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De niña soñaba con ser bailarina, aunque también quería convertirme en general del ejército mexicano. Coleccionaba cuentos, ideas y personajes en mi cabeza. Digamos que mi mente era como un vitral en el que cada color representaba una historia mágica, única y diferente.

Por eso no fue de extrañar que quisiera ser escritora para contar historias. Así que decidí entrar a la Universidad Nacional Autónoma de México para estudiar letras españolas. Pasaba horas leyendo y escribiendo. Daba forma a la magia que guardaba en mi mente, y la expresaba con tinta y papel.

En la universidad conocí a Octavio Paz y me enamoré de él. Nos casamos. Juntos viajamos a España para asistir a un congreso muy importante de escritores. En ese país había una guerra civil y se veían cosas horribles en las calles. Todo eso lo relaté en un libro titulado Memorias de España 1937.

De regreso en México comencé a escribir obras de teatro. Casi todas tenían sólo un acto, en lugar de los tres que se acostumbraban. También escribía cuentos sobre lo fantástico que uno encuentra en la vida diaria. Como en el vitral que tenía en mi mente, al crear jugaba con los personajes y con el tiempo en que vivían. Algo que ahora se conoce como “realismo mágico”, aunque esa frase nunca me gustó.

Podría decirse que rompí las reglas de la escritura para hacer las mías. Fui rebelde a la hora de contar mis historias.

Así nacieron mis libros más famosos: Los recuerdos del porvenir y La semana de colores, por ejemplo. Quería que mis personajes fueran mujeres fuertes, como yo; que buscaran la libertad y lucharan por sus derechos. Eran tan feministas como yo.

Era poco común que una mujer escribiera libros, y menos aún que éstos tuvieran mujeres fuertes como protagonistas. Decían por ahí que yo escribía tan bien como sor Juana Inés de la Cruz; por eso empecé a llamar la atención.

Durante la Segunda Guerra Mundial viví en Japón y en París con Octavio; pero más tarde, cuando ya habíamos vuelto a México, nos divorciamos. Las parejas no siempre se llevan bien.

Por mucho tiempo seguí escribiendo sobre esos personajes fantásticos que llegaban a mi mente y que inspiraron a muchos escritores de la época. Me sentía libre y fuerte.

A finales de los años sesenta, México no tenía paz. Muchos estudiantes estaban en contra del gobierno. Mexicanas y mexicanos marchaban para pedir libertad y derechos, y el gobierno usaba al ejército y a la policía para controlar esas protestas. Fueron tiempos muy complicados, en verdad.

Yo hice algunos comentarios que disgustaron a mucha gente, y puse mi vida en peligro. Tuve miedo por mi vida y la de mi hija, entonces salí de México por carretera. Viví en Nueva York, Madrid y París, y desde ahí seguí creando historias sobre mujeres extraordinarias.

Después de veinte años de vivir en el extranjero, al fin puedo regresar… Esta vez vengo de visita, pero pronto volveré a vivir aquí. Este es mi país, lleno de mujeres maravillosas que buscan ser libres, como los personajes que surgieron de mi imaginación.

Quizá sea momento de escribir una nueva historia. ¿Será acaso sobre alguna bailarina o una generala del ejército mexicano? Tal vez vuelva a hablar de la Revolución.

ELENA GARRO ES UNA DE LAS ESCRITORAS MEXICANAS MÁS SOBRESALIENTES DEL SIGLO XX. ESCRIBIÓ CUENTOS, NOVELAS, OBRAS DE TEATRO Y GUIONES DE CINE. ES UNA DE LAS PRECURSORAS DEL REALISMO MÁGICO, UNA DE LAS PRINCIPALES CORRIENTES LITERARIAS DE LATINOAMÉRICA, AUNQUE NO DE SU AGRADO. GANÓ EL PREMIO XAVIER VILLAURRUTIA EN 1963, EL PREMIO GRIJALBO EN 1981, EL PREMIO BELLAS ARTES DE NARRATIVA COLIMA PARA OBRA PUBLICADA EN 1996 Y EL PREMIO SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ EN 1996. MURIÓ EL 23 DE AGOSTO DE 1998 EN CUERNAVACA, MORELOS.

SU TRABAJO LIBERTARIO EN LA LITERATURA ABRIÓ BRECHA E HIZO POSIBLE QUE UNA GENERACIÓN DE ESCRITORAS SIGUIERA SUS PASOS Y ESCRIBIERA MÁGICAS HISTORIAS DE LUCHA Y FEMINISMO.