida apareció memoria.

—Un lingüista, que está discutiendo con esas extranjeras que han venido de visita, leitmotiv, linier, lunch, lady, lobby, long—play…, y alguna otra. Les ha dicho que solo lord tiene sitio, y ellas protestan.