Tuve la fortuna de ir a la escuela, pero muchas niñas no. Esa era la realidad en los tiempos difíciles de mi infancia. Aprendí a leer y escribir, también a sumar y restar… Sin embargo, sabía muy bien que muchas mujeres no tendrían esa oportunidad solamente por ser mujeres.
En la Escuela Nacional de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México me especialicé en microbiología y análisis clínico. Por un tiempo me quedé en la Universidad como maestra, enseñando microbiología, y aproveché para estudiar y convertirme en enfermera.
Sin embargo, para mí eso no era suficiente… Yo sabía que las mexicanas no eran ciudadanas en su propio país, y que no tenían derecho a votar por sus gobernantes. Entendí que la única forma de modificar esa situación era haciendo que los mexicanos se pusieran de acuerdo para cambiar.
Con esa idea en mente me acerqué a las organizaciones feministas que encontré en la Ciudad de México. Participé en sus actividades y conocí a mujeres maravillosas que querían transformar el país; eran doctoras, escritoras, pintoras y amas de casa, pero eran, sobre todo, mexicanas sin derechos.
En 1932 me nombraron presidenta del Frente Único Pro Derechos de la Mujer, organización que unía a todos los grupos feministas del país.
Luego, en 1936 me atreví a hacer lo impensable. Escribí y publiqué un libro titulado El derecho de voto para la mujer. En él decía que para la ley las mujeres eran igual que los locos del manicomio, pues ni unas ni otros tenían derechos ni eran libres.
Sabía que podía perder mi trabajo en la universidad por promover que se otorgara a las mujeres el derecho de votar, pero eso no me detuvo. Hablé en público y marché muchas veces por lo que yo creía justo: que la ley tratara por igual a mujeres y hombres.
Peleé por más de veinte años y les pedí a varios presidentes que concedieran a la mujer el derecho al voto… ¿Sabes cuándo lo logramos? El 3 de julio de 1955 las mujeres acudieron a las urnas por primera vez. Esa fue la recompensa de mi lucha.
Además, cuando la dictadura de Francisco Franco obligó a buen número de españoles a abandonar su país, muchos de ellos viajaron a México. Nosotros queríamos protegerlos, en especial a los niños. El gobierno formó un Comité de Ayuda a los Niños del Pueblo Español, del cual fui directora. Me encargaba de recibir a los pequeños y de apoyarlos lo más posible. Ese fue un acto de colaboración entre países que unió más a México y a España.
Aún con la idea de ayudar y proteger a las mujeres mexicanas, me preocupé por que hubiera una cárcel digna para ellas. Se lo pedí al gobierno durante mucho tiempo y, cuando por fin me escucharon, me ayudaron a crear la Cárcel de Mujeres de Santa Martha Acatitla.
¿Qué te puedo decir? En mi vida he sido médica, escritora, feminista y activista en pro de los derechos de mujeres y niños. Siempre busqué que todas las niñas tuvieran la fortuna de ir a la escuela y estudiar lo que quisieran en la universidad, además de votar y ser votadas, y que no se les negaran esos derechos solamente por ser mujeres.
Muchas mujeres hechas en México hemos cambiado la historia del país.
ESTHER CHAPA PUBLICÓ EL DERECHO DE VOTO PARA LA MUJER, OBRA CENTRAL PARA LA LUCHA FEMINISTA EN EL PAÍS. FUE LA PRIMERA MUJER EN OCUPAR LA CÁTEDRA DE MICROBIOLOGÍA EN LA UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO. A LO LARGO DE SU VIDA FUNDÓ VARIAS ORGANIZACIONES IMPORTANTES EN FAVOR DEL VOTO Y LOS DERECHOS DE LA MUJER.
TAMBIÉN SE CONVIRTIÓ EN DIPLOMÁTICA, AL AYUDAR A ESTABLECER RELACIONES ENTRE MÉXICO Y CHINA. MURIÓ EL 14 DE DICIEMBRE DE 1970 EN LA CIUDAD DE MÉXICO.