La pintura ha llenado mi vida. ¿Te digo algo? Creo que no hay mejor trabajo que el de ser artista. A veces, cuando pinto una sandía, por ejemplo, no sólo veo una cáscara verde, sino que me doy cuenta de que las sombras son una mezcla de azul y morado que se alarga sobre la mesa de madera.
Todas las mexicanas estamos hechas de colores y de historias, y debemos estar orgullosas de mostrarlos al mundo. Así, sin pena.
Nací en 1907 en esta casa de Coyoacán. Me recuerdo jugando con mis hermanas, entre los macetones que mi mamá tenía en el jardín. Aunque no siempre fui una niña feliz… La verdad es que me enfermaba a cada ratito, y tenía que pasar varios días en cama. Me dolía todo el cuerpo, así que me iban a visitar los doctores y me daban medicinas que sabían horrible. Todo eso lo pinté después, cuando aprendí a expresar a través de mis cuadros lo que sentía…
Un día, cuando era muy joven, sucedió algo terrible. Tomé el tranvía de la Ciudad de México al salir de la escuela y ¡crash! Escuché un estruendo y, después de unos instantes de confusión, pude darme cuenta de que habíamos sufrido un desastroso accidente. Tuvieron que llevarme al hospital porque tenía la columna rota en tres partes, lo mismo que las costillas y varios huesos.
Tuve que quedarme en cama muchísimos días para poder curarme, y como estaba muy aburrida, me puse a pintar todo lo que veía y sentía. Sí, mientras estaba acostada.
Cuando me recuperé, conocí a Diego Rivera, un pintor que se había hecho famoso por sus murales. Nos enamoramos y nos casamos. Hicimos muy buena pareja. Yo aprendía mucho de Diego, pues era un gran pintor, y al mismo tiempo le enseñaba mis pinturas. Los dos nos hicimos famosos, y lo bueno es que yo nunca fui la señora de Diego Rivera ni él fue el señor de Frida Kahlo. Cada uno tenía su propio estilo y un lugar para pintar.
También llamé la atención de todos porque empecé a usar trajes mexicanos, trenzas y muchas joyas. Cuando enfoqué mis pinturas en mí misma, en mis dolores y mis sentimientos…, en todo lo que vivía junto a Diego, los mexicanos prestaron atención.
Mi popularidad empezó a crecer tanto que, fíjate nada más, viajé hasta París para exhibir mi obra. ¿Quién lo hubiera dicho? Luego llegué a Estados Unidos para exponer en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, en el Instituto de Arte Contemporáneo de Boston y en el Museo de Arte de Filadelfia.
Mis pinturas han dado la vuelta al mundo… También mis opiniones. Muchas veces dije lo que pensaba sobre la política y el gobierno, el arte, la música y la pintura, la comida y las tradiciones. A algunas personas les gustaba mi forma de pensar, pero a otras no.
Tus pensamientos e ideas tienen el mismo valor que los de un hombre. Una mujer siempre debe expresar lo que piensa acerca de su país y del mundo.
Ahora debo permanecer en cama porque estoy mal de una pierna. Estoy triste, pero sé que la única forma de sentirme mejor es pintar todo lo que siento. ¿Quieres ayudarme? Entonces acércame aquel caballete, por favor. Te voy a enseñar cómo ser tú misma pintando.
FRIDA KAHLO ES UNA DE LAS MAYORES REPRESENTANTES DEL ARTE POPULAR MEXICANO EN EL MUNDO. EN SUS PINTURAS REINVENTÓ EL PAPEL DE LA MUJER. SU INCOMPARABLE ESTILO SURREALISTA HA INSPIRADO A OTROS ARTISTAS, TANTO PINTORES COMO CANTANTES Y ESCRITORES. FRIDA FUE SÍMBOLO DEL FEMINISMO MUNDIAL DURANTE EL SIGLO XX POR HABERSE ATREVIDO A HABLAR DE SÍ MISMA POR MEDIO DEL ARTE. MURIÓ EN SU CASA DE COYOACÁN EL 13 DE JULIO DE 1954. SU FUNERAL SE LLEVÓ A CABO EN EL PALACIO DE BELLAS ARTES. FIRMÓ SU ÚLTIMO CUADRO CON LA FRASE “VIVA LA VIDA”.