Yo, a tu edad, viví una guerra. Mejor dicho, viví muchas guerras, porque así fue México durante el siglo XIX. Ven, tómate una taza de té conmigo en Palacio Nacional y veamos el atardecer. Quiero narrarte mi historia para que tú se la cuentes a otros.
Me llamo Margarita Maza y soy esposa del Benemérito de las Américas, don Benito Juárez. Qué curioso, me estaba acordando de cuando era una muchacha en Oaxaca: mis papás tenían dinero y yo vivía en una casa muy grande, con muchos criados. Un día apareció un niño indígena que no sabía leer ni escribir, se llamaba Benito Juárez y se quedó con nosotros un tiempo.
Pasaron los años, los dos crecimos y nos enamoramos, y más tarde, en octubre de 1843, decidimos casarnos. Mi familia y yo ayudamos a Benito no sólo para que aprendiera a leer, escribir y contar, sino para que pudiera estudiar Derecho en el Instituto de Ciencias y Artes.
La primera vez que Benito y yo tuvimos un problema fue cuando él se negó a dar refugio a Antonio López de Santa Anna, quien lo castigó mandándolo lejos de México, así que me quedé sola. Pedí apoyo en haciendas y vendí lo que pude para asegurarme de que mis hijos tuvieran algo que comer. Benito estuvo en La Habana, luego se fue a Nueva Orleáns y finalmente regresó a México. Fue un reencuentro muy bonito.
Estuve junto a Benito Juárez cuando fue gobernador de Oaxaca, cuando fue presidente de la Suprema Corte de Justicia y cuando se convirtió en presidente de México.
¡Ay! Disculpa que se me salgan las lágrimas, pero aquellos años fueron muy difíciles para todos. Se reunía mucho dinero para ir a la guerra, pero muy poco para los niños y las viudas. Por eso organicé obras de teatro y otros actos de caridad con el fin de conseguir recursos para ellos.
El problema se hizo peor. Después de la Guerra de Reforma vino el Imperio de Maximiliano y Carlota. Benito y yo tuvimos que salir de aquí, de Palacio Nacional, subirnos a un carruaje y recorrer todo el país. Sabíamos que nos estaban buscando para arrestarnos, entonces tomamos la decisión de separarnos: Benito se quedaría en México y yo me iría con todos nuestros hijos a Estados Unidos.
Cuando estuve lejos de mi país, hice todo lo posible por mantenerme fuerte y buscar apoyo para mi esposo; por eso visité Nueva York y Washington. A Benito le escribía muchas cartas para darle aliento y comunicarle información importante.
Al final, la República triunfó sobre el Imperio y Benito pudo regresar a la Ciudad de México como presidente. Entonces volví por fin al país para reunirme con mi esposo.
Ahora, la nación tiene un poco de paz. Extraño Oaxaca, pero sé que mi lugar está en la Ciudad de México. También sé que todo lo que Benito y yo luchamos contribuyó a que México fuera un mejor país, y ahora él y yo podemos vivir juntos.
¿Sabes? Si tuviera que vivir la guerra otra vez, no dudaría en ayudar a los niños huérfanos y a las viudas, ni en enfrentar el peligro por mi país. Era, después de todo, mi deber como mexicana.
¿Gustas un poco más de té? Ahora quiero que me cuentes tu historia.
MARGARITA MAZA ES CONSIDERADA SÍMBOLO DE RESISTENCIA DURANTE LA GUERRA DE REFORMA Y EN LA LUCHA CONTRA EL SEGUNDO IMPERIO MEXICANO. SIEMPRE APOYÓ A BENITO JUÁREZ. ERA TAN QUERIDA POR LOS MEXICANOS QUE CUANDO MURIÓ, EN ENERO DE 1871, EL PAÍS ENTERO ESTUVO DE LUTO. SU NOMBRE SE INSCRIBIÓ EN LA CÁMARA DE DIPUTADOS EL 27 DE DICIEMBRE DE 1966, POR MANDATO DEL ENTONCES PRESIDENTE GUSTAVO DÍAZ ORDAZ.