Mira nada más cómo quedó mi casa con tanto balazo. Hay hoyos de balas en todas las paredes, en la puerta de entrada y en mi espejo favorito. Todos los papeles están tirados en el piso, el colchón quedó volteado y los cajones de mi cómoda, abiertos. No te sorprendas, aquí tuvo lugar una batalla. Una muy importante, contra la dictadura de Porfirio Díaz.
Pero antes de continuar, creo que debo presentarme. Mucho gusto, me llamo Carmen Serdán Alatriste. ¡Bienvenida a Puebla! De haber sabido que esto iba a terminar así… Creo que todo empezó cuando mi hermano Aquiles vino a decirme que le habían hablado de un señor llamado Francisco I. Madero, un hombre que quería ser presidente de México. Lo primero que pensé fue:
Ese hombre está loco; nadie se atreve a enfrentarse
así nada más a Porfirio Díaz.
Conocí a Madero y me cayó bien. Supe que iba a cambiar a México. Pero luego llegaron las elecciones de 1910: Porfirio Díaz metió en la cárcel al señor Madero, hizo fraude y se reeligió. Todos estábamos muy enojados: no podía gobernar México alguien que hubiera llegado al poder con trampas. Eso sin contar que Díaz llevaba cerca de treinta años en la Presidencia. Recuerdo que le decía a Aquiles: “¡Algo tenemos que hacer!”, y él me respondía: “Vamos a esperarnos a ver qué decide el señor Madero”.
Madero partió a Estados Unidos y publicó un documento secreto llamado Plan de San Luis, donde invitaba al pueblo a levantarse en armas el 20 de noviembre de 1910. Aquiles y yo estuvimos de acuerdo y aquí, en esta casa, empezamos a juntar todas las armas que pudimos: rifles, carabinas y pistolas, así como balas y pólvora.
Por las noches, yo distribuía copias del Plan de San Luis para que la gente supiera que el 20 de noviembre todos teníamos que levantarnos contra la dictadura.
La batalla de la que te hablé antes comenzó por nuestra mala suerte. El 18 de noviembre, mientras mi hermano limpiaba un rifle, jaló sin querer el gatillo. Se escuchó un disparo y la policía vino a investigar. Si los dejábamos entrar, iban a descubrir nuestro plan. Por si fuera poco, tenían orden de arrestar a mi hermano por hablar contra el gobierno de Díaz.
¡Nos resistimos!
Les cerramos la puerta y nos resguardamos en la casa… Y comenzaron los balazos. Los policías fueron los primeros en disparar. Se me ocurrió salir a este balcón y gritar lo más fuerte que pude:
¡Poblanos, vengan!, ¡por ustedes lo hacemos!
¡La libertad vale más que la vida!
¡Viva la no reelección! ¡Aquí hay armas!
¡Viva la libertad! ¡Viva Madero!
Mi hermano Aquiles me tomó del brazo y me metió a la casa. Entonces empezamos a defendernos. Sacamos los fusiles y las pistolas que habíamos cargado, y nos pusimos a disparar. Pronto no sólo hubo policías, sino también soldados. Yo misma disparé, aunque mi hermano se opusiera. Me hirieron, pero seguí adelante.
Después de no sé cuántas horas, la policía logró entrar a la casa. Todo estaba roto, lleno de hoyos de bala, había nubes de pólvora, casquillos en el suelo y muchísimo humo. Arrestaron a quienes pudieron y nos llevaron a la cárcel. Mi hermano Aquiles se había escondido debajo del piso, pero lo descubrieron y lo mataron.
Aquella pequeña batalla fue la primera de la Revolución Mexicana, antes del plazo del 20 de noviembre que había establecido el señor Madero. Sí, perdimos la batalla, pero de la muestra de heroísmo que dimos aquel día se habló en todo el país, lo que inspiró a muchos hombres y mujeres valientes a imitarnos.
CARMEN SERDÁN PARTICIPÓ EN EL PRIMER LEVANTAMIENTO ARMADO DE LA REVOLUCIÓN MEXICANA Y CONTINUÓ LA LUCHA DESDE DISTINTOS FRENTES. DEBIDO A SU VALENTÍA, HAY MUCHAS CALLES Y ESCUELAS QUE LLEVAN SU NOMBRE. SE LE CONSIDERA UNA DE LAS GRANDES HEROÍNAS DE LA HISTORIA DE MÉXICO. MURIÓ EL 28 DE AGOSTO DE 1948. PUEDES VISITAR SU CASA EN PUEBLA (EL ACTUAL MUSEO DE LA REVOLUCIÓN) Y VER CÓMO QUEDÓ TRAS EL ENFRENTAMIENTO CON LOS SOLDADOS DE PORFIRIO DÍAZ.